EN EL BRASERO

EN EL BRASERO (Ficción sobre la no ficción)

Como esa sensación de despertarse después de haber comido carne y haber olvidado lavarse los dientes, como si la obscenidad se coagulara y se quedara impregnada en la piel. Esa es la sensación que deja la combinación de megalomanía y sadomasoquismo que se presentan, sin discriminación, sin juicios, en El Asado de Satán. Tanto es así que al terminar la película no me quedó claro si sentía un terrible desagrado hacia los personajes, hacia el director, hacia la sociedad que refleja, o hacia mí mismo, porque me sentí un peor ser humano. En cierto sentido puedo clasificarla en el género de lo nauseabundo.

Walter Kratz, su personaje principal, tiene una existencia definitivamente materialista, apática y descreída. En lo único que puede verse un interés diferente al netamente objetual, al dinero o a la carne misma, es de paso su principal postulado condenatorio: su relación con el poder. Transgrediendo todas las leyes sociales conocidas, Kratz intenta y logra utilizar el poder para manipular a las personas que lo rodean de maneras bajas, sucias, tan desgarradoras que aun a una sociedad que está acostumbrada a ver matanzas a diario por televisión, le parecen exageradas.

No contento con esto su director, Fassbinder, nos quita toda posibilidad de redención o al menos toda fuente de apoyo, presentando su visión suspicaz y radicalmente crítica a las instituciones que sostienen la sociedad: la iglesia, la policía y en especial, la familia. Para mí, acostumbrado al cine de Hollywood en el que todo estará mejor, o al menos esa es la promesa, no era claro el sentimiento que me hacía sufrir sus minutos sin salirme del teatro. Pudo ser la tendencia a escuchar las historias completas, que es la misma que me hace terminar los libros así no me gusten.

Aunque para muchos la película pueda no ser más que una proyección de la propia vida del director, veo en Satansbraten una reflexión sobre la insalvable condición humana, dramática confesión de lo absurdo de nuestra naturaleza.

Luego de mi reflexión, me dispuse a consultar algunos textos de expertos, como Alejandro Surroca quien señala que en la película se cuenta cómo el hombre, que ha reprimido su barbarie en medio del racionalismo sin límites, termina negando su naturaleza a través de ésta hipocresía existencial. El argumento es la manifestación de sus fuerzas bestiales, destructoras, como plagas cubriéndolo de moscas, que pueden ser una síntesis acerca del fracaso idealista alemán, parodiado a partir del nombre que Walter decide ponerle a su libro: "No hay celebración para el perro muerto del Fuhrer".

Surroca comparte mi cuestionamiento porque al terminar quiere saber qué se puede hacer con estos postulados, y cómo retornar al mundo civilizado, después de esta denuncia. Parece ser que el objetivo de Fassbinder se

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