Caso Clínico. La Inserción De Un Acompañante Terapéutico
Enviado por karenlarrosa35 • 6 de Mayo de 2015 • 1.292 Palabras (6 Páginas) • 284 Visitas
CASO CLÍNICO “L”: sobre la inserción de un acompañante Terapéutico
L. es traída por su hermana con un diagnóstico de depresión, cuadro que presenta desde hace dos años. Ha sido internada en dos oportunidades durante ese periodo, recibiendo tratamiento psiquiátrico y durante unos meses previos a la última internación ha estado en tratamiento con una psicóloga.
Es casada, con tres hijos varones de 14, 10 y 7 años, a los que ve sólo una vez al mes (a veces con menor frecuencia aún), cuando el padre los trae a Río III, ya que viven en una localidad rural distante 280 kilómetros. Ella vive, al momento de la consulta inicial, con su hermana mayor, el esposo y tres hijos.
Según relata, ha tenido episodios previos de depresión unos meses después de tener a su primer hijo, “aunque siempre, ya de soltera, fui muy negativa, como mi madre”. Pudo superar estas crisis con ayuda de los médicos de la zona donde vivía.
Hace dos años, cuando “entra en la última depresión”, como ella la llama, es traída por su marido a casa de su hermana mayor y “abandonada sin dinero ni apoyo de ningún tipo”, según su propia expresión. El esposo dice que la trae porque “…va a terminar enfermándolo a él y a sus hijos”.
Al poco tiempo ocurre la primera internación, luego de la cual va a vivir con su hermana menor en Córdoba Capital e inicia tratamiento con una psicóloga. Sobreviene la segunda internación y, al ser externada, la hermana menor manifiesta que no puede volver a recibirla porque ella también está enferma (es docente preescolar y tiene licencia psiquiátrica por stress).
L. va a vivir con unos primos de sus padres en otra localidad rural cercana al pueblo donde viven sus hijos. Al cabo de un tiempo estos parientes llaman a la hermana mayor para que venga a buscarla, puesto que ya no pueden tenerla más con ellos porque está muy mal. Esta lo hace y la trae a Río III, donde consultan a la psiquiatra quien adecua el tratamiento psicofarmacológico y la deriva a la psicoanalista. En la primera entrevista la hermana mayor pide hablar a solas con la analista y dice que “en casa no la podemos tener mucho tiempo, mi marido está sin trabajo y tenemos muchos problemas económicos y familiares…”.
Observamos que L. sufre de abandono y desalojo. Al ahondar en su historia hallamos que nunca tuvo un lugar propio, siempre estuvo de paso. Desde los 12 años fue interna en un colegio lejos de su pueblo natal. Al final de la secundaria vivió con una familia de una compañera de la escuela que, si bien la alojó (dice que de esa época son sus únicos recuerdos buenos) no era ese su lugar, sino el lugar de su amiga. Estudió el terciario en San Francisco, cuidad que “nunca me gustó”. Se casó y fue a vivir al pueblo de su esposo en casa de sus suegros. Allí tuvo la “primera depresión”, como ella la llama. Luego vivó un tiempo en la casa de campo de la familia de su marido, “amoblada con muebles prestados y los que desechaba mi suegra. El nunca quiso comprar muebles propios…”.
Al cabo de un tiempo de tratamiento empieza a pedir a la psiquiatra y a la analista que la internen, argumentando que ella no tiene otra salida. Al pedirle asociaciones a partir de la idea de “internación” ella habla de la muerte. En ese tiempo la hermana mayor ha solicitado entrevistas manifestando que ya no saben qué hacer, que la situación es insoportable, que “L. nos está enfermando a todos…”
L. en Río III no conoce a nadie más que la familia de su hermana, su madre ha muerto el año anterior, su marido vive a 280 kilómetros y no se hace cargo de ella. Los otros parientes ya no pueden/quieren
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