El Seññor De Las Moscas De Digmund Freud
Enviado por claerisa • 14 de Diciembre de 2012 • 6.375 Palabras (26 Páginas) • 369 Visitas
ntroducción
"... La invitación es por la tanto a ser parte protagónica de este "contrato de trabajo" donde vamos a investigar conjuntamente un tema que nos compete, nos implica y nos cierra… la institución"… Estas fueron algunas de las palabras que la jefa de cátedra escribió en su carta de bienvenida y que a lo largo del año se fueron poniendo en juego en cada uno de nuestros encuentros: pensar y reflexionar, desde una postura psicoanalítica, acerca de las instituciones, de los malestares que en ellas se generan, cuáles son los tabúes que giran a su alrededor, creencias, imaginarios, sin olvidarnos de los grupos y sujetos que la componen.
En muchas oportunidades compartimos, además de la lectura de distintos autores, experiencias propias, las cuales nos ayudaron en dicha reflexión. A su vez, evidenciamos que hoy más que nunca nuestras instituciones están siendo atravesadas por una crisis, producto de la oleada neoliberal y de la que aun sigue siendo víctima.
La propuesta de la cátedra era entonces poder plasmar todas estas ideas mediante el análisis de una novela. En mi caso, elegí El Señor de las Moscas de William Golding, en donde me propuse trabajarlas desde la historia de un grupo de escolares que deben aprender a sobrevivir en una isla desierta, sin adultos, reglas, límites, y lejos de la civilización.
En dicho trabajo hubo conceptos, tales como el de institución y de grupo, que atravesaron constantemente mi análisis, y que en más de una oportunidad me hicieron reflexionar acerca de mi propia experiencia.
¿Hasta qué punto se puede vivir sin límites?; ¿tenemos la capacidad suficiente de crear nuestras reglas?...; cuestiones que no fueron ajenas de la historia y que también pueden pensarse desde nuestras situaciones actuales, en aquellos sujetos que no reciben las llamadas de atención ni los límites necesarios por parte de los adultos.
Realizar este trabajo me permitió reflexionar, articulando en lo posible, cada categoría con situaciones puntuales de la novela, y a la vez con situaciones personales, muchas de las cuales "me hicieron ruido".
"-¿Dónde está el hombre del megáfono?-
El muchacho rubio sacudió la cabeza.
-Estamos en una isla desierta. Por lo menos eso me parece. Lo de allá afuera, en el mar, es un arrecife. Me parece que no hay personas mayores en ninguna parte-"
El Señor de las moscas de William Golding[1]trata sobre las formas de comportamiento y maneras de supervivencia de un grupo de niños, quienes a raíz de un accidente aéreo, se ven obligados a permanecer en una isla desierta. El mayor de ellos no supera los doce años, y es así que se encuentran condicionados a sobrevivir sin personas mayores, creando sus propias reglas.
La novela se divide en doce capítulos. El primero de ellos El toque de la caracola presenta a los personajes, haciendo a la vez una breve caracterización de la isla en la que se encuentran. Los dos primeros niños que aparecen son Ralph y Piggy, siendo ellos dos los encargados de llamar a los demás mediante la ayuda del sonido de una caracola que encuentran cerca del lugar.
Comienzan a acercarse el resto de sobrevivientes: Johnny, los gemelos (Sam y Eric), Simon, Percival, los "peques" (denominación de los más pequeños), Maurice, Roger, Jack y su coro (quienes asumen en un primer momento el papel de cazadores, de salvajes y por último de asesinos).
El vocerío se fue acrecentando, y es así que el grupo de escolares se organiza alrededor de Ralph, elegido como jefe, situación que enfada a Jack.
Raplh propone normas basadas en las costumbres civilizadas, en el orden y la responsabilidad; también mantener encendida una hoguera en lo alto de una isla ya que para él el fuego simbolizaba el rescate, sentimiento que se acrecentaba con el recuerdo de su hogar.
Esto es lo primero que se acuerda entre los miembros del grupo: "mantener el fuego encendido como una señal permanente para orientar a sus posibles salvadores". También se acuerda acatar las normas, construir refugios y explorar la isla, pero luego de un descuido se provoca un incendio lo cual hace desaparecer a uno de los peques (el niño de la mancha en el rostro). Esta sería la primera muerte.
Debido a la rivalidad entre Ralph y Jack, van surgiendo divisiones al interior del grupo; para unos el objetivo es la seguridad, la responsabilidad, el orden, el rescate y para otros la caza, la diversión, "jugar a ser salvajes". Esto se ve claramente cuando Ralph denuncia a Jack de no haber cuidado el fuego, y éste a su vez le reprocha en la cara haber conseguido carne para el almuerzo.
Poco a poco empiezan a sufrir los efectos de estar en la isla, de la falta de la gente mayor y algunos de ellos, sobre todo los más pequeños, comienzan con pesadillas.
Surgen distintos miedos ya sea a serpientes, fantasmas, monstruos, materializándolo en una figura a la que denominan "la fiera", pero que en realidad se trataba de un paracaidista muerto al que sólo miran desde lejos. Es así que los dos rivales salen en busca de la fiera y se encuentran con el cadáver que cuando soplaba el viento se levantaba la cabeza y parecía que estaba vivo.
Se acrecientan las disputas entre Ralph y Jack, quien toma la decisión de separarse con sus cazadores y formar su "propia "tribu", convirtiéndose en salvajes, pintando sus cuerpos y rostros, ejecutando danzas rituales y ofrendas a la fiera. Una de esas ofrendas fue la cabeza de jabalí puesta sobre un palo, la cual produce un mosquerío a su alrededor; es en este momento en que Simon tiene una extraña experiencia con el "Señor de las moscas":
"-Eres un niño tonto- dijo el Señor de las Moscas-. No eres más que un niño tonto e ignorante-
Simon movió su lengua hinchada, pero no dijo nada.
-¿No estás de acuerdo?- dijo el Seor de las Moscas-. -¿No es verdad que eres un niño tonto?_
Simon le respondió con la misma voz silenciosa.
-Bien- dijo el Señor de las Moscas-, entonces ¿por qué no te vas a jugar con los demás? Creen que estás chiflado. Tú no quieres que Ralph piense eso de ti, ¿verdad? Quieres mucho a Ralph, ¿no es cierto? Y a Piggy y a Jack.
Simon tenía la cabeza ligeramente alzada. Sus ojos no podían apartarse: frente a él, en el espacio, pendía el Señor de las Moscas.
-¿Qué haces aquí solo? ¿No te doy miedo?-
Simon tembló.
-No hay nadie que te pueda ayudar. Solamente yo, Y yo soy la Fiera-
Los labios de Simon, con esfuerzo, lograron pronunciar palabras perceptibles.
-Cabeza de cerdo en un palo.
-¿Qué ilusión, pensar que la Fiera era algo que se podía cazar, matar!_ dijo la cabeza. Durante unos
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