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Auerdos.


Enviado por   •  3 de Abril de 2014  •  Ensayo  •  1.534 Palabras (7 Páginas)  •  162 Visitas

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La felicidad es una elección, como también lo es el sufrimiento.

Miguel Ruiz

“No hay razón para sufrir. La única razón por la que sufres es porque así tú lo decides. Si observas tu vida encontrarás muchas excusas para sufrir, pero ninguna razón válida. Lo mismo es aplicable a la felicidad. La felicidad es una elección, como también lo es el sufrimiento”. (Miguel Ruiz).

La domesticación y el sueño del planeta.

¿Son las cosas como las vemos, como las sentimos, o básicamente interpretamos lo que nos han enseñado a interpretar?

Para la milenaria cultura tolteca (México) la “realidad” que asumimos socialmente no es más que un sueño colectivo, el sueño del planeta. Desde el momento mismo de nacer, interpretamos la realidad mediante acuerdos, y así, acordamos con el mundo adulto lo que es una mesa y lo que es un vestido, pero también lo que “está bien” y lo que “está mal”, e incluso quiénes somos o cuál es nuestro lugar en el mundo (en la familia, en clase, en el trabajo). A este proceso el filósofo mexicano de origen tolteca Miguel Ruiz lo denomina domesticación.

“La domesticación es tan poderosa que, en un determinado momento de nuestra vida ya no necesitamos que nadie nos domestique. No necesitamos que mamá o papá, la escuela o la iglesia nos domestiquen. Estamos tan bien entrenados que somos nuestro propio domador. Somos un animal autodomesticado”.

El juez y la víctima.

En el transcurso de este aprendizaje incorporamos en nuestra propia personalidad al juez y a la víctima.

El juez representa esa tendencia en nuestra mente que nos recuerda continuamente el libro de la ley que gobierna nuestra vida -lo que está bien y lo que está mal-, nos premia y, más frecuentemente, nos castiga. La víctima es esa parte en cada persona que sufre las exigencias de su propio juez interior. Sufrimos, nos arrepentimos, nos culpabilizamos, nos castigamos por la misma causa una y otra vez, cada vez que el recuerdo nos pasa factura.

Y como consecuencia del propio sistema, el miedo se instaura en nuestra vida.

El miedo y las auto exigencias son los peores enemigos de nuestro pensamiento, y por ende, de nuestra vida. Durante el proceso de domesticación nos formamos una imagen mental de la perfección, lo cual no está mal como camino marcado a seguir. “El problema es que como no somos perfectos nos rechazamos a nosotros mismos. Y el grado de rechazo depende de lo efectivas que han sido las personas adultas para romper nuestra integridad”, según M.R.

Si el libro de la ley que gobierna nuestra vida (nuestra moral, nuestra lógica, nuestro “sentido común”) no cumple sus objetivos, que en su base fundamental consistiría en hacernos seres humanos felices y en armonía, es porque evidentemente éste no funciona. Y como no funciona hay que cambiarlo. Y ello lo hacemos revisando nuestros acuerdos (nuestra interpretación incuestionable, nuestro sistema de valores), desenmascarando los que no valen y sustituyéndolos por otros.

La filosofía tolteca nos propone cuatro acuerdos básicos:

1. Sé impecable con la palabra.

Las palabras poseen una gran fuerza creadora, crean mundos, realidades y, sobre todo, emociones. Las palabras son mágicas: de la nada y sin materia alguna se puede transformar lo que sea. El que la utilicemos como magia blanca o como magia negra depende de cada cual.

Con las palabras podemos salvar a alguien, hacerle sentirse bien, transmitirle nuestro apoyo, nuestro amor, nuestra admiración, nuestra aceptación, pero también podemos matar su autoestima, sus esperanzas, condenarle al fracaso, aniquilarle. Incluso con nuestra propia persona: las palabras que verbalizamos o las que pensamos nos están creando cada día. Las expresiones de queja nos convierten en víctimas; las crítica, en jueces prepotentes; un lenguaje machista nos mantienen en un mundo androcéntrico, donde el hombre es la medida y el centro de todas las cosas, y las descalificaciones autovictimistas (pobre de mí, todo lo hago mal, qué mala suerte tengo) nos derrotan de antemano.

Si somos conscientes del poder de nuestras palabras, de su enorme valor, las utilizaremos con cuidado, sabiendo que cada una de ellas está creando algo. La propuesta de Miguel Ruiz es, por tanto:

“Utiliza las palabras apropiadamente. Empléalas para compartir el amor. Usa la magia blanca empezando por ti. SÉ IMPECABLE CON LA PALABRA”.

2. No te tomes nada personalmente.

Cada cual vive su propia película en la cual es protagonista. Cada cual afronta su propia odisea viviendo su vida y resolviendo sus conflictos y sus miserias personales. Cada cual quiere sobrevivir el sueño colectivo y ser feliz. Y cada cual lo hace lo mejor que puede dentro de sus circunstancias y sus limitaciones.

Las

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