El Malestar En La Cultura
Enviado por paumery • 27 de Marzo de 2014 • 3.273 Palabras (14 Páginas) • 204 Visitas
Capítulo I
Síntesis
En este capítulo, Freud trata principalmente el tema del origen de la sensación de eternidad o "sentimiento oceánico" como fuente primordial de la religiosidad humana. Según él, "trataríase de un sentimiento de indisoluble de comunión, de inseparable pertenencia a la totalidad del mundo exterior". Para dilucidar el origen de este sentimiento debemos embarcarnos en el análisis del yo. En situaciones normales, dice Freud, nada nos parece más seguro y establecido como la sensación de nuestra "mismidad", de nuestro propio yo. Sin embargo, la investigación psicoanalítica establece que el yo se continúa hacia dentro, sin límites precisos, con una entidad psíquica inconsciente que denominamos ello y a la cual el yo sirve de fachada. Por lo menos hacia el exterior, el yo parece siempre mantener límites claros; sin embargo hay una situación en la que amenaza esfumarse el límite entre el yo y el objeto: el enamoramiento. El enamorado afirma que yo y tú son uno, y está dispuesto a comportarse como si así fuera. De esto aducimos que lo que puede ser anulado por una función fisiológica podrá, desde luego, ser trastornado por procesos patológicos. Por lo tanto, el sentimiento yoicio está sujeto a trastornos, y los límites del yo con el mundo exterior no son inmutables.
Establecido esto, debemos decir que el sentido yoicio del adulto no pudo haber sido el mismo desde el principio, sino que sufre una evolución. El lactante, por ejemplo, aún no discierne su yo del mundo exterior. Va aprendiendo esto a través de diversos estímulos, pero lo que ha de causarle mayor impresión es el hecho de que algunas de las fuentes de estímulo sean susceptibles de provocarle sensaciones en todo momento, mientras que otras se le sustraen temporalmente, entre ellas la que más anhela: el seno materno. Así, comienza a oponérsele al yo un objeto, uno que se encuentra afuera y para cuya aparición es necesario realizar una acción particular: el llanto. Un segundo paso en la demarcación del yo, lo que implica una aceptación de un afuera, es el surgimiento de la tendencia a disociar del yo cuanto pueda convertirse en una fuente de displacer, lo que es impulsado por el principio del placer, que induce a abolir y evitar estas sensaciones. De esto modo, el hombre el hombre aprende a dominar un método mediante el cual puede discernir lo interior y lo exterior. El que el yo aplique esta misma metodología al defenderse de ciertos estímulos displacientes provenientes de su interior, habrá de dar origen a importantes trastornos patológicos.
De esta forma Freud dice que originalmente el yo lo incluye todo, y luego desprende de sí el mundo exterior. Este razonamiento implica la aceptación de que el producto de las fases tempranas de un proceso evolutivo se puede conservar junto con su parte evolucionada, lo cual ejemplifica Freud con la supervivencia del cocodrilo luego de la extinción de sus predecesores, los dinosaurios. Otra metáfora que usa es la de una ciudad imaginaria en la que persisten todas las características y estructuras de la Ciudad Eterna, Roma, cuyas estructuras han cambiado, o incluso dejado de existir para dejar paso a otras construidas durante períodos subsiguientes. Esta persistencia de todos los estadíos previos de algo, junto con su forma definitiva, es solo posible en el campo psíquico, y es más bien una regla que una excepción.
Sin embargo, Freud considera poco fundada esta teoría y establece el desamparo infantil que sufre el hombre como fuente irrefutable de la religiosidad.
Capítulo 2
Síntesis
Sigmund Freud trata ahora el tema de la búsqueda de la felicidad, el objeto común a todos los hombres, y de qué forma se relaciona la religión con este tema. Tal como nos ha sido impuesta la vida, dice Freud, resulta demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos, decepciones y empresasimposibles. Por eso, necesitamos lenitivos para poder soportarla. Los clasifica en tres tipos:
• Distracciones poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra miseria. Ej.: cultivar, actividad científica
• Satisfacciones sustitutivas que la reducen. Ej.: arte
• Narcóticos que nos tornan insensibles a ella
Alega que es difícil en qué lugar de esta clasificación entra la religión. Ésta es la única que puede dar respuesta acerca de la finalidad de la vida humana. Aún más allá, la idea de adjudicar un objeto a la vida humana solo puede existir en función de un sistema religioso. Por eso, Freud deja de lado este tema para centrarse en otro más modesto: el objeto que el hombre si impone a sí mismo, la búsqueda de la felicidad. Él distingue dos aspectos de esta búsqueda: evitar el dolor y el displacer, y experimentar intensas sensaciones placenteras. Como vemos, el que fija este objetivo es el antes mencionado por Freud programa del principio del placer. No obstante, este programa es irrealizable, ya que todo el universo se le opone, e incluso podemos decir, reflexiona Freud, que el plan de la Creación no incluye que el hombre sea feliz. Según Freud, la felicidad se puede traducir como la satisfacción casi siempre instantánea de necesidades acumuladas que han alcanzado un punto elevado de tensión, y, por lo tanto, solo puede darse como un fenómeno episódico. Esto es producto de nuestra naturaleza, que sólo nos permite gozar intensamente del contraste, no de la estabilidad. En cambio, no es mucho más fácil experimentar las desgracias, que nos atacan desde tres flancos:
• El propio cuerpo, que, condenando a la aniquilación y la decadencia, ni siquiera puede eludir de los displaceres producidos por el mismo
• El mundo exterior, fuente de fuerzas destructoras omnipotentes e implacables
• Las relaciones humanas, tal vez la mayor y más intensa fuente de sufrimiento, y casi ineludible.
Como resultado de este panorama, el hombre tiende a rebajar sus pretensiones, a seguir el principio de la realidad, llegando a considerarse feliz por el hecho de haber eludido la desgracia. Así, la finalidad de evitar el sufrimiento relega a segundo plano la de logar el placer. Freud emprende una clasificación de las metodologías aplicadas por el hombre en su búsqueda de la felicidad:
• Fin positivo: obtención del placer
• Satisfacción ilimitada de todas las necesidades: no obstante uno de los caminos más tentadores, significa anteponer el placer a la prudencia y pronto se hacen notar sus consecuencias.
• Intoxicación: siendo uno de los métodos más efectivos, no solo proporciona estímulos placenteros, sino que también nos impide percibir estímulos desagradables. Freud reconoce una relación entre éstos dos fenómenos: "la descarga del placer oscila entre la facilitación y la coartación y paralelamente
...