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El Hombre En Busca De Sentido


Enviado por   •  9 de Junio de 2015  •  3.744 Palabras (15 Páginas)  •  216 Visitas

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Libro: El hombre en busca de sentido

Un psicólogo en un campo de concentración

Un psicólogo en un campo de concentración. Es la historia de un campo de concentración (vista desde dentro), contada por uno de sus supervivientes.

La mayoría de los sucesos que aquí se describen ocurrieron en los pequeños campos, donde se llevó acabo la mayor parte del extermino real, los sacrificios, los tormentos y la muerte de la incontable legión de víctimas anónimas y olvidadas, y relegaremos a un segundo plano el dolor de los poderosos. El relato se acerca a los prisioneros corrientes y molientes, aquellos sin ningún brazalete distintivo en sus mangas, los que exasperaban el desprecio de los capos. Mientras esos simples prisioneros no tenían nada o casi nada que llevarse a la boca, los capos jamás pasaban hambre; de hecho, muchos capos disfrutaban de mayor fortuna en su estancia en el campo que en el resto de sus vidas. A menudo trataban a los prisioneros con mayor crueldad que los propios guardianes, y los golpeaban con más saña que los hombres de la SS. A nadie le extrañaba esa conducta, pues los capos eran escogidos entre los prisioneros cuyo carácter y actitud presagiaban este tipo de comportamientos, y en el caso de no cumplir esas expectativas, inmediatamente eran degradados de sus funciones.

Selección pasiva y activa

Las personas que jamás han pisado un langer (campos de concentración nazis) tienden a forjarse una idea distorsionada y equivocada de la auténtica vida en un campo de concentración. Desconocen por completo la dura batalla por la supervivencia que se entabla entre los prisioneros, de manera especial en los campos más pequeños: la lucha inexorable por el trozo de pan de cada día, por salvar la propia vida o la de un buen amigo.

En efecto, a las autoridades del langer únicamente les interesaba cubrir en cada traslado el número previsto de viajeros. En realidad a los prisioneros se les consideraba un número y así constaban en las listas.

Coma ya hemos dicho, el proceso de selección de los capos era de tipo negativo: se escogía para este encargo exclusivamente a los prisioneros más brutales. Además de esta selección de los capos por las SS, que podríamos denominar activa, también se producía un continuo proceso de autoselección (pasiva) entre los internados en el campo. Por lo general, sólo solían sobrevivir aquellos prisioneros que, endurecidos quizá por el deambular durante años de campo en campo, y en la lucha por la supervivencia, perdían todos los escrúpulos; aquellos que, con tal de salvarse, eran capaces de emplear cualquier medio, honesto o menos honesto, incluida la fuerza bruta, el robo o la traición a sus compañeros.

El informe del prisionero Nº 119.104:

Un ensayo psicológico

Mi intención es descubrir, desde mi experiencia y mi perspectiva de psiquiatra, cómo el prisionero normal vivía la vida en el campo y cómo esa vida influía en su psicología y descubrir la psicóloga del prisionero medio, desde el ángulo de la profesión psiquiátrica.

Yo permanecí mi mayor parte de mi internamiento cavando y tendiendo traviesas para el ferrocarril. En cierta ocasión se me asignó la tarea de cavar un túnel por debajo de una carretera, sin ninguna ayuda, para pasar una tubería. La empresa constructora pagaba a las autoridades de langer un precio fijo por día y prisionero, pues prácticamente nos había vendido como esclavos. En pago a nuestro trabajo nos entregaban cupones de regalo. Un cupón equivalía a seis cigarrillos. De ese modo me convertí en propietario de doce cigarrillos los cuales se cambiarían por doce raciones de sopa; sería un alivio para en hambre durante un par de semanas. Si un interno se fumaba sus propios cigarrillos evidenciaba la pérdida de su voluntad de vivir y un abandono fatalista para los últimos días de vida; una vez perdida la voluntad de vivir, raramente se recuperaba.

Tal vez sólo el hombre que ha sentido en su propia carne aquellas atrocidades se encuentre en condiciones de acercarse a las genuinas vivencias de los internados.

Primera fase

Internamiento en el campo

Hay tres fases en la psicología de los prisioneros: una primera fase que sigue inmediatamente a su internamiento, una segunda fase de adaptación a la vida del campo, y una tercera que comienza con la liberación.

Estación de ferrocarril de Auschwitz

El síntoma característico de la primera fase es un shock agudo intenso. Todos creíamos, y anhelábamos, que nuestro destino sería una fábrica de municiones, pues allí nos emplearían sencillamente como trabajadores forzados.

Auschwitz: evocaba las mayores atrocidades que cabía esperar: cámaras de gas, hornos crematorios y el exterminio.

Las portezuelas del vagón se abrieron de golpe y fuimos recibidos con un ligero alborozo por un pequeño destacamento de reclusos. En ese momento nos encontrábamos en un estado de ánimo llamado ilusión del indulto (es un mecanismo de amortiguación interna percibido por los condenados a muerte justo antes de su ejecución).

Auschwitz, era un lugar insólito en aquella Europa de los últimos años de la guerra: en sus almacenes rebosaba un tesoro de oro, plata, platino y diamantes.

La primera selección

La mayoría de las personas de mi expedición todavía se encontraba bajo los efectos de la ilusión del indulto; éramos incapaces de captar la auténtica realidad de nuestra situación.

La selección se realizaba de la siguiente manera: se formaban en dos filas, una de mujeres y otra de hombres, para desfilar ante un oficial de SS de alta graduación con un uniforme impecable y reluciente que le sentaba perfectamente. Movía con parsimonia e dedo índice de su mano derecha hacia un lado o hacia el otro, hacia la derecha o hacia la izquierda, la derecha implicaba trabajos forzados y la izquierda se reservaba para los enfermos e incapaces, a quienes trasladarían a un campo especial. Escoltados por los guardas de las SS, con sus pesados fusiles, nos hicieron recorrer a paso ligero el trayecto entre la estación y el pabellón de desinfección, atravesando el campo y la alambrada electrificada. Para los pocos que superamos la primera selección sí resultó un auténtico baño, con lo cual se alimentó nuestra esperanza de sobrevivir.

Desinfección

Esperábamos en un cobertizo que parecía ser la antesala de la cámara de desinfección. Nos introdujeron a empujones en la antesala de los baños. Allí nos esperaba un hombre las SS. Aguardó a que todos nos acomodáramos. A continuación dijo: Os doy dos minutos, dos minutos cronometrados por mi reloj. En esos dos minutos debéis desnudaros

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