Desarrollo Histórico De La Motivacion
Enviado por gabbylink • 20 de Enero de 2014 • 2.561 Palabras (11 Páginas) • 508 Visitas
DESARROLLO HISTÓRICO DEL ESTUDIO DE LA MOTIVACIÓN
a) Etapa pre-científica
En la etapa pre-científica del estudio de la motivación, las metodologías buscaron dar explicación al comportamiento humano y lo atribuyeron a espíritus que dominaban al hombre. Los griegos, por otro lado, dieron explicaciones más racionales. Sócrates trató de encontrar el porqué de la búsqueda de felicidad en el hombre por lo que habló del dualismo de la naturaleza humana (Mankeliunas, 1987). Platón propuso que la motivación fluía desde un alma tripartita, jerárquicamente cons¬tituida: en un nivel primitivo estaba el aspecto apetitivo del alma, que contribuía a los apetitos y deseos corporales como el hambre y el sexo; en un segundo nivel se ubi¬caba el elemento competitivo, que aportaba los roles socialmente especificados como los sentimientos de honor y vergüenza; y en un nivel más alto se encontraba el aspecto calculador, que era responsable de las capacidades de toma de decisiones del alma, como la razón y la elección. De la misma manera, Aristóteles retoma el alma tripartita, organizada jerárquicamente, pero con una terminología diferente: nutritiva, sensitiva y racional, las que se correspondían con las de Platón (Reeve, 2003).
En la edad Media, Tomas de Aquino y otros distinguieron el deseo sensual de la voluntad racional. Para los filósofos de la época post-renancentista, como Descartes, Hobbes y Spinoza, los impulsos eran todavía una clase importante de variables psicológicas de importancia equiparable a la de los procesos afectivos e intelectuales (Madsen, 1967).
Descartes añadió a su dualismo mente-cuerpo la distinción entre los aspectos pasivo y activo de la motivación. El cuerpo constituía un agente mecánico y motivacionalmente pasivo, mientras que la voluntad era un agente inmaterial y motivacionalmente activo. Como entidad física, el cuerpo poseía necesidades nutricias y respondía al ambiente en formas mecánicas a través de sus sentidos, reflejos y fisiología. La mente, sin embargo, era una entidad espiritual, inmaterial y pensante que poseía una voluntad intencional. Para Descartes, la fuerza motivacional última era la voluntad. Razonó que si podía comprender la voluntad, entonces sería capaz de comprender la motivación. La voluntad iniciaba y dirigía la acción; elegía si actuaba y qué hacer cuando actuaba. Las necesidades corporales, las pasiones, placeres y los dolores ciertamente creaban impulsos a la acción, pero tales impulsos sólo excitaban la voluntad. La voluntad consistía en una facultad de la mente que controlaba los apetitos y pasiones corporales en aras de la virtud y la salvación mediante el ejercicio de sus poderes de elección y de lucha. Al asignar poderes de motivación exclusivos a la voluntad, Descartes proporcionó la primera gran teoría de la motivación (Reeve, 2003).
Según esta teoría todo acto de voluntad es una actuación orientada. La acción volitiva del hombre se desarrolla en el proceso del trabajo. Todas las actuaciones específicamente humanas son volitivas en todo el sentido de la palabra, la actuación que se produce bajo las condiciones de conflicto interno, de contradictorias tendencias es un acto de voluntad en el más estricto y específico sentido de la palabra (Rubinstein, 1978).
Ya en el siglo XX la psicología trata de abordar el estudio experimental de la voluntad, pero dicho estudio ofreció dificultades absolutamente comprensibles. Ach (1905; cit. por Rubinstein, 1978) y posteriormente Michotte y Prom (1910; cit. por Rubinstein, 1978) y algunos otros más intentaron estudiar experimentalmente el acto volitivo. Pero estos estudios resultaron completamente insatisfactorios.
Los filósofos no descubrieron la naturaleza de la voluntad ni las leyes mediante las cuales operaba. El problema se multiplicaba al intentar resolverlo. Al utilizar la voluntad debían de explicar no sólo la motivación sino también al motivador: la voluntad. Así los teóricos de la motivación buscaron un principio motivacional menos misterioso (Reeve, 2003).
b) Etapa científica
El siglo XIX se caracterizó por la gran preocupación por la investigación científica, y la observación sistemática pasó al laboratorio. En 1859, Darwin publicó su obra clásica El origen de las especies, que dio un marco teórico a la concepción del proceso motivacional (Mankeliunas, 1987). El determinismo biológico de Darwin orientó a conceptos motivacionales mecánicos y genéticos. Para Darwin, el comportamiento animal parecía ser principalmente no aprendido, automático y mecanicista (Darwin, 1859, 1872, en Reeve, 2003). A partir de este momento se dio paso a explicaciones de la motivación basados en los instintos como la primera teoría científica de la motivación.
Teoría del instinto
Los instintos surgen de una sustancia física a partir de una herencia genética. Los instintos están en los genes y por tanto existen como una tendencia innata para actuar en una forma específica. Dada la presencia de los estímulos apropiados, los instintos se expresan a sí mismos a través de reflejos corporales innatos que surgen en forma biológica y genéticamente heredada (Reeve, 2003). Según James citado por Bolles (1990) el hombre tiene más instintos diferentes entre sí que los demás animales, pero éstos suelen quedar opacados por el funcionamiento del aparato mental superior. Define al instinto como la facultad de actuar de manera que se produzcan determinados fines sin preverlos y sin que haya una educación anterior acerca de su ejecución.
La psicología del instinto, fue iniciada por McDougall, quien explica el proceso motivacional de la siguiente manera: todos los procesos vitales, así como la conducta, representan una tendencia finalista del organismo para preservar su existencia y la de la especie. Este esfuerzo es común en todas las especies, inclusive en el hombre, pero en éste se diferencian algunas variables motivacionales, innatas pero modificables, que se denominan instintos. La satisfacción de las necesidades primarias se basa en los instintos, y la de las secundarias, en las disposiciones que persiguen metas determinadas. El proceso de socialización enseña cómo alcanzar estas satisfacciones (Mankeliunas, 1987). McDougall propuso una teoría del instinto que presentaba instintos de exploración, pelea, maternidad, etcétera. Por lo tanto, los instintos, y sus emociones asociadas explicaban sin mucha dificultad aparente la cualidad dirigida a la meta en el comportamiento humano. Sin instintos los seres humanos no iniciarían ninguna acción. Toda la motivación humana debe su origen a una colección de instintos heredados en forma genética (Reeve, 2003).
Entre los principales problemas que enfrentó esta primera teoría estaba el tratar de explicar la
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