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Crimenes De La Calle


Enviado por   •  14 de Mayo de 2015  •  16.378 Palabras (66 Páginas)  •  290 Visitas

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Los crímenes de

la calle Morgue

Edgar Allan Poe

1809 - 1849

LOS CRÍMENES DE LA CALLE

MORGUE

Las condiciones mentales que suelen considerarse como

analíticas son, en sí mismas, poco susceptibles de análisis. Las

consideramos tan sólo por sus efectos. De ellas sabemos, entre

otras cosas, que son siempre, para el que las posee, cuando se

poseen en grado extraordinario, una fuente de vivísimos

goces. Del mismo modo que el hombre fuerte disfruta con su

habilidad física, deleitándose en ciertos ejercicios que ponen

sus músculos en acción, el analista goza con esa actividad

intelectual que se ejerce en el hecho de desentrañar. Consigue

satisfacción hasta de las más triviales ocupaciones que ponen

en juego su talento. Se desvive por los enigmas, acertijos y

jeroglíficos, y en cada una de las soluciones muestra un

sentido de agudeza que parece al vulgo una penetración

sobrenatural. Los resultados, obtenidos por un solo espíritu y

la esencia del método, adquieren realmente la apariencia total

de una intuición.

Esta facultad de resolución está, posiblemente, muy

fortalecida por los estudios matemáticos, y especialmente por

esa importantísima rama de ellos que, impropiamente y sólo

teniendo en cuenta sus operaciones previas, ha sido llamada par

excellence: análisis. Y, no obstante, calcular no es

intrínsecamente analizar. Un jugador de ajedrez, por ejemplo,

lleva a cabo lo uno sin esforzarse en lo otro. De esto se deduce

que el juego de ajedrez, en sus efectos sobre el carácter mental,

no está lo suficientemente comprendido. Yo no voy ahora a

escribir un tratado, sino que prólogo únicamente un relato muy

singular, con observaciones efectuadas a la ligera. Aprovecharé,

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por tanto, esta ocasión para asegurar que las facultades más

importantes de la inteligencia reflexiva trabajan con mayor

decisión y provecho en el sencillo juego de damas que en toda

esa frivolidad primorosa del ajedrez.

En este último, donde las piezas tienen distintos y bizarros

movimientos, con diversos y variables valores, lo que tan sólo

es complicado, se toma equivocadamente —error muy

común— por profundo. La atención, aquí, es poderosamente

puesta en juego. Si flaquea un solo instante, se comete un

descuido, cuyos resultados implican pérdida o derrota. Como

quiera que los movimientos posibles no son solamente

variados, sino complicados, las posibilidades de estos

descuidos se multiplican; de cada diez casos, nueve triunfa el

jugador más capaz de concentración y no el más perspicaz. En

el juego de damas, por el contrario, donde los movimientos son

únicos y de muy poca variación, las posibilidades de descuido

son menores, y como la atención queda relativamente distraída,

las ventajas que consigue cada una de las partes se logran por

una perspicacia superior. Para ser menos abstractos

supongamos, por ejemplo, un juego de damas cuyas piezas se

han reducido a cuatro reinas y donde no es posible el descuido.

Evidentemente, en este caso la victoria —hallándose los

jugadores en igualdad de condiciones— puede decidirse en

virtud de un movimiento recherche resultante de un

determinado esfuerzo de la inteligencia. Privado de los recursos

ordinarios, el analista consigue penetrar en el espíritu de su

contrario; por tanto, se identifica con él, y a menudo descubre

de una ojeada el único medio —a veces, en realidad,

absurdamente sencillo— que puede inducirle a error o llevarlo

a un cálculo equivocado.

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Desde hace largo tiempo se conoce el whist por su

influencia sobre la facultad calculadora, y hombres de gran

inteligencia han encontrado en él un goce aparentemente

inexplicable, mientras abandonaban el ajedrez como una

frivolidad. No hay duda de que no existe ningún juego

semejante que haga trabajar tanto la facultad analítica. El mejor

jugador de ajedrez del mundo sólo puede ser poco más que el

mejor jugador de ajedrez; pero la habilidad en el whist implica

ya capacidad para el triunfo en todas las demás importantes

empresas en las que la inteligencia se enfrenta con la

inteligencia. Cuando digo habilidad, me refiero a esa perfección

en el juego que lleva consigo una comprensión de todas las

fuentes de donde se deriva una legítima ventaja. Estas fuentes

no sólo son diversas, sino también multiformes. Se hallan

frecuentemente en lo más recóndito del pensamiento, y son por

entero inaccesibles para las inteligencias ordinarias. Observar

atentamente es recordar distintamente. Y desde este punto de

vista, el jugador de ajedrez capaz de intensa concentración

jugará muy bien al whist, puesto que las reglas de Hoyle,

basadas en el puro mecanismo del juego, son suficientes y, por

lo general, comprensibles. Por esto, el poseer una buena

memoria y jugar de acuerdo con «el libro» son “Los Crímenes

de la Rue Morgue” de Edgar Allan Poe, por lo común, puntos

considerados como la suma total del jugar excelentemente.

Pero en los casos que se hallan fuera de los límites de la

pura regla es donde se evidencia el talento del analista. En

silencio, realiza una porción de observaciones y deducciones.

Posiblemente, sus compañeros harán otro tanto, y la

diferencia en la extensión de la información obtenida no se

basará tanto en la validez de la deducción como en la calidad de

la observación.

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Lo importante es saber lo que debe ser observado. Nuestro

jugador no se reduce únicamente al juego, y aunque éste sea el

objeto de su atención, habrá de prescindir de determinadas

deducciones originadas al considerar objetos extraños al juego.

Examina la fisonomía de su compañero, y la compara

cuidadosamente con la de cada uno de sus contrarios. Se fija en

el modo

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