Cotirianidad
Enviado por • 20 de Septiembre de 2014 • 567 Palabras (3 Páginas) • 164 Visitas
escasas las lágrimas (excepto quizá de los muy pequeños) y pocos
los gritos de júbilo. La asistencia de los niños a la escuela es, en nuestra sociedad, una experiencia tan
corriente que pocos de nosotros nos detenemos apenas a considerar lo que sucede cuando están allí.
Desde luego, nuestra indiferencia desaparece ocasionalmente. Cuando algo va mal o se nos informa de
un logro importante, podemos reflexionar, por un instante al menos, sobre el significado de la
experiencia para el niño en cuestión. Pero la mayor parte del tiempo simplemente advertimos que
nuestro Johnny se dirige a la escuela y que ha llegado el momento para una segunda taza de café.
Desde luego, los padres se interesan por
lo bien
que Johnny realice todo allí. Cuando regrese al
hogar, es posible que le pregunten cómo le fueron hoy las cosas o, en términos más generales, cómo va.
Pero tanto las preguntas como las respuestas se centran en los hitos de la experiencia escolar —sus
aspectos infrecuentes— más que en los hechos vanos y aparentemente triviales que constituyeron el
conjunto de sus horas escolares. En otras palabras, los padres se preocupan por el condimento de la
vida escolar más que por su propia naturaleza.
También los profesores se interesan sólo por un aspecto muy limitado de la experiencia escolar
de un pequeño. Es probable además que se concentren en actos específicos de mala conducta o de
logros como representación de lo que un determinado alumno hizo ese día en la escuela, aunque los
actos en cuestión supusieran tan sólo una pequeña fracción de tiempo del estudiante. Como los padres,
los profesores rara vez reflexionan sobre el significado de los millares de acontecimientos fugaces que
se combinan para formar la rutina del aula.
El propio alumno no se muestra menos selectivo. Incluso si alguien se molestara en preguntarle
por los detalles de su día escolar, probablemente sería incapaz de formular una relación completa de lo
que hizo. También para él se ha reducido el día en la memoria a un pequeño número de acontecimientos
señalados («Saqué una buena nota en el examen de ortografía»; «Llegó un chico nuevo y se sentó a mi
lado») o a actividades recurrentes («Fuimos a gimnasia», «Hemos tenido música»). Su recuerdo
espontáneo de los detalles no es muy superior a lo exigido para responder a nuestras preguntas
convencionales.
Desde el punto de vista del interés humano resulta comprensible la concentración en los hitos
de la vida escolar. Se opera un proceso similar de selección cuando investigamos otros tipos de
actividad cotidiana o hacemos una relación de ellos. Cuando se nos pregunta sobre nuestro viaje al
centro de la ciudad o nuestra
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