Cuaderno 4 Comportamiento Humano
Enviado por luisfemendozamat • 10 de Noviembre de 2014 • 2.384 Palabras (10 Páginas) • 388 Visitas
Cuaderno 4. Cuarta parte
Ejercicio 1
Predicados para reinventar y traducir
A continuación, se presentan algunas frases para reinventar, es decir, para que las reproduzca según sus propias palabras. Lo que debe hacer es seguir el ejemplo para que pueda practicar las formas de emplear las diferentes formas de percepción traduciendo las frases, desde un sistema perceptual a otro, esto es, de visual (V), a cinestésico (C) y/o auditivo (A), a través del lenguaje verbal.
Ejemplo:
Frase en percepción visual (V): Lo que me espera en el horizonte es un poco brumoso para mí.
(Reinventa en V): Hay una especie de niebla que me impide ver claramente mi futuro.
(Traduce a C): Tengo una sensación de pesadumbre acerca del futuro
(Traduce a A): Algo me dice que mi futuro va a ser disonante.
Instrucciones: Realice las actividades que a continuación se presentan.
1. (V) Quiero obtener un enfoque claro de mis problemas.
Reinventar en V traducir a C y A
Reinventar V: Veo soluciones a los imprevistos que me causan conflicto en mi vida.
Traducir C: Puede ser que mis dificultades vayan mejorando.
Traducir A: Algo me dice que todo va a tomar mejor rumbo en mi vida.
2. (A) Me suena como una buena idea.
Reinventar en A traducir a C y V
Reinventar A: Tengo un buen presentimiento sobre esto.
Traducir C: Puede ser que tenga grandiosos resultados con esta opción.
Traducir V: Veo que vamos a cumplir con la meta.
3. (C) Su actitud me huele mal.
Reinventar en C traducir a A y V
Reinventar C: Siento que sus intenciones no son buenas.
Traducir A: Algo me dice que solo quiere que estemos mal.
Traducir V: Veo que nos tendrá una jugarreta.
Se recomienda que por turno con otras personas, inventen frases y repitan el mecanismo hasta obtener fluidez en el manejo de los sistemas representacionales.
Ejercicio 2
¿Barreras u obstáculos?
Individual o en equipo
Instrucciones: Lea el siguiente caso con atención y responda lo que se le solicita al finalizar el mismo.
Domingo por la tarde
Por: David Cervantes Lucero
Es domingo por la tarde, el sol resplandece en todo lo alto y la plaza de Coyoacán se encuentra repleta de gente, así como de puestos donde venden múltiples artículos artesanales. Entre toda esa multitud y puestos ambulantes, pasean alegremente Verónica y Francisco, que se detienen en cada puesto para admirar las bellezas que fabrican nuestros diestros artesanos. Llevan varios meses de casados y hasta ese día no habían tenido una sola riña. Su relación era verdaderamente envidiable ante sus amistades. Lejos estaban de imaginar que esa tarde se suscitaría una de sus primeras discusiones.
Todo comenzó al contemplar una serie de pinturas, que ese día exhibían en la plaza. En la mayoría de ellas opinaban muy similar y a pesar de que en algunos casos, existía alguna discrepancia, lograban al final ponerse de acuerdo sin mayor problema. Pero de repente observaron un cuadro muy particular, en el cual fijaron la mirada. En ese momento Francisco pensó:
— Que cuadro tan interesante, parece que el autor captó la expresión de firmeza en la mirada de ese anciano.
Al mismo tiempo Verónica también pensaba:
— Qué preciosa pintura, la sencillez provinciana está plasmada en ella, el matiz y manejo de sombras son realmente asombrosos.
Francisco seguía pensando:
— Ahora que lo observo bien me recuerda mucho a mi abuelo, la firmeza en su expresión, ese aire de sabiduría por el paso de los años y ese contrastante matiz de dureza y ternura en su rostro, ¡como quería a mi abuelo!, y que días tan felices pase a su lado, ahora me parece aún más hermoso este cuadro.
Por otro lado Verónica meditaba:
— Esta pintura me recuerda mi pueblo, la pobreza en la que viví con mi madre y mi padre, ambos trabajaban duro para así poder apenas comprar tortillas y frijoles para comer, que tristes días aquellos, ya no me parece tan bello este cuadro.
Francisco volteó a ver emocionado a Verónica y le dijo:
— ¡Tenemos que comprar definitivamente este cuadro, se vería hermoso en nuestra sala!
Verónica lo miró sorprendida por su emoción y le dijo:
— ¡No!, me parece que no debemos comprarlo, es un cuadro demasiado triste, melancólico y además no es tan bonito.
Francisco trató de persuadirla, elevando la voz aun emocionado:
— ¡Vamos como que no es un cuadro tan bonito! pero, si es verdaderamente maravilloso, obsérvalo bien, el color, las forma y la textura es algo única, tenemos que adquirirlo.
Verónica se molestó por la insistencia de Francisco y frunciendo el seño replicó en tono áspero y cortante:
— ¡Bueno no es para que te enojes, no porque te guste un mugroso cuadro, me tiene que gustar forzosamente a mí!, si quieres cómpralo, pero lo colocas en tu estudio, yo no lo quiero en mi sala.
Francisco que no estaba en un inicio enojado, ante la contestación de Verónica, la miró molesto, sentía que de alguna manera lo había agredido, y más que a él, a la memoria de su abuelo. Cruzó los brazos y dando un gran suspiro para controlarse agregó con aire desdeñoso:
— Este mal gusto por la pintura no te lo conocía, pero yo si lo voy a comprar, a demás el autor debe ser una persona demasiado sensible para pintar algo como esto. No cualquier persona puede captar lo que esta pintura proyecta, solo aquel que tenga un conocimiento del arte, y obviamente yo lo tengo.
La reacción de Francisco molestó aun más a Verónica, la cual movía la cabeza muy insistente en varias direcciones, como buscando a alguien, hasta que su mirada se detuvo en un muchacho que se encontraba vendiendo una pintura a unos nueve metros de donde se encontraban ellos, al final de la exposición de pinturas que estaban observaban. El muchacho aparentaba unos 26 años, vestía una chaqueta de cuero, pantalones de mezclilla gastados de las rodillas, playera negra con el nombre de algún grupo musical. Los zapatos se veían viejos y sucios por el polvo que volaba de las jardineras del parque, tenía el cabello largo y se notaba que no se había afeitado en un par de días.
Verónica lo observo un instante y lo señalo al tiempo que miraba a Francisco y dijo:
— Mira, ¿qué tal si ese es el autor?, ¿tú crees que una persona así puede tener la sensibilidad para pintar?, seguramente es uno de esos vagos motociclistas, rebeldes sin causa, que se reúnen al principio de la plaza, presumiendo sus motocicletas, molestando a la gente con su escándalo y vende este tipo
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