De La Cuna A La Luna
Enviado por cielito8 • 16 de Febrero de 2014 • 2.741 Palabras (11 Páginas) • 167 Visitas
De la Cuna a la Luna
El contacto con los libros y la literatura en la primera infancia es esencial en la vida de las personas, la experiencia estética y la relación con los adultos cercanos que acercan, acompañan y facilitan las claves para ingresar amorosamente en la cultura que los recibe. Sobre estos temas dialogaron Yolanda Reyes y Magdalena Fleita en una actividad del festival Filbita realizada en la Biblioteca Nacional. Aquí la desgrabación del encuentro.
María Emilia López: Buenas tardes, lo que nos vamos a proponer pensar en esta mesa es el mundo poético en la primera infancia, la función de los mediadores de la cultura, el arte y la lectura. Desde los libros, desde la oralidad a la música: ese es el territorio que vamos a abordar en el día de hoy. Podríamos comenzar preguntándonos qué es leer en la primera infancia. Para eso vamos a dar la palabra a Yolanda.
Yolanda Reyes: Muchas gracias, es un placer estar en Buenos Aires otra vez, entre tantos amigos. Gracias a Filbita y a los patrocinadores (parezco un ciclista) [Risas]. Pues llevo pensando esa pregunta mucho tiempo, desde hace como 20 años, y no me la puedo contestar muy bien. Pero me parece que entrar en la cultura, que antes se pensaba que era entrar en la lengua escrita, es entrar en los miles de formatos sonoros y escritos en cifra que da cuenta de la experiencia de los que ya no están, y es entrar en esa escena humana tan distinta a las escenas de los otros animales mamíferos, porque está mediada por lo simbólico, por las palabras. Leer en la primera infancia es ser descifrado por otro que nos quiere, que pone límites a la indefensión y en esta película tan de toda la experiencia desordenada tumultuosa que es el mundo del recién nacido. Desde ese punto de vista creo que la actividad descifradora quizás podría empezar desde antes de nacer cuando hay una voz que nos nombra en las entrañas. A veces he pensado también que la diferencia entre una madre humana y otra mamífera justamente empieza desde que alguien empieza a decir “voy a tener un hijo”: siempre hay palabras, siempre hay preparativos simbólicos. Lo que creo que nos hace encontrar en esta mesa son todas estas posibilidad de entrar en el lenguaje, o como decía Evelio Cabrejo, casi que salimos del vientre de la madre al vientre de la lengua o, más exactamente, al vientre de la poesía. Leer en la primera infancia tiene mucho que ver con la música y por eso me encanta que Magdalena esté aquí. Creo que no hay nada más sonoro que un útero y quizás hasta allá llega la voz más entrañable que es la primera voz que lo nombra.
Magdalena Fleita: Hola. Hace un rato charlábamos sobre las preguntas que escribió María Emilia. A veces una no se da cuenta pero va separando cosas que están unidas como la literatura y la música, como las artes, porque son distintas formas de expresarse. Cada uno puede sentir cierta afinidad por una pero todas tienen que ver con la comunicación, la expresión, con salir a la luz y mostrarse. En relación a la musicalidad de las palabras, cómo le va leyendo a los chicos chiquitos, cantando, jugando con las rimas: todo está lleno de poesía y música. Incluso para los más pequeños, las palabras pueden no tener un sentido comprensible, podría ser un [hace un juego con la voz], pero está lleno de significado de comunicación. Quiero aclarar que yo vengo de la musicoterapia y capaz utilice palabras que no son exactas o adecuadas pedagógicamente; pido disculpas por eso. Pero quiero avanzar. Estamos hablando de comunicar y la música y la poesía van mucho más allá, tienen un poder más profundo de lo que podamos escuchar de ellas. Y esto se ve mucho con los nenes más chiquititos: hay veces que viene una abuela y canta una canción sin decir palabras concretas y transmite tanto. Cuál es toda la fuente de recursos que hay en la palabra y en la musicalidad: me gustaría traer a la luz cuál es la fuente de recursos que tiene cada uno como mamá, como papá, como docente, como escritor, que ha heredado de abuelos o del barrio y que es parte de este patrimonio tan lindo que podemos transmitirle a los chicos, mucho más valioso que a veces tomar algo de afuera porque aparentemente sea más importante. Por qué es más valioso: porque es auténtico. Y como dice Yolanda, viene lleno de emoción, de afecto, de historia. Y en este sentido la palabra y la música es donde se encuentran profundamente.
María Emilia López: Hay un dato muy interesante: más o menos desde el cuarto o quinto mes de gestación los bebés pueden discriminar el sonido de la voz de la madre. Ese sonido empieza a componerse como un lenguaje, quiere decir cosas. Al nacer el mundo es un pictograma, no hay nada reconocible al salir del mundo acuoso donde nunca se tuvo hambre o frío, nunca se tuvo una necesidad no satisfecha a un mundo donde uno es vapuleado, hace frío, o le duele la panza y siente hambre debe ser una experiencia muy compleja, como si no hubiera nada del lenguaje que a uno lo ligara con los significados. Pero al salir del vientre materno la voz de la madre es la que une la experiencia del adentro con el afuera. Uno podría decir que es el inicio de la alfabetización. Es el primer signo alfabético que el bebé tiene para relacionarse con el mundo: es palabra y música.
Yolanda Reyes: Es que viene del corazón, del sístole y el diástole. Hace poco mi sobrina de poquiticos días de nacida estaba en el dormitorio, la estaban cambiando, y yo veía su mirada: cómo se orientaba hacia la voz que está inscrita en un lugar, que ya está. Cuando la bebé empezó a buscar el pezón —y las que hemos sido mamás sabemos que no es tan bonito como lo pintan los libros—, la necesidad de la madre de hablar, y de hablar cantando sin darse cuenta. En presencia de un bebé los adultos cantamos. Esa pulsión evolutiva de subrayar los perfiles de la lengua para organizar el mundo de un bebé es muy impresionante y es algo que traemos casi como parte del equipaje. Fue un momento tan bello ese encuentro entre dos personas que se conocen por la voz, por cómo cantan. No importa lo que ella dijera, era la voz que cantaba. Cuando un bebé nace no se sabe qué hacer con él y por lo general cuando uno no sabe qué hacer con un bebé termina cantando. Las canciones de cuna, si uno se pudiera a estudiarlas, siempre están diciendo “me tengo que ir, por favor duérmete”, pero lo dicen de una manera que es lo que hace la literatura que nos enreda, nos envuelve y nos dice cosas terribles sobre la ausencia y nos lo dice de una forma que nos seduce siempre. La música y la poesía son hermanas y es lo que hacemos cuando estamos cerca del corazón. Que viene de muy atrás y que nombra, siempre, a la ausencia.
Magdalena Fleita: Yo me preguntaba qué cosas no estamos viendo, qué cosas no conocemos acerca de la vibración y el uso de la voz. Muchas veces, por cómo
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