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El Gato Que Enseñó A Volar A Una Gaviota


Enviado por   •  28 de Abril de 2013  •  1.576 Palabras (7 Páginas)  •  1.030 Visitas

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Resumen:

Mar del Norte

Llevaban seis horas de vuelo sin interrupciones y, aunque las gaviotas piloto las habían conducido por corrientes de aires cálidos que hicieron placentero el planear sobre el océano, sentían la necesidad de reponer fuerzas, y qué mejor para ello que un buen atracón de arenques. Justamente lo que necesitaban para recuperar energías antes de continuar el vuelo hasta reunirse con todas la gaviotas autorizadas por la ley del mar y de los vientos, y así, poder comenzar la gran convención de las gaviotas de los mares Báltico, del Norte y Atlántico. Entre esa bandada se encontraba Kengah, una gaviota hembra.

Un gato grande, negro y gordo

Zorbas es un gato negro, grande y gordo que fue adoptado por un niño, quien le salvó la vida cuando era pequeño este gato, ya que se encontraba en el buche de un pájaro feo.

Después de unos años, el niño sale de vacaciones con su familia y Zorbas se queda completamente solo en la casa.

Hamburgo a la vista

Kengah desplegó las alas para levantar el vuelo, pero la espesa ola fue más rápida y la cubrió enteramente. La mancha viscosa, la peste negra, le pegaba las alas al cuerpo, así que empezó a mover las patas con la esperanza de nadar rápido y salir del centro de la marea negra. Consiguió salir a agua fresca, sin embargo, ya esperaba el fatal desenlace, por lo que Kengah maldijo a los humanos, aunque no a todos para no ser injusta.

Después pensó en que podía salir de ahí, así que empezó a quitar todo el petróleo posible de su cuerpo y por fin, al quinto intento consiguió levantar el vuelo.

En un desesperado intento por recobrar altura cerró los ojos y batió las alas con sus últimas energías. No supo cuánto tiempo mantuvo los ojos cerrados, pero al abrirlos volaba sobre la torre de la iglesia hamburgueña. Sus alas se negaron a continuar el vuelo.

El fin de un vuelo

Zorbas muy apenas esquivó a la gaviota cuando venía cayendo rápidamente. Ha sido mi vuelo final -graznó la gaviota con voz casi inaudible, y cerró los ojos.

-Con las últimas fuerzas que me quedan voy a poner un huevo. Amigo gato, se ve que eres un animal bueno y de nobles sentimientos. Por eso voy a pedirte que me hagas tres promesas. ¿Me las harás? -graznó sacudiendo torpemente las patas en un fallido intento por ponerse de pie. Prométeme que no te comerás el huevo, prométeme que lo cuidarás hasta que nazca el pollito, y prométeme que le enseñarás a volar. El gato sorprendido, asintió a todas sus promesas.

En busca de consejo

Zorbas corrió en busca de comida hasta un restaurante italiano. Llegando, preguntó urgentemente por Colonello, un gato que poseía un curioso talento para aconsejar a los que se encontraban en dificultades. Colonello aconsejó en ir con sabelotodo.

Un lugar curioso

El lugar se llamaba Harry –bazar del puerto, y su dueño, Harry, era un viejo lobo de mar que durante cincuenta años de navegación por los siete mares se dedicó a coleccionar toda clase de objetos en los cientos de puertos que había conocido.

Sabelotodo, era una de las mascotas de Harry, el cual era un gato gris, flaco y pequeño.

Un gato que lo sabe todo

Colonello, Zorbas y Secretario llegaron con Sabelotodo y le contaron la historia de la gaviota Kengah. Rápido Sabelotodo recurrió a una enciclopedia y buscó en el apartado de quitar manchas. Para quitar el petróleo se limpia la superficie afectada con un paño humedecido en bencina. Después de eso, Colonello recordó que tenía un tarro con pinceles sumergidos en bencina.

Zorbas empieza a cumplir lo prometido

Regresando todos los gatos con la gaviota, inmediatamente se dan cuenta del cuerpo sin vida, y al juntarle sus alas con respeto, encuentran un huevo blanco con pintitas azules. Después Sabelotodo aconsejó en cubrir con calor corporal al huevo.

Al día siguiente dieron sepultura a la gaviota con una inmensa tristeza, y además, se habló de las promesas que debían cumplir Zorbas y sus amigos.

Gato empollando

Muchos días pasó el gato grande, negro y gordo echado junto al huevo, protegiéndolo, acercándolo con toda la suavidad de sus patas peludas cada vez que un movimiento involuntario de su cuerpo lo alejaba un par de centímetros.

El día número veinte Zorbas dormitaba, y por eso no percibió que el huevo se movía, lentamente, pero se movía, como si quisiera echarse a rodar por el piso.

Lo despertó un cosquilleo en el vientre. Abrió los ojos, y no pudo evitar dar un salto al ver que, por una grieta del huevo, aparecía y desaparecía una puntita amarilla, por fin, nació la pequeña gaviota acompañada de la palabra “mami”.

No es fácil ser mami

Al nacer el pollito, lo primero que pidió fue comida. Zorbas trató de darle manzana y papa, pero su pico era muy blando, así

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