Anatomia Del Enfado
Enviado por Vivian40 • 24 de Marzo de 2014 • 1.087 Palabras (5 Páginas) • 422 Visitas
El enfado es la más seductora de las emociones negativas porque el monólogo interno que lo alienta proporciona argumentos convincentes para justificar el hecho de poder descargarlo sobre alguien. Al contrario de lo que ocurre en el caso de la melancolía, el enfado resulta energetizante e incluso euforizante.
Es muy posible que el poder persuasivo del enfado se explique el motivo por cual ciertos puntos de vistan se hallan tan difundidos, la gente piensa por ejemplo que la ira es ingobernable y que en todo caso no debiera ser controlada, o que una descarga de ella puede ser sumamente liberadora. Por el contrario, una investigación de la psicóloga Diane Tice nos sugiere que este tipo de actitudes habituales hacia el enfado, no solamente están equivocadas, sino que son francas supersticiones.
La cadena de pensamientos hostiles que alimentan al enfado nos proporciona una posible clave para poner en práctica uno de los métodos más eficaces para calmarlo.
En primer lugar debemos de tratar de quitarles razón a las convicciones que alimentan el enfado. Cuantas más vueltas le demos a los motivos que nos llevaron al enojo, más “buenas razones” y más justificaciones encontraremos para seguir enfadados. Los pensamientos obsesivos son la leña que alimenta el fuego de la ira, un fuego que solamente podrá extinguirse contemplando las cosas desde un punto de vista diferente. Uno de los remedios más poderoso para acabar con el enfado consiste en volver a encuadrar la situación en un marco más positivo (repensar los motivos desde una óptica distinta).
El detonante universal del enfado es la sensación de hallarse amenazado. Y no solamente nos referimos a la amenaza física sino también, como suele ocurrir, a cualquier amenaza simbólica para nuestra autoestima o amor propio (sentirnos tratados ruda o injustamente, sentirnos insultados, menospreciados, frustrados al llevar a cabo una determinada tarea, …) percepciones, todas ellas, que actúan a modo de DETONANTE de una respuesta cerebral que tiene dos efectos:
• Liberación de catecolaminas que cumplen con la función de generar la energía necesaria para emprender una acción como es la lucha o la huida. Esta descarga perdura varios minutos durante los cuales nuestro cuerpo, en función de la magnitud que nuestro cerebro emocional asigne a la amenaza, se dispone para el combate o para la huida.
• Otra parte de esa sustancia liberada se transmite por el sistema nervioso y dicha excitación puede durar horas. Todo esto hace que las reacciones en ese estado se realicen con suma velocidad. Esa hipersensibilidad explica porque la mayoría de las personas parecen más predispuestas a enfadarse una vez que han sido provocadas o se hallan ligeramente excitadas.
Todos los tipos de estrés provocan una excitación que contribuye a bajar el umbral de la irritabilidad. Después de un duro día de trabajo, una persona se sentirá especialmente predispuesta a enfadarse en casa por las razones más insignificantes, razones que en otras circunstancias no tendrían el poder suficiente para desencadenar un SECUESTRO EMOCIONAL.
El enfado se construye sobre el enfado, como una escalada o secuencia de provocaciones, cada una de las cuales genera una reacción de excitación que tiende a disiparse muy lentamente, en esta secuencia, cada uno de los pensamientos o percepciones irritantes se convierte en un minidetonante que produce una descarga de sustancias cerebrales, y cada una de estas descargas se ve fortalecida, a su vez,
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