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Algunas Lecciones Elementales De Psicoanálisis


Enviado por   •  13 de Septiembre de 2012  •  2.267 Palabras (10 Páginas)  •  518 Visitas

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CXCVIII ALGUNAS LECCIONES ELEMENTALES DE PSICOANÁLISIS (*)

Traducción: Luis López Ballesteros

1938 [1940]

UN autor que se propone introducir alguna rama de conocimientos -o para decirlo más modestamente, alguna rama de la investigación- a un público no instruido debe hacer claramente su elección entre dos métodos o técnicas.

Es posible partir de lo que cualquier lector sabe (o piensa que sabe) y considera como evidente en sí mismo sin contradecirlo ya desde el comienzo. Pronto se presentará una oportunidad para llamar su atención sobre algunos hechos en el mismo campo, que aunque le son conocidos, ha descuidado o ha apreciado imperfectamente. Empezando con ellos, uno puede introducir más hechos ante él de los que no tiene conocimiento y prepararlo así para ir más allá de sus primeros juicios, para buscar nuevos puntos de vista y tomar en consideración nuevas hipótesis. Por este camino se le puede llevar a tomar parte en la edificación de una nueva teoría acerca del sujeto y se pueden conocer sus objeciones a ella durante el curso del trabajo en común. Un método de esta clase podría llamarse genético. Sigue el camino que el propio investigador ha seguido antes. A despecho de todas sus ventajas, tiene el defecto de no hacer una impresión demasiado contundente sobre el que aprende. No quedará tan impresionado por algo que ha visto surgir a la existencia y pasar por un difícil período de crecimiento como lo sería por algo que se le presentara ya hecho como un total aparentemente cerrado.

Es precisamente este efecto último el que produce el método alternativo de presentación. Este otro método, el dogmático, empieza por plantear sus conclusiones. Sus premisas exigen la atención y la fe de la audiencia y en apoyo de ellos se aduce muy poco. Y entonces existe el peligro de que un oyente crítico sacuda su cabeza y diga: «Todo esto suena de un modo muy peculiar; ¿de dónde lo ha sacado este tipo?»

En lo que sigue no me limitaré a ninguno de los dos métodos de presentación. Usaré unas veces uno, otras otro. No me hago ilusiones acerca de la dificultad de mi tarea. EI psicoanálisis tiene pocas probabilidades de hacerse querido o popular. No es sólo que mucho de lo que tiene que decir ofenda los sentimientos de la gente. Casi una similar dificultad es creada por el hecho de que nuestra ciencia abarca una cierto número de hipótesis -es difícil decir si deberían ser consideradas como postulados o como producto de nuestras investigaciones- que están expuestas a parecer muy extrañas a los modos ordinarios de pensamiento y que fundamentalmente contradicen los puntos de vista corrientes. Pero no se puede evitar esto. Hemos de empezar nuestro breve estudio con dos de esas arriesgadas hipótesis.

La naturaleza de lo psíquico

EI psicoanálisis es una parte de la psicología. También es descrito como «psicología profunda» -más tarde descubriremos por qué-. Si alguien pregunta lo que realmente significa «lo psíquico», es fácil replicar enumerando sus constituyentes: nuestras percepciones, ideas, recuerdos, sentimientos y actos volitivos, todos ellos forman parte de lo psíquico. Pero si el interrogador sigue más adelante y pregunta si no hay alguna cualidad común poseída por todos esos procesos que haga posible llegar más cerca de la naturaleza o, como la gente dice a veces, de la esencia de lo psíquico, entonces eso es más difícil de contestar.

Si una pregunta análoga se le plantea a un físico (en cuanto a la naturaleza de la electricidad, por ejemplo), su respuesta hasta hace muy poco tiempo hubiera sido: «Con el fin de explicar ciertos fenómenos suponemos la existencia de fuerzas eléctricas que se hallan presentes en las cosas y emanan de ellas. Estudiamos esos fenómenos, descubrimos las leyes que los gobiernan y disponemos de ellos para usarlos. Esto nos satisface provisionalmente. No conocemos la naturaleza de la electricidad. Tal vez la descubramos un día conforme nuestro trabajo progrese. Hemos de admitir que lo que ignoramos es precisamente la parte más importante e interesante de toda la cuestión, pero por el momento esto no nos preocupa. Así ocurren sencillamente las cosas en las ciencias naturales.»

La psicología también es una ciencia natural. ¿Qué otra cosa puede ser? Pero su caso es diferente. Nadie es bastante atrevido para emitir juicios acerca de cuestiones físicas; pero todo el mundo -el filósofo y el hombre de la calle por igual- tiene su opinión sobre los problemas psicológicos y se comporta como si por lo menos fuera un psicólogo amateur. Y ahora viene lo notable. Todo el mundo -o casi todo el mundo- está de acuerdo en que lo psíquico tiene realmente una cualidad común en la cual se expresa su esencia: la cualidad -única, indescriptible, pero no necesitando descripción- de ser consciente. Todo lo que es consciente, dicen, es psíquico, y, al contrario, todo lo que es psíquico es consciente; esto es evidente, y contradecirlo es un disparate. No puede decirse que esta decisión arroje mucha luz sobre la naturaleza de lo psíquico, porque la concienciación es uno de los hechos fundamentales de nuestra vida y nuestras investigaciones tropiezan con ella y no pueden encontrar un camino detrás. Además, la equiparación de lo que es psíquico con lo que es consciente tuvo el indeseable resultado de divorciar los procesos psíquicos del contexto general de los acontecimientos en el universo y de colocarlos en completo contraste de todos los demás. Pero esto no sería así, puesto que no se podría pasar por alto el hecho de que los fenómenos psíquicos dependen en alto grado de influencias somáticas y por su parte tienen los más potentes efectos sobre los procesos corporales. Si alguna vez el pensamiento humano se ha encontrado en un callejón sin salida, es aquí. Para encontrar una salida los filósofos se vieron obligados a suponer que existían procesos orgánicos paralelos a los procesos psíquicos conscientes, relacionados con ellos de un modo difícil de explicar, que actuaban como intermediarios en las relaciones recíprocas entre «cuerpo y mente», lo cual sirvió para reinsertar lo psíquico en la textura de la vida. Pero esta solución resultaba insatisfactoria.

EI psicoanálisis escapó a dificultades de este tipo negando enérgicamente la equiparación de lo psíquico y lo consciente. No; el ser consciente no puede ser la esencia de lo que es psíquico. Es sólo una cualidad de lo que es psíquico, y desde luego una cualidad inconstante, que se halla muchas más veces ausente que presente. Lo psíquico, sea cualquiera su naturaleza, es por sí mismo inconsciente y probablemente de una clase similar a todos los demás procesos naturales de los

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