El desarrollo sexual en la comunidad LGBTI

El desarrollo sexual en la comunidad LGBTI

Mayra Alejandra Alvarez Cuaicuan

Jesica Estefanía Jurado Martínez

Angela Yasmin Pantoja Morillo

Johana Cristina Ortiz Santander

Institución Universitaria CESMAG

Facultad de Ciencias Sociales y Humanas

Programa de Psicología

San Juan de Pasto

2016

El desarrollo sexual en la comunidad LGBTI

Mayra Alejandra Alvarez Cuaicuan

Jesica Estefanía Jurado Martínez

Angela Yasmin Pantoja Morillo

Johana Cristina Ortiz Santander

Asesor

Julio Alejandro Riascos Guerrero

Institución Universitaria CESMAG

Facultad de Ciencias Sociales y Humanas

Programa de Psicología

San Juan de Pasto

2016

El desarrollo sexual en la comunidad LGBTI

El desarrollo sexual de una persona deja fuertes huellas anímicas, las cuales van a cobrar gran importancia en el desarrollo sexual posterior;  se puede revelar la importancia de sucesos para el desarrollo sexual del individuo,  puesto que las anormalidades en el comportamiento, que tienen origen en la vida del sujeto en su adolescencia o más aun en una edad ya madura (Adulto), se deriva de las falencias vividas en las fases a las cuales Freud les presto gran importancia (oral, anal y fálica); puesto que las afecciones de cada una de estas en la vida sexual de un sujeto determinado, nos presenta diferencias individuales, es decir, Freud nos da a conocer una identidad sexual, la cual será incomparable en cada ser humano, ya que esto se deriva de como haya sido su desarrollo sexual anterior; teniendo en cuenta la gran relevancia de estas en el desarrollo sexual del niño y sus grandes representaciones posteriores, los cuales serán entendidos como deseos reprimidos en la conciencia, derivándolos así aun inconsciente, dándole así al individuo un sentido a su experiencia sexual subjetiva.

Esencialmente la pulsión sexual es auto erótica; como se puede apreciar en la fase oral, por tanto, su objeto sexual se encuentra en su propio cuerpo y por ende su meta sexual es satisfecha en ellos, sus pulsiones parciales singulares consiguen placer cada uno por su cuenta, enteramente desconectadas entre sí; el punto de llegada del desarrollo lo constituye la vida sexual del adulto llamado normal, en ella la obtención de placer se pone a servicio de la reproducción, y las pulsiones parciales, bajo una única zona erógena (Strachey; Freud, 1905).

Como expone Freud en la fase fálica, el niño empieza a ver el desarrollo de sus genitales, pero solo concibe el pene como genital; de igual manera desarrollan apego hacia el padre del sexo opuesto y empieza a sentir celos por el padre del mismo sexo, a esto Freud denomina como “El complejo de Edipo”, el cual va desapareciendo debido a que este deseo nunca se cumple. Ambos deseos, el de poseer un pene y el de recibir un hijo, permanecen en lo inconsciente, donde se conservan con fuerte investidura y contribuyen a preparar al ser femenino para su posterior papel sexual; pero a través de su desarrollo habrá un momento en el que esto quedará reprimido debido a las decepciones ocurridas, pero se verá revelado en la fase de latencia en dónde comprende que existe un segundo órgano genital (vagina). No obstante, esto, el niño presenta incredibilidad a las amenazas de castración realizadas por los padres al ser descubierto en la masturbación, pero solo al observar los genitales femeninos, la amenaza de castración obtiene su efecto con posterioridad (Strachey; Freud, 1924).

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