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Ama Y No Sufras Capitulo 1


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2013  •  7.309 Palabras (30 Páginas)  •  502 Visitas

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Contenido

Prólogo 2

Introducción 4

Primera parte: Eros El amor que duele 8

Capítulo 1. La naturaleza desbordada de eros: el enamoramiento 11

Para no sufrir. 14

Capítulo 2. Amor y deseo: el eros imprescindible 18

Para no sufrir 25

Capítulo 3. Enamoramiento y atracción: . ¿Qué nos seduce? 28

Para no sufrir 33

Capítulo 4. La patología del amor erótico 36

Para no sufrir 44

Segunda parte: Philia

De la manía a la simpatía 46

Capítulo 5. Philia y amor cortés: un breve repaso histórico 49

Capítulo 6. La amistad amorosa: el núcleo vivo de la relación 51

Para no sufrir 54

Capítulo 7. ¿Qué define una buena amistad de pareja? 56

Para no sufrir 66

Tercera parte: Ágape

De la simpatía a la compasión 70

Capítulo 8. Dulzura y no violencia 74

Para no hacer sufrir 78

Capítulo 9. El dolor que nos une 80

Para no sufrir ni hacer sufrir 85

Epílogo 86

Prólogo

Al escribir este prólogo le daré a la palabra el significado que nos brinda el Diccionario de la Lengua

Española: "Discurso antepuesto al cuerpo de la obra en un libro de cualquier clase, para dar noticia al lector del fin de la misma obra o para hacerle cualquier otra advertencia".

Sin embargo, resulta ser que las palabras tienen un sentido. En este caso desearía que dicho "sentido" tuviera más importancia que el significado.

Las palabras de Walter Riso, reunidas en el texto Ama y no sufras resuenan en mí de una manera

Especial. Hacen que a mi corazón y a mi memoria acudan viejos sentimientos, ideas una vez

Defendidas con el transcurso de los años, aunque ya casi olvidadas, y hace que se revivan conocimientos, aparezcan dudas y se reafirmen conceptos. Lo que Walter Riso dice en este libro Resuena en mí como una voz nueva y antigua a la vez, en ocasiones diferente pero de todas maneras como una voz hermana. Sus palabras trajeron a mi memoria un episodio olvidado hasta ahora.

Todo había comenzado en un paseo de adolescentes. Llegamos en la madrugada más allá de los cerros que rodean la ciudad. Éramos un grupo bullicioso, escandaloso y alegre, fingiendo seguridad y cinismo, aunque la mayoría nos encontrábamos angustiados por la apariencia de la ropa deportiva apenas estrenada, la capacidad para trepar o saltar obstáculos, y con el temor oculto de no lograr un "levante" o el miedo a los comentarios posteriores a las conductas y logros alcanzados en el paseo.

La Maravillosa salida del sol, la frescura del aire, el estallido de la naturaleza alrededor en pleno esplendor, el fuego de la hoguera levantada, el avistar un oso (avistamiento que todavía no sabemos si fue real o imaginario) nos embargó en una sensación de bienestar y alegría para toda la jornada. Atrás quedaron las inseguridades y las dudas.

Eso fue así. Pero lo que, pensándolo ahora, contribuyó a producir la más cálida sensación del día

Fue la presencia de una pareja que había empezado a amarse desde hacía sólo un mes. Irradiaban algo físico, tierno, amable y cuidadoso: eros, philia y ágape, tal como se expresan en el texto que nos ocupa, palabras y significados que por ese entonces desconocíamos. No obstante, algo oscureció al final la luminosa jornada: la enamorada al despedirse irrumpió en llanto, en un verdadero mar de lágrimas salidas desde adentro, veraces, pasionales y contagiosas. ¿Por qué el llanto? ¿Por qué el dolor? Ella respondió: ''Esto es tan maravilloso que no puede durar, se acabará". La tranquilizamos como, Nos fue posible.

Sin embargo, pese a nuestros buenos augurios, después de un tiempo sus temores se hicieron

Realidad. Retornaron las lágrimas, se instaló el dolor, el rencor, la desilusión total. El amor había

Terminado, fue el "nunca más", el “maldita sea”, la amargura. ¡Paradójicamente la mujer había tenido razón, había muerto lo maravilloso, la sorpresa, el deslumbramiento, la pasión y la novedad se habían ido para siempre.

De manera consciente o inconsciente concebimos el amor desde la perfección, lo creemos permanente y no admitimos que pueda transformarse. Esta historia se hace doblemente triste cuando pensamos que ese afecto hubiera podido salvarse del desamor y crecer en sabiduría y madurez, si alguien hubiera podido transmitirles un mensaje más completo y realista sobre el amor, tal como lo hace Ama y no sufras.

El texto crea un espacio de reflexión acerca de las dimensiones básicas del amor, cómo experimentado y gozarlo, cómo hacerlo perdurable y afrontar el sufrimiento, si .éste apareciera.

Pese a lo anterior, y conociendo lo vasto que es el campo del amor, sé que el autor no ha pretendido jamás agotar el tema en su texto. En su contenido, jugoso como lo. Es en su totalidad, hay un aspecto que a mi manera de ver 'tiene una enorme importancia para el lector, y es el abordaje de "los tres amores con que amamos": eros, philia y ágape, porque no sólo enseña y nos conduce a una versión sana del afecto, sino que finalmente nos permite aprender a "aprender el amor". El libro está expresado de manera seria, rigurosa e ilustrada, sin concesiones a lo estrictamente Literario, con quizás un involuntario aire poético, y, lo más importante, con claridad y sencillez, tan difícil de alcanzar, fruto de la sabiduría y el deseo genuino de comunicarse con los demás. En buena hora nos llega este material que nos habla sobre el amor y su importancia, y sobre la posibilidad de no sufrir y aliviar el dolor del corazón.

Sea Ama y no sufras bienvenido y bien hallado.

DOCTORA CECILIA CARDINAL DE MARTÍN

Médica y educadora sexual.

Introducción

Se sufre demasiado por amor, ésa es la verdad. Incluso los que se vanaglorian de estar perfectamente acoplados a su pareja, en lo más recóndito de su ser a veces albergan dudas, inseguridades o pequeños miedos anticipatorios respecto a su futuro afectivo. Nunca se sabe... ¿Quién no ha sufrido alguna vez por estar con la persona equivocada, por sentir un bajón en el deseo o simplemente por la caricia que nunca llegó? No hay nada más hipersensible que el amor, nada más arrebatador, nada más vital. Renunciar a él es vivir menos o no vivir.

El amor es múltiple. La experiencia afectiva está conformada por un conjunto de variables

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