Desinteres En La Educacion

“DESINTERÉS POR PARTE DE LOS NIÑOS EN LA EDUCACIÓN”

El tema elegido para el desarrollo de este trabajo es el desinterés por parte de los niños en la educación.

El diccionario de la Real Academia Española define el término “Desinterés” como “Falta de interés por algo” o “Desapego o desprendimiento de todo provecho personal, próximo o remoto”.

En nuestras experiencias realizadas en distintas escuelas de la ciudad de Rosario, pudimos ver reflejado el desinterés en situaciones como: los chicos no prestaban atención en clase, no llevaban el material para trabajar, no hacían la tarea, falta de participación en clase, no cuidaban el material que les daban para trabajar, muchas faltas de asistencia, escribían en los bancos, miraban el techo. Esto puede ser interpretado como que los chicos sólo van a clase a pasar el tiempo, están con “la cabeza en otro lado”, etc. Se relaciona con la definición del Diccionario en que no demuestran ningún interés por lo escolar, no intentan sacar un provecho personal de la escuela y sus enseñanzas.

Este tema, “Desinterés por parte de los niños”, que fue un punto común observado por nosotras, también lo analizan diferentes autores. Como Rosbasco1, en su libro “El desnutrido escolar”, habla que los niños “No hallan en la escuela aspectos significativos con los cuales identificarse. Todo les resulta “demasiado” diferente, no pueden reconocerse en las propuestas de la escuela. En muchas ocasiones en que la escuela no respeta el origen sociocultural de los niños, desvalorizando sus modismos, sus costumbres, sus creencias, sus valores, o simplemente desconociéndolos, imponiendo un lenguaje, incurre en un exceso de violencia simbólica”.

Esto podría relacionarse con el concepto de “capital cultural”: interpretamos que el desinterés por lo escolar se produce en los niños cuando hay un quiebre entre el capital cultural de éstos y la cultura escolar. Tal como lo señala Laura Kiel2 en su libro “De sin límites a limitados “La enseñanza en contextos de pobreza simbólica nos plantea la exigencia de generar las condiciones para que el chico descubra el valor de los aprendizajes o se entusiasme con lo que puede saber, para que no quiera perdérselo. Cualquier persona colocada ante

un mensaje demasiado lejano para ella, se siente "aplastada" o desiste de hacer el intento.”

Esto significa que todo niño, al ingresar a la escuela, tiene una cultura incorporada que es fruto de sus aprendizajes en el ámbito familiar. Al entrar en contacto con la cultura escolar al niño todo le resulta diferente, debe desenvolverse en un ámbito social más complejo y en algunas ocasiones en que la escuela no respeta sus creencias, sus costumbres, el niño se siente desubicado, se desvincula de lo escolar. Esto se ve agravado porque en la actualidad la mayoría de las familias se encuentran desestructuradas, no hay quien se preocupe por la educación de esos niños, más en aquellos casos donde los adultos que componen esas familias no han terminado la escuela primaria. Por esto muchos padres afirman no comprender las estrategias pedagógicas implementadas por la escuela, en consecuencia, encuentran dificultades en acompañar al niño con las tareas; esta dificultad se potencia entre aquellos que han tenido un paso breve por la institución educativa. Por esto puede entenderse que si la madre, la familia o el entorno en el que se desenvuelve el niño no le proveen de una buena base de asimilación de conocimientos o no refuerzan lo aprendido en el ámbito escolar se está naturalizando en el niño que la escuela no es importante.

La paradoja a la que se enfrentan estas familias puede ser causa de lo que afirma Cristina Corea3 en su libro “Pedagogía del aburrido”: “Sin Estado-Nación que asegure las condiciones de operatividad, la escuela en particular ve alterada su consistencia, su sentido, su propio ser. De esta manera, el agotamiento del Estado trastoca radicalmente el estatuto de las instituciones de encierro. Este agotamiento implica el desvanecimiento del suelo donde se apoyaban las instituciones disciplinarias”.

De esto se podría interpretar que no hay un Estado sólido que garantice a todos los miembros de la sociedad un empleo digno y no ofrece un respaldo a la institución escuela. Las familias reconocen la importancia de la educación, pero por la realidad económica en la que están inmersos, dan prioridad al trabajo. Por esto la escuela se encuentra sola debiendo cumplir funciones que antes no realizaba y que no le corresponde. Un ejemplo claro de esto son los comedores escolares que están presentes en todas las escuelas públicas cumpliendo así la función de asistencialismo con sus alumnos. Los niños de zonas muy carenciadas asisten a la escuela sin comer, lo que provoca la falta de concentración por partes de ellos. Con esto podemos entender que la pobreza puede ser una de las causas del desinterés, pero por razones orgánicas, ya que un niño mal nutrido desde el vientre materno tiene menos posibilidades de desarrollo físico y psíquico que un niño nutrido correctamente. Esto afectará todo su desarrollo futuro ya sea a nivel corporal, intelectual, emocional y se agravara si este niño continúa en esta situación de desnutrición. La pobreza se naturaliza en ellos. Esta realidad la vimos reflejada claramente en los niños de las escuelas observadas. Estos se encontraban decaídos y sin ganas hasta que llegaban las porteras con la jarra de leche y la bandeja de facturas. En ese preciso momento se volvían activos, y después de merendar y desayunar se encontraban dispuestos a trabajar en clase.

Otra causa de desinterés podría ser la falta de límites. Este tema es abordado por Silvia Di Segni Obiols4 en su libro “Adultos en crisis. Jóvenes a la deriva” cuando señala que “La crianza de niños sin ciertos límites no permite que salgan del narcisismo dentro del cual han nacido. Crecerán sin limitar su omnipotencia, sin poder postergar la satisfacción de sus deseos (…) En la escuela, las formas más graves de esta patología infantil se manifiestan en chicos incapaces de aprender por no poder aceptar ninguna autoridad por encima de ellos.”

Esto está relacionado con los inicios de la escuela moderna, cuando su función era la de homogeneizar, tratando de que todos recibieran la educación de la misma forma, de que todos puedan acceder a ella. Esta escuela moderna choca con con la educación que en la actualidad es elegida por muchos padres. Una educación ultramoderna, sin límites definidos, por la pérdida del rol adulto.

Esto se relaciona con lo señalado por Laura Kiel5 en su libro “De sin límites a limitados al plantear que “...Cuando esta concepción de los límites era coherente con el modo de ejercerlos, la escuela resultaba

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