Autoestima: La Olla Que Nadie Vigila. Virginia Satir.- Terapeuta Familiar
Enviado por YOYYTO • 15 de Mayo de 2014 • 2.513 Palabras (11 Páginas) • 1.687 Visitas
Autoestima: La Olla que Nadie Vigila.
Virginia Satir.- Terapeuta Familiar
Cuando era niño, vivía en una granja en Wisconsin. Detrás de la casa teníamos una enorme olla de hierro negra, muy bonita y bien redonda, con tres patas. Mi mama hacía su propio jabón, así que durante una época del año la olla estaba llena de jabón. En el verano, cuando llegaban los jornaleros, llenábamos la olla de guisado. Otras veces, mi padre la usaba para guardar el estiércol destinado al jardín de mamá. Llegamos a llamarla la "La olla triple uso", cada vez que alguien deseaba utilizarla se encontraba con dos problemas ¿Qué tiene la olla? Y ¿Qué tan llena estará?
Mucho después, cuando la gente me hablaba de sus sentimientos de autoestima - si se sentían llenos o vacíos, sucios o hasta maltratados - me acordaba de aquella vieja olla.
Un día hace varios años, una familia se encontraba en mi oficina, y sus integrantes trataban de explicar lo que sentían los unos respecto de los otros. Me acordé de la olla negra y les conté la historia. Pronto, los miembros de la familia empezaron a hablar de sus propias "ollas" individuales, si contenían sentimientos de valor o de culpabilidad, vergüenza, o inutilidad.
Poco después, este sencillo símbolo taquigráfico ayudaba a muchas de mis familias a expresar sentimientos que había resultado difíciles de explicar antes. El padre diría "Mi olla está alta (o llena), hoy", y el resto de la familia sabría que se sentía capaz de todo, lleno de energía y bienestar, seguro de su propia importancia. O, uno de sus hijos diría " Me siento de olla baja (o vacía). Esto les comunicaba a todos que se sentía poco importante, que estaba cansado, o aburrido o resentido, algo antipático. Podría hasta significar que siempre había tenido sensación de valor poco: que tenía que aceptar lo que fuera son quejarse.
Olla es una palabra sencilla, en este caso casi una palabra sin sentido. Lo que es más, empecé a utilizar esta palabra mucho antes de la popularidad de la marihuana . Así que siento como mía. Muchas de las palabras que emplean los profesionales para hablar del ser humano, suenan estériles y carentes de asociación con la vida real. Las familias parecen encontrar más fácil expresarse en términos de tipo " olla" y entender cuando otros expresan esa forma. De pronto se sienten más cómodos, libres del incongruente tabú de nuestra cultura contra la libre expresión de sentimientos. Una esposa que podría titubear en contar a su marido que se siente incapaz, deprimida, inútil, puede decir con toda libertad. “no me molestes - mi olla está por los suelos".
Así, en este libro, cuando digo "olla", me refiero a la autovaloración o autoestima y la olla va a ser nuestro tema en este capítulo.
Durante los años que tengo de enseñar a niños, de aconsejar a familias de todos niveles económicos y sociales, de entrenar a personas de todas clases - dadas las múltiples experiencias cotidianas de mi vida profesional y personal, me he convencido que el factor crucial en lo que acontece tanto dentro de las personas como entre ellas, es el concepto de valor individual que cada quién tiene de sí mimo - su olla.
Integridad, honestidad, responsabilidad, comprensión, amor - todo fluye fácilmente de la persona de olla llena. Siente que tiene importancia, que el mundo es un lugar mejor porque él está ahí. Tiene fe en su propia competencia. Solicita la ayuda de los demás porque tiene fe en sus propias decisiones y en que él mismo significa su mejor recurso. Al apreciar debidamente sus propio valor, está dispuesto a aquilatar y respetar el valor de los demás. Irradia confianza y esperanza. No tiene reglas para ninguno de sus sentimientos y se acepta totalmente a sí mismo como ser humano.
Las personas vitales se sienten de olla llena casi todo el tiempo. Es verdad que todos tenemos momentos difíciles cuando quisiéramos mandar todo al demonio; el cansancio nos abruma y el mundo nos asesta golpes con demasiado frecuencia; los problemas de la vida repentinamente se nos hacen insoportables. Pero la persona positiva toma estos sentimientos pasajeros de olla baja por lo que son - una crisis momentánea de la que podré salir, una molestia que no llega a ser más que eso.
Otras personas pasan la mayor parte de su vida en un estado de olla baja, porque piensan que valen poco. Esperan ser engañadas, pisoteadas, menospreciadas por los demás y como se anticipan a lo peor, le atraen y generalmente les llega. Como defensa, se ocultan tras un muro de desconfianza y se hunden en un terrible estado de soledad y aislamiento. Así, aisladas de los demás, se vuelven apáticas, indiferentes hacia sí mismos y con las personas que les rodean. Les resulta difícil ver, oír y pensar con claridad y por consiguiente, tiene mayor propensión a pisotear y despreciar a otros.
El temor es una consecuencia natural de esto desconfianza y aislamiento. El temor limita y ciega: evita que uno se arriesgue en la búsqueda de nuevas soluciones para los problemas y así da lugar a un comportamiento aún más autodestructivo. (El temor, por cierto, es siempre el miedo a alguna cosa futura. He observado que tan pronto como una persona se enfrenta o desafía a algo que teme, este temor desaparece).
Cuando la persona de olla normalmente baja sufre derrotas - de esas que pueden desanimar momentáneamente hasta la persona más positiva - se siente desesperado. ¿Cómo puede alguien tan inútil enfrentar dificultades así?, se pregunta. No es de sorprenderse que en ocasiones, la persona de olla baja recurre a las drogas, el suicidio o al asesinato. Estoy realmente convencida que gran parte del sufrimiento, de los problemas y desastres de la vida - hasta las guerras - son el resultado de la olla baja de alguien que no puede expresar su estado de ánimo abiertamente.
¿Puedes recordar alguna ocasión reciente en que te sintieras con muchos ánimos? Tal vez tu jefe te subió de puesto y te aumentó el sueldo; o te pusiste un vestido nuevo que te favoreció y recibiste algunos cumplidos; o arreglaste un problema difícil con uno de tus hijos y todo salió bien. Trata de volver a ese momento y revive la sensación que tuviste. Así es como se siente cuando tiene la olla alta.
¿Recuerdas otra ocasión cuando cometiste una grave falta o un error irreparable; o que tu jefe o tu cónyuge te regañó duramente; o te sentiste incapaz para enfrentar una dificultad con los hijos? Nuevamente, vuelve al pasado y revive los sentimientos de ese momento, aunque te resulte doloroso. Así es como se siente estar de olla baja.
Sentirse deprimido no es precisamente lo
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