ENSAYO SOBRE LA PERSONA DEL TERAPEUTA

ENSAYO SOBRE LA PERSONA DEL TERAPEUTA

Sindy Vanesa Sierra Pérez

vanesa4577@gmail.com

Miércoles 8-10 p.m Sede Itagüí

Docente: Paulina Estrada

Psicología Clínica

Institución Universitaria Tecnológico de Antioquia

Facultad de Educación y Ciencias Sociales

Itagüí

LA PERSONA DEL TERAPEUTA.

Reflexionar sobre la persona del terapeuta nos enfrenta a ciertos sobrentendidos: ¿acaso los terapeutas no son personas? ¿Cómo y hasta qué punto se puede trazar una línea divisoria nítida entra la persona del profesional y el ejercicio de su profesión, al tratarse de profesiones que tratan a personas en su salud mental? ¿Es posible que la salud mental del terapeuta no intervenga en su que hacer? (Daskal, 2016, p.23).

Según Daskal (2016) si buscamos las raíces latinas de la palabra “persona” etimológicamente se refiere a “personaje o mascara”, de esta manera pareciera que cuando se habla de la “persona del terapeuta” nos estamos refiriendo a alguien que esta “detrás de” una máscara o más allá de un personaje.  

Los psicólogos han cargado por mucho tiempo con un sinfín de mitos y prejuicios alrededor de su “deber ser” como profesionales y como personas, desde hace más de 130 años y hasta la actualidad los profesionales de la salud mental nos fueron otorgando funciones, nos fueron dirigiendo para que sepamos qué hacer, cómo y dentro de que escenario tiempo-espacial podemos hacerlo, nos fueron dictando como debíamos presentarnos vestidos, que reglas y normas debíamos cumplir, (Daskal, 2016).

Además se ha creído que por su profesión deberían tener ciertas cualidades y características, por mencionar algunas, se dice que los psicólogos siempre son personas empáticas, auto-controladas, genuinas, sinceras, a quienes no le pasan las cosas que le suceden a los pacientes; partiendo de esto, comparto la idea de que en las escuelas de psicología pasadas y actuales hay ausencia del trabajo sobre la persona del terapeuta, la formación actual de terapeutas se encuentra dirigida a desarrollar personajes con dichas cualidades y características, aunque a simple vista sea una tarea imposible, (Daskal, 2016).

Y es que debido a que se han ignorado las necesidades individuales de los estudiantes y en las escuelas la mirada siempre fue sobre “los otros” y  se han centrado en el conocimiento de teorías, técnicas y posibles abordajes para ayudar a esos “otros” a curarse o al menos sentirse mejor, los estudiantes  no poseen información sobre la importancia de sus personas en el “quehacer” terapéutico (Daskal, 2016), tampoco de la importancia de enfrentar los temas que complican dicho quehacer y lo más grave es que en su formación no se imparte lo valioso que es el autoconocimiento y el auto cuidado en su rol como terapeuta, ni tampoco se incita a concebirse como seres humanos además de profesionales, seres humanos que no están exentos de problemáticas cotidianas, de la ansiedad, la frustración, sentimientos de pérdida y en ocasiones necesitan de otro profesional para mantener su bienestar emocional.

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