Conducta psicológico evolutivo

Explicaciones biológicas-evolutivas de la hostilidad dirigida a personas trans.

Esta es una descripción en la que se muestran explicaciones biológicas-evolutivas de la hostilidad, la cual está estrechamente relacionada con la violencia y la agresividad. Tras la revisión bibliográfica se encontró que tanto la violencia como la agresión tienen su origen en aspectos genéticos-neuroquímicos, endocrinológicos y neurobiológicos.

Según Bear et al. (2002), las estructuras del sistema nervioso central que participan incluyen: el sistema límbico y las estructuras no límbicas: tallo cerebral y médula espinal (citado en Escobar y Gómez, 2006). En este sentido, de acuerdo con Davidson (citado en Calzada, 2007), existe un defecto primario que conlleva a una serie de alteraciones en diferentes ámbitos que nos hace más proclive a la violencia. Estas alteraciones (de tipo estructural o funcional) pueden estar localizadas en cualquier nivel de la vía encargada de regular las emociones (corteza prefrontal, amígdala, hipocampo, hipotálamo, cingulado anterior o en sus interconexiones).

Sin embargo, en ocasiones las alteraciones tienen un carácter más molecular que estructural. De ahí que, el aumento en la actividad del sistema dopaminérgico, se asocie con los comportamientos violentos. De acuerdo con Purves (2004), la 5-hidroxitriptamina o serotonina (5-HT) es el neurotransmisor más relacionado con la agresión. En este sentido, disminuciones en los niveles de este neurotransmisor se asocian con aumentos en las reacciones hostiles, impulsividad y disminución de la evaluación de riesgo (citado en Liévano, 2013).

En cuanto a los factores endocrinos, se tiene la hipótesis de que las hormonas esteroideas, como la testosterona, influyen en la conducta agresiva, al menos en los modelos de animales de experimentación, así se ha demostrado que la presencia de andrógenos prenatalmente es crucial en el desarrollo de comportamientos agresivos en diversas especies.  (Floody y Pfaff, 1972). Por tanto, surge la hipótesis   de   una   mayor   sensibilización   de   los receptores para los andrógenos, particularmente en el área preóptica del hipotálamo, el septum, la amígdala y el núcleo dorsal del rafé en sujetos agresivos (Siegel et al.,1999).

Referencias:

1. Floody, O. R. & Pfaff, D.W. (1972). Steroid hormones and aggresive behavior: approaches to the study of hormone sensitive brain mechanisms for behavior. Aggression, 52, 149-184. Recuperado de https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/4473808
2. Liévano Parra, D. (2013). Neurobiología de la agresión: aportes para la psicología. Vanguardia Psicológica, 4, 69-85. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4815164
3. Siegel, A. (1997). The neural bases of aggression and rage in the cat. Aggression and Violent Behavior, 2, 241-271. Recuperado de https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1359178996000109
4. Siegel, A., Roelinjg, A., Gregg, R. & Kruk, M. (1999). Neuropharmacology of brain stimulation   evoked   aggression. Neuroscience and Biobehavioral, 23, 359-289.
5. Escobar, A. & Gómez González, B. (2006). Violencia y cerebro. Revista Mexicana de Neurociencia, 7 (2), 156-163. Recuperado de  http://revmexneuroci.com/wp-content/uploads/2014/06/Nm062-08.pdf
6. Calzada Reyes, A. (2007). Aproximación a los correlatos biológicos de la agresividad y la violencia humana. Revista Neurología, Neurocirugía y Psiquiatría, 40 (4), 114-121.

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