Empatia.

Los docentes y las docentes deben ser personas comprometidas con la transformación del mundo, personas que se muevan por un profundo amor universal y en la lucha contra las injusticias sociales y en defensa de la democracia, la paz, los derechos humanos, la igualdad, la solidaridad, la empatía. Un docente debe estar del lado de los desfavorecidos para salir de esa situación de opresión y llegar a la igualdad.

No pueden únicamente transmitir conocimientos sino educar en valores, potenciar el pensamiento crítico de su alumnado, aprender de él, de las familias y de la sociedad en general; por lo tanto, para poder hablar de las actitudes básicas que un profesional en la docencia debiera tener, habría que centrarnos en algunas de las contribuciones de John Dewey para promover la acción reflexiva de los maestros, ya que fue uno de los primeros teóricos educativos que consideró a los docentes como profesionales reflexivos con la capacidad de desempeñar papeles activos en el desarrollo de la reforma educativa.

Mucho de lo que Dewey decía sobre el concepto de la enseñanza reflexiva se puede encontrar con su libro Cómo pensamos (1998). De acuerdo con él, las acciones solo se realizan por inercia, por tradición o bien porque la autoridad así lo requiere, para este teórico existen tres actitudes básicas: la primera es, la mente abierta o la apertura intelectual, que se refiere al deseo activo de entender al otro “poniéndonos en sus zapatos”, ser personas empáticas y reconocer la posibilidad de haber cometido errores. Los maestros con esta característica favorecida, examinan de manera constante los fundamentos que se toman como naturales y correctos, y se hacen cuestionamientos constantemente acerca de su práctica.

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