El Proceso De Socialización De La Niña Y Del Niño
Enviado por mar02011977 • 3 de Octubre de 2012 • 5.126 Palabras (21 Páginas) • 872 Visitas
El proceso de socialización de la niña y del niño
El desarrollo social es la capacidad de comportarnos en función de las normas sociales establecidas por un grupo sociocultural en un contexto determinado. En este sentido, la socialización comprende tres procesos:
La conducta adecuada que significa que la niña y el niño saben cuál es el comportamiento que aprueba su grupo social y ajustan su conducta a esas normas.
La representación de papeles sociales, establecidos y aceptados por el grupo, en relación con el género y con las áreas de la conducta, por ejemplo, hay un rol para la madre, otro para el hijo, otro para el maestro, etc.
El desarrollo de actitudes sociales favorables hacia las personas y hacia las actividades sociales. Una persona sociable demuestra su calidad de tal en su comportamiento amable y amistoso con las personas con quienes interactúa.
A partir de este marco, se reconoce que el proceso de socialización de la niña y el niño se inicia en la familia. Este grupo constituye su primer referente social y tiene la responsabilidad de transmitirles el bagaje de la cultura con la finalidad de prepararlos para su vida adulta.
Las formas en que se transfieren las conductas del adulto a la nueva generación, se basan en la imitación, la enseñanza formal de algunas conductas y los premios y castigos destinados a reforzar o extinguir determinados comportamientos.
El segundo ámbito importante para el desarrollo social es la escuela, y en el caso de los niños menores de seis años, el CEI. En este sentido, sabemos que nuestros alumnos ya han realizado aprendizajes sociales en su familia y la comunidad y que debemos, en ese sentido, tener una actitud de aceptación y de respeto hacia ellos como punto de partida.
En el CEI no se sustituye a la familia, sino que se integra y profundiza sus acciones, uniendo esfuerzos y voluntades para ofrecer a las niñas y los niños las mejores experiencias de vida y de socialización.
¿Cuándo debe empezar la socialización en los niños?
La socialización de los niños es uno de los temas más debatidos en nuestra sociedad actual. Este término, que significa (en el ámbito infantil) hacer partícipe a un niño de la sociedad, o bien acercar la sociedad al mismo, se inicia realmente desde que nace, con la familia, con los vecinos, con la televisión (tremendo agente socializador), con otros niños en el parque y en la calle para pasar después a producirse sin la familia en la escuela y otros entornos en los que tengan que ganar, perder, compartir, discutir, enfadarse, reconciliarse, defenderse, etc.
Es precisamente en los ámbitos que suponen separar a los niños del entorno familiar en los que se produce el mayor debate y es por lo tanto de este tipo de socialización sobre el que hablaré hoy (y cuando hable de socialización me estaré refiriendo a la que separa a un niño de sus padres para compartir tiempo con sus iguales).
No hay prisa para iniciar la socialización
La socialización es un proceso que llegará tarde o temprano al que se le ha otorgado un valor exagerado en la actualidad, argumentándose incluso que es algo necesario (casi obligatorio) en edades tempranas, digamos a partir de los 12 meses.
De la misma manera que se trivializa el tema del tiempo, ofreciendo la solución llamada “tiempo de calidad” ante la falta de cantidad, se ha generalizado en la sociedad la visión benefactora de las guarderías como elemento eminentemente socializador hasta el punto de verse como un ente necesario (avisadme cuando el gobierno deje de crear plazas de guardería para empezar a alargar las bajas maternales).
La crianza de los pequeños recae hoy día en terceras personas y un gran porcentaje acude a escuelas infantiles o ludotecas. El sistema está montado así, con una baja maternal irrisoria que obliga a una madre (o a un padre) a tener que ceder gran parte de su papel maternal a otras personas o entidades.
Con el fin de despojar a los padres de cualquier sentimiento de culpabilidad o malestar se asoció en algún momento de la historia (desconozco quién lo hizo ni cuándo) el contacto con otros niños a un progreso en la socialización de los mismos, y esta socialización temprana fue definida como beneficiosa y necesaria para su desarrollo y aprendizaje.
Así, además de aquellas parejas que utilizan las guarderías por necesidad, es posible encontrar muchos padres que apuntan a sus hijos de un año (o menos, o más) a una escuela infantil porque “tiene que aprender que no es el centro del universo”, porque “necesita jugar con otros niños”, para que se “independice”, porque “allí se espabilan mucho” o porque sino será “muy dependiente de su madre” (vamos, un mimado o enmadrado, en el lenguaje coloquial).
Lo cierto es que los niños necesitan el afecto, el contacto y la seguridad que les proporciona su madre (en realidad se habla de la persona con la que más vinculada esté, que suele ser la madre, claro) para crecer física y emocionalmente estable, de manera ideal, hasta al menos los 3-4 años.
Esto no quiere decir que no pueda empezar a relacionarse con otros niños antes, que puede y será, seguro, enriquecedor, pero no es estrictamente necesario y menos si para hacerlo tiene que separarse de su madre.
Los niños son egocéntricos porque deben serlo
Los niños son egocéntricos hasta, más o menos, los seis años. Esto que suena tan negativo (un adulto egocéntrico no es bien visto) es una característica necesaria en los niños. Ellos necesitan ser así, necesitan sentirse el centro del universo y creer que todo les compete y que todo les afecta para crecer con un alta autoestima y conocerse a sí mismos tanto como puedan. En otras palabras, no es recomendable “soltar” a un niño a conocer a otras personas si todavía no se conoce a sí mismo y, para conocerse a sí mismo, debe sentirse en el centro de todo lo que le rodea y ver cómo encaja él en ese entorno.
Por poner un ejemplo, pretender que un niño socialice a edad temprana es querer que un niño camine cien metros cuando acaba de echar dos pasos. En definitiva, es pedirle que sepa que hay más niños, cuando ni siquiera sabe que él es un niño.
Los niños no empiezan a entender que son personas con un cuerpo que puede interactuar con el entorno y con los demás hasta los 18 meses. A partir de entonces (de esa etapa en que descubren que son personas) empieza un complejo entramado de aprendizajes que les tiene que llevar a conocerse como personas.
Este aprendizaje debería llegar junto a la persona que más estabilidad emocional les proporcione y en contacto con la otra figura paterna (o materna), ya que ambos sirven de modelo del que aprender.
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