El bollyn
Enviado por robertjackg • 23 de Septiembre de 2015 • Apuntes • 1.226 Palabras (5 Páginas) • 123 Visitas
El miedo y la agresividad
Muchas veces pensamos en el miedo y la agresividad, como posiciones antagónicas e incluso con una supremacía, de una por sobre la otra, esto sería “la agresividad produciría Miedo”, sin embargo en esta oportunidad los invito a reflexionar de una manera diferente. Pensemos en la agresividad y el miedo como la cara de una misma moneda.
La imagen de la madre que reprende al niño de forma violenta, porque este cruzo la calle de forma intempestiva, nos podría hacer pensar que esa madre es una persona agresiva o violenta, lo cierto es que mas allá de lo que logramos, e introducirnos en sus emociones nos en centraremos con la siguiente premisa; miedo a que su hijo salga lastimado, de igual manera el hombre que maltrata a su señora para mantenerla sumisa, enfrenta el miedo y la angustia de que esta lo deje, si tuición que él no podría soportar llegando incluso al femicidio como expresión máxima de este miedo, el miedo a lo desconocido nos hace actuar de forma agresiva, cuando nos enfrentamos a una situación que no podemos controlar actuamos de forma agresiva, numerosos son los ejemplos de esto.
La agresividad trata de destruir y eliminar física o psíquicamente al objeto productor de miedo. Siempre que el ser humano percibe el miedo, entonces entroquela una respuesta de agresividad. Que se ejecuta por el individuo, bien actuando o bien conteniendo dicha agresividad, si esta agresividad se contiene por mucho tiempo se vuelca sobre el mismo individuo y se genera una respuesta depresiva ante la situación.
El fin que persiguen las acciones agresivas es consumir todas las energías psíquicas desagradables producidas por el miedo.
La agresividad es la respuesta automática ante cualquier situación amenazante o peligrosa, y nos prepara para atacar o huir. Esta forma de actuar o de ser, se llama respuesta del miedo, es decir, cuando nos encontramos ante una persona agresiva, sabemos que estamos ante una persona que se siente amenazada o en peligro y que tiene miedo (aunque ella misma no sea consciente de ello). (Manuel Méndez. Profesor de Filosofía)
Es posible que algunas personas se sorprendan al conocer esto y otras estén de acuerdo, pero creo que hay evidencia suficiente, que nos permita pensar que tras toda conducta agresiva esta el miedo y entre mas sea la agresividad, mas es el miedo, entre más inseguros nos sentirnos es más fácil que situaciones cotidianas puedan ocasionarnos miedo y por consiguiente más agresivo.
Existen diferentes tipos de miedos; el miedo a no ser aceptados, a no ser queridos, a ser rechazados, a no ser lo suficientemente buenos, miedo a estar solos, miedo a que me lastimen, miedo a ser vulnerable, miedo a perder algo, la estimación de los demás, el respeto, el cariño, miedo a perder mi honor, incluso el miedo a que las cosas no salgan como yo quiero o como yo lo necesito (intolerancia a frustración).
El miedo es la fuente de toda conducta agresiva, sin embargo, no todos las personas que sienten miedo lo expresan de forma clara o directa podemos encontrar algunos casos en que el miedo es implícito y debemos esforzarnos para en contralo.
La primera forma de enfrentar el miedo es la desesperanza se expresa en una falta de luchar, nuestra mejor opción es “darnos por vencidos”, es actuar como víctima de las circunstancias e intentar inspirar lástima en los demás, incluso podemos manipular al otro de modo que se sienta culpable del daño que me hace, es en realidad una agresión pasiva, si logro que el otro se sienta mal por lo que me hace o lo que me hizo, el objetivo esta alcanzado, vencí a mi agresor.
La segunda forma de afrontar al miedo es con “la ley del hielo”, la indiferencia, es quitarle poder sobre mí, pues si el agresor siente que no hay nada que pueda hacer contra mí para dañarme dejará de intentar lastimarme. Esta conducta también es una forma pasiva de agresión, pues niego toda posibilidad de resolver el conflicto y es hacer sentir al otro como poca cosa y sin el menor poder y al lograr esto, lo he vencido (muy común en adolescente).
La tercera de las formas es a través de la crítica, pues cada vez que el agresor me diga algo yo tengo preparado para él un sin fin de posibles respuestas que lo harán retroceder, de modo que a cada cuestionamiento del agresor, tengo algo para confrontarlo siempre para demostrar que está equivocado y que él está mal o al menos peor que yo, de manera que el agresor no tiene muchas posibilidades de vencerme, este es un tipo de agresión también y no es pasiva, pues la crítica es una agresión directa si no violenta, si lastimosa que incluso podría llegar a ser cruel.
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