El Hombre En Busca De Sentido
Enviado por ceciliamilla • 5 de Junio de 2013 • 2.486 Palabras (10 Páginas) • 279 Visitas
"El hombre en busca de sentido", Viktor Frankl.
En este libro, Viktor Frankl relata de manera breve lo que fue su experiencia como prisionero en un campo de concentración. Y lo que quizás es el mayor aporte respecto de obras similares es el esfuerzo por describir los procesos mentales de los prisioneros de estos campos, en lugar de describir los maltratos físicos que ya todos conocemos.
Según Frankl, hay 3 etapas por las que pasa una persona en el proceso de su estadía en un campo de concentración: internamiento en el campo, vida, y la fase siguiente a su liberación. Estas tres etapas generan marcas psicológicas profundas en los prisioneros, que son analizadas en detalle por Frankl en su condición de psicólogo.
La primera etapa es la del internamiento en el campo. En esta etapa, se describe como las personas enfrentan un cambio radical en sus vidas. Pasan de ser personas libres a ser prisioneros. Pero este hecho puntual es solo una pequeña parte del cambio al que se enfrentan, ya que la estadía en un campo de concentración no se trata solo de estar encerrado, sino que también se trata de comenzar a vivir una vida de constantes maltratos. Tras esta etapa de internamiento, le pasa a los prisioneros lo que generalmente suele pasarle a las personas cuando enfrentan cambios muy radicales: entran en un estado de “shock”. Este es el primer síntoma que se apodera de los prisioneros, pero está lejos de ser el único. A medida que van acarreándolos en un vagón de un lugar a otro, van pasando por una serie de situaciones que, por momentos, les dan un poco de esperanzas de que las cosas no serán tan malas como se sospecha en el inicio. Pero estas breves ilusiones no son más que constantes intentos de la mente humana de convencerlos de que el porvenir no será tan terrible como parece. Estas constantes ilusiones acompañan de cerca al shock, que aparece por la dificultad de asimilar que lo que viene es un período duro, con un alto grado de incertidumbre. Los prisioneros se comienzan a dar cuenta de que no vivirán en buenas condiciones, de que los despojarán de todas y cada una de sus pertenencias, y de que no tienen como saber que les deparará a ellos ni a sus familiares. Tras vislumbrar eso, es común comenzar a cuestionarse las ganas de seguir con vida. De hecho, no es de extrañarse que se hablara de “lanzarse contra la alambrada” como una expresión que denotaba el acto del suicidio al interior del campo. Es de esperarse que incluso personas que hasta entonces llevaran una vida normal pudieran tomar una decisión de este calibre.
La segunda etapa es la estadía en el campo. Al pasar los días desde que las personas ingresan al campo, comienzan a pasar a una nueva fase psicológica, que tiene que ver con la costumbre respecto de las nuevas circunstancias de vida. Esta es la fase de la apatía, en que las personas desarrollan una especie de escudo contra tanto horror. Es una muerte emocional, en la que a pesar de que los prisioneros están rodeados constantemente de maltratos extremos y muy malas condiciones de vida, esto parece no importarles mucho. Esto de alguna forma es un escudo en el sentido de que sería absolutamente insano ver y procesar con total conciencia tantas cosas terribles, y con tanta frecuencia. Las personas están siendo víctimas del constante maltrato, de la privación de la libertad, e incluso en muchos casos, de la privación de las condiciones necesarias para la supervivencia dentro del campo.
Acompañando este apagón emocional, estaba también la irritabilidad. Las condiciones en que vivían los prisioneros eran indignas. Tenían estrictas jornadas de trabajo durante el día, sin las prendas ni zapatos adecuados, sin la alimentación adecuada (un trozo de pan y un poco caldo de sopa), y además sin poder descansar en las noches por las condiciones en que estaban (compartiendo pequeños espacios, sin el abrigo adecuado, y con la presencia de los piojos). Como resultado, lo mínimo que se puede esperar es que el estado de ánimo de los prisioneros sea malo, con altos niveles de irritabilidad y negatividad.
A lo largo de la estadía en el campo, los prisioneros pasan por muchos estados. Son muchas las cosas que se intentan explicar sin tener éxito. El hecho de enfrentar un cambio tan radical en las circunstancias de vida hace a las personas pensar más de lo común.
Hay muchas cosas difíciles que tuvieron que enfrentar al interior del campo, pero quizás una de las más insoportables es la incertidumbre. No tenían como saber de su familia, ni como saber de su propio futuro. No sabían si esta etapa de sus vidas sería efectivamente solo una etapa, o si sería el fin de su existencia. Y el no saber la repuesta de ninguna de estas interrogantes puede traer consigo una importante falta de interés en seguir viviendo.
Finalmente, la última etapa que enfrenta el prisionero de un campo de concentración es la fase de liberación. Ante esto, los prisioneros enfrentan lo que Frankl llama “despersonalización”. Es la fase psicológica en que las personas no son capaces de creer que lo que les está pasando es cierto. Probablemente esto se deba a que estaban demasiado acostumbrados al rigor del campo de concentración, a que cada paso en falso era corregido con inmediatez por los guardias de la SS. Además, es de esperarse que tantas añoranzas e ilusiones a lo largo de su estadía como prisioneros se manifestaran constantemente en sus sueños, por lo que vivieron constantes desilusiones al despertarse y ver que todo era un sueño. No podían creer que todo había terminado, y estaban pendientes en cada momento a que apareciera un guardia y les reprendiera, o que luego del corto andar despertaran dándose cuenta de que no era más que otro sueño. Esta nueva y última fase psicológica es en la que la persona inicia el proceso de dejar atrás esta terrible etapa en su vida. Y tarde o temprano llega el día en que la persona recuerda la experiencia vivida como algo muy lejano, parecido a una pesadilla, incluso con un grado de dificultad para entender cómo es que resistió y sobrevivió.
Por lo tanto, es a través de estas tres fases psicológicas que Frankl explica el largo proceso psicológico que enfrentan personas que vivieron la experiencia de estar internadas en un campo de concentración. Es después de pasar todo eso que Frankl encuentra una forma de entender los procesos psicológicos de las personas ante situaciones que desincentivan al extremo las ganas de vivir, por lo que desarrolla una corriente llamada Logoterapia. A través de esta, Frankl busca transmitir a las personas que a pesar de que enfrenten grandes dificultades, no sientan que sus vidas pierden el sentido de ser vividas. Lo importante es darse cuenta que no es que las personas no estén dispuestas a sufrir en sus vidas. Las personas están dispuestas
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