Constructivismo radical: la realidad como construcción
Enviado por dtarrillog • 24 de Marzo de 2015 • Síntesis • 2.772 Palabras (12 Páginas) • 194 Visitas
Constructivismo radical: la realidad como construcción
Santiago Koval
Así como en la teoría de la evolución el medio pone límites a los seres vivos (estructuras orgánicas) y elimina variantes que transgreden las posibilidades de vida dentro del espacio limitado, de la misma manera el mundo de la experiencia [...] constituye la piedra de toque para nuestras ideas (estructuras cognitivas).
Von Glasersfeld
La historia de la epistemología gira en torno a dos grandes cuestiones: en primer lugar, la discusión sobre si existe una realidad objetiva, externa e independiente a nosotros; y, en segundo lugar, la relación que existe entre los sujetos cognoscentes y el mundo real. En este estudio trataremos de exponer los rasgos generales del constructivismo radical en tanto teoría que busca dar respuesta a estas dos grandes cuestiones para poder, finalmente, plantear algunos problemas que la misma suscita.
Antes de empezar, emprendamos un veloz viaje por la historia de la epistemología. La respuesta a la primera cuestión sólo ha sido negativa en el idealismo inmaterialista fundado por el obispo inglés George Berkeley. Él niega la existencia de toda materia y, por tanto, del mundo real, diciendo que la realidad, lo que nosotros vemos, no es más que una colección de ideas en nuestro espíritu. Berkeley afirma a su vez que, por ejemplo, una habitación fuera del alcance sensorial de cualquier ser humano, seguirá existiendo, pero no por ser material y ajena a nosotros, sino porque es una idea en el espíritu de Dios. Dios, espíritu creador, es quien ha puesto las ideas de las cosas en nuestro espíritu. De modo que somos víctimas de ilusiones, puesto que lo que nosotros percibimos a través de los sentidos no se corresponde con una realidad material objetiva, sino que está en nosotros mismos o, en el mejor de los casos, en el espíritu de Dios. Así, pues, podemos ver que en esta forma de idealismo extremo, la segunda gran pregunta de la epistemología sobre nuestra relación con el mundo real no tiene sentido. Sin embargo, fuera del idealismo extremo del obispo inglés -con excepción de Leibniz-, todas las teorías idealistas aceptan la existencia de una realidad externa e independiente a nosotros. De modo que la gran controversia de las teorías contemporáneas versa sobre la segunda cuestión, esto es, sobre la relación que existe entre el mundo objetivo y los sujetos en su calidad de organismos sensibles dotados de mecanismos de aprehensión de datos exteriores. De todo lo anterior se desprende que la respuesta a la segunda pregunta está íntimamente ligada a la de la primera, de forma tal que la primera condiciona a la segunda. Por este motivo, cabe advertir que en nuestro estudio el primer punto será considerado como un supuesto básico y primordial sin el cual no podríamos encarar una discusión sobre la epistemología contemporánea. En otras palabras, nuestro análisis se centrará en la segunda gran pregunta de la epistemología, a saber, cuál es la relación que existe entre nosotros y el mundo.
Hilary Putnam sostiene que el concepto de verdad desde los presocráticos hasta Kant, ha sido asociado al conocimiento que corresponde a una realidad independiente y objetiva. De este modo, un conocimiento es objetivamente válido si se corresponde con un estado de cosas real. Sin embargo, a partir de Kant surge una nueva concepción que confiere al sujeto un papel determinante en el acto de conocer. Es el sujeto el que contribuye a construir la realidad objetiva a través de las categorías del pensamiento, el tiempo y el espacio. Así, de acuerdo con esta concepción, nuestra mente no crea sus leyes partiendo de la naturaleza, sino que se las impone. Esto marca una diferencia esencial en la tradicional forma de entender la relación entre saber y realidad: El sujeto no es más el “descubridor” de una realidad externa a sí mismo y el encargado de ampliar el límite del saber humano, sino que es él quien construye esa misma realidad imponiéndole sus propias leyes.
Ahora bien, es el momento de presentar las tesis principales del constructivismo radical. Como señalamos antes, a partir de la Crítica de la Razón Pura de Kant, la teoría del conocimiento toma dos caminos diametralmente opuestos. El punto de inflexión es la relación entre saber y realidad: Por un lado, la concepción de que el saber es sólo saber si permite conocer el mundo tal como es, y, por el otro, la idea de que nosotros construimos nuestra propia realidad imponiéndole nuestras leyes. El constructivismo toma la idea kanteana del conocimiento adjudicándole un papel principal al sujeto cognoscente. Así, la idea fundamental consiste en pensar en los sujetos como constructores de la realidad. El mundo que experimentamos, dicen los constructivistas, lo construimos automáticamente nosotros. De este modo de entender la realidad, se sigue la forma de comprenderla en su relación con el saber humano. Como vimos antes, de acuerdo con la concepción tradicional de la teoría del conocimiento, tenemos acceso al mundo real como y tal cual es. De esto se sigue que nuestro saber debe corresponderse o estar de acuerdo con este mundo, dado que sólo de este modo podemos afirmar que tenemos un verdadero conocimiento del mismo. En contraste, si aquello que llamamos realidad no es más que una construcción producto de nuestras leyes, entonces nuestro saber no puede corresponderse con ella como el color blanco de un catálogo se corresponde con el de la pared. Aquí es necesario hablar de una relación distinta. De este modo, surge la idea de que esta relación no se explica en términos de correspondencia, sino que se entiende como un encaje o una adaptación.
Tratemos de esbozar con mayor precisión este último concepto. Aquí nos puede ayudar una analogía trazada por Ernst von Glaserfeld: Una llave “encaja” en la cerradura cuando la abre. Ese encajar describe una capacidad de la llave, pero no de la cerradura. Así, según esta concepción, deberíamos pensar que estamos frente al mundo circundante como un bandido ante una cerradura que debe abrir para adueñarse del botín. Es dable advertir, continúa Glaserfeld, que en este sentido la palabra “encajar” corresponde a la voz inglesa fit de la teoría evolutiva darwinista. De modo que “así como [en la teoría de la evolución] el medio pone límites a los seres vivos (estructuras orgánicas) y elimina variantes que transgreden las posibilidades de vida dentro del espacio limitado, de la misma manera el mundo de la experiencia [...] constituye la piedra de toque para nuestras ideas (estructuras cognitivas). (Von Glasersfeld 1993: 23) Esto presupone una interpretación de la teoría evolutiva, según la cual
“… los órganos o nuestras ideas nunca pueden ajustarse a la realidad, sino que es la realidad la que mediante su limitación de lo
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