De Nuevo Aprenderé.

Considerando los trágicos hechos acaecidos en estos últimos tiempos de otoño triste y vientos desfavorables, lo primero que se debe hacer es aceptar que las cosas han cambiado. Los prados verdes ya no son tan verdes, más bien están secos y acabados; los atardeceres naranja ahora se tiñen de rojo sangre inmisericorde; las noches despejadas se han llenado de nubes densas que llaman a la confusión... los trágicos hechos sucedidos en estos últimos tiempos han ordenado perfectamente el caos en cada rincón de una vida que no se ha querido esmerar por respetar ese orden tan desequilibrado: la mía.

La tarea es obvia. Habrá que poner de nuevo todo en su lugar, recoger los libros esparcidos por el suelo y volver a ordenarlos en el estante en el orden en que antes estaban: primero poesía, luego cuento y luego novela... no al revés. Habrá que limpiar el polvo que ha caído sobre las pinturas y ponerlas en lugares visibles, cosa que de nuevo sean parte central en la casa. Finalmente habrá que llenarlo todo de sonidos nuevos, de pianos armónicos y guitarras vibrantes, de armonías alegres y crescendos inspiradores. Ya después de arreglada la casa, la tarea será aprender.

Y entonces, ya con todas las comodidades de una casa renovada, reinstalada y reordenada, tendré que aprender de nuevo a cuidar las flores y a regarlas en el momento exacto; tendré que aprender de nuevo a llenar la casa y el corazón de detalles, detalles de aquellos que tienen una vida y una esencia propia, detalles que maten... pero que también hagan vivir. De nuevo tendré que aprender a escribir, y no como académica aburrida y poco creativa, sino como aquella soñadora poeta que alimentó mis ilusiones desde la infancia, llena de amores, tristezas, orgullos, errores vagos y suspiros frescos.

Y finalmente, después de todo ese largo proceso, aprenderé a amar de nuevo. Aprenderé a darlo todo de nuevo, a luchar una vez más, a entregar la pintura, la literatura, la música, los detalles, la infancia, los prados, los pianos y las guitarras, los amaneceres y atardeceres, las noches despejadas, las armonías y los crescendos... entregarlo todo por aquella persona que llegue a ayudarme a decorar mi casa, mi corazón, y sobre todo, que llegue a ser el culpable y a la vez la víctima de mi nuevo aprendizaje.

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