Anorexia Nerviosa
Enviado por luciasche • 24 de Octubre de 2013 • 2.788 Palabras (12 Páginas) • 314 Visitas
La adolescencia es una etapa del desarrollo psicosexual de importancia capital. Se
trata de un momento evolutivo en donde se reorganizan y se producen los cambios
necesarios para afrontar con éxito el futuro psicológico. Sin embargo, éste depende de
la posibilidad del adolescente para enfrentarse al aumento cuantitativo de las
pulsiones, del acceso a la genitalidad, de cómo se resuelve el duelo de los objetos
primarios y de cómo se reelabora cognitivamente el ideal del yo.
Nos ocuparemos de dos aspectos importantes del desarrollo de la adolescencia
femenina y que contribuyen significativamente a comprender el núcleo psicopatológico
de la anorexia nerviosa. Nos referimos a la DISCONTINUIDAD y a la
INDETERMINACIÓN de la sexualidad genital.
LA DISCONTINUIDAD
La pubertad de la niña es mucho más rápida, más precoz y, físicamente, más evidente
que la del hombre. La niña se transforma en una adolescente con el consiguiente
cambio en las relaciones con los demás: la adolescente experimenta tanto la aparición
de las reglas, el crecimiento mamario y la percepción de “otro tipo de miradas hacia
ella”. La adolescente anoréxica percibe la mirada de los adolescentes masculinos
como algo persecutorio, más que algo agradable desde el punto de vista narcisístico.
Como refiere M. SILVINI, la adolescente se encuentra expuesta a miradas lúbricas,
sujeta a una menstruación que indica su destino a ser penetrada durante el acto
sexual, invadida por el feto y succionada por el hijo. De aquí que, para esta
investigadora, exista esa facilidad para experimentar estos cambios como algo
persecutorio y no deseado.
LA INDETERMINACIÓN.
En la adolescente existe una insuficiente diferenciación de las emociones y de las
sensaciones sexuales. Esta indeterminación no es debida solo a un defecto del
aprendizaje, sino más bien a ciertas particularidades de la sexualidad femenina, las
cuales no se reconocen inicialmente. Entre ellas podemos mencionar la indistinción
entre las sensaciones vaginales y anales, dando lugar al fantasma femenino de
penetración y receptividad (BRUSSET, 1998). A esta indeterminación contribuyen las
cada vez más precoses experiencias sexuales en las que la implicación de la
adolescente es mínima o no existe. Esto contribuye a que no se produzca la
introyección pulsional en el yo a través de la experiencia vaginal del orgasmo.
1 Este artículo se basa en el trabajo de BERNARD BRUSSET (1998): “Psychopathologie de
l’anorexie mentale. Dunod, París.
2 Interpretación psicoanalítica de la anorexia nerviosa.
Justamente estos planteamientos han dado lugar a que LAUFER (1984)2, sitúe el
núcleo psicopatológico de la anorexia nerviosa en el contexto más amplio de la
problemática de la relación del adolescente con su cuerpo y en la reactivación del
conflicto de Edipo que conllevan las rápidas transformaciones de la pubertad. Para
este autor, la relación del adolescente con su cuerpo es un elemento muy significativo
de ruptura del desarrollo en el momento en donde se produce el acceso a la
genitalidad con lo ésta conlleva de modificación en la relación con el otro y consigo
mismo. La maduración que se produce en los órganos genitales durante la pubertad,
puede vivirse como una forma de mutilación del cuerpo idealizado de la infancia y de
la relación objetal parental. Esta ruptura puede llevar a una relación falsa consigo
misma como individuo sexuado, a la renuncia del deseo, a una incapacidad para
superar la sexualidad infantil y a una relación pasiva con la figura parental del mismo
sexo. Desde esta postura teórica, la anorexia nerviosa representaría la imagen
actualizada de la traumática sexualidad genitalizada pubertaria en todos aquellos
aspectos que se relacionen con una posible amenaza narcisística. Se vuelve
imposible la diferenciación e integración de la genitalidad y la pregenitalidad.
La restricción alimentaria tendría una función defensiva y sustitutiva. Según nos refiere
BRUSSET el hecho del que el conflicto se centre sobre el propio cuerpo aparece,
finalmente, vinculado a la especificidad de la pubertad femenina, pero en función de
una prehistoria infantil que la adolescencia revela y transforma. No se trataría tanto de
un conflicto con la corporalidad en cuanto tal, como de su dimensión genital de la
sexualidad con lo que ella conlleva de superación de la oralidad y de la analidad. La
reactivación del complejo de Edipo en la adolescencia suscita la activación
profundamente regresiva de las pulsiones actualizadas en las relaciones con los
padres.
Los cambios que deben producirse en la adolescencia no pueden realizarse en “una
hija modelo” que se encuentra en una gran incertidumbre frente a sus deseos
amorosos, relaciónales o profesionales. En la psicobiografía de las pacientes
anoréxicas no es difícil encontrarnos con amnesias, negaciones, clivages evocadores
de la organización de un falso yo (“faux self”): un yo adaptado a los deseos del otro en
la evitación de conflictos. Como nos dice Brusset, no es difícil escuchar en nuestras
pacientes con trastornos alimentarios “Siempre he hecho aquello que se esperaba de
mí y ahora no sé quién soy ni qué quiero”.
LA FAMILIA
En la anorexia nerviosa se origina una relación respecto a las figuras parentales
cargadas de gran agresividad: al mismo tiempo que se establece una puesta en
entredicho y de venganza hacia de la autoridad parental, se solicita de ellos una
dependencia profundamente regresiva que ni es admitida ni se soporta
psicológicamente.
Se ha descrito un tipo de familia en donde sus miembros se cuidan de presentarse
como una familia unida y sin problemas, pero en la que existen importantes
mecanismos de negación de los conflictos, negación de las diferencias y límites poco
netos entre los distintos miembros. En las pacientes hay que delimitar claramente cual
es su rol dentro de la familia, sus investimientos pulsionales, su utilización defensiva,
la interpretación de sus mensajes conscientes e inconscientes y en qué medida la
paciente es prisionera de una problemática no totalmente suya.
2 LAUFFER M y E. (1989): Adolescence et rupture du developpement. PUF, Paris.
Joaquín Díaz Atienza 3
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