Ensayo de psicología contemporánea
Enviado por Orgonito • 12 de Octubre de 2013 • 4.243 Palabras (17 Páginas) • 578 Visitas
Ensayo de psicología contemporánea
Una nueva era de la personalidad
Apaciguamiento
De lo que trataremos aquí proviene de lo que se podría denominar
una historia del presente, una puesta en perspectiva histórica del presente.
Dejo de lado la justificación del género para entrar directamente en materia.
Me referiré a tres cosas:
En primer lugar, retomaré la naturaleza del individualismo
contemporáneo para caracterizar lo que éste implica respecto de sus
verdaderas o falsas novedades. En segundo lugar, abordaré lo que es posible
decir de sus relaciones con la personalidad contemporánea en general y
con sus formas psicopatológicas en particular. En tercer lugar, finalmente,
abordaré algunas proposiciones sobre el pensamiento y la práctica del
inconsciente hoy en día. En otros términos, tendremos que ponderar el
considerable desplazamiento que ha operado desde los parajes de 900, en
términos de la problemática psicológica y psicopatológica.
Para volver sensible lo que se pone en juego en el análisis del cual
voy a proponerles al menos algunos elementos, partiré de una constatación
global sobre el periodo en el que nos hallamos situados, constatación que se
resume en una palabra, pacificación, o, si se prefiere el matiz del sinónimo
-que podrá discutirse-, apaciguamiento.
Me parece que esta constatación supone una visión de conjunto. Ella
es tan verdadera en la escena política de las democracias como aplicable,
desde diversas perspectivas en todo caso -examinaremos sus reservas-, al
territorio psíquico. Hemos asistido a una considerable reducción de las
tensiones desde hace un cuarto de siglo y, retrospectivamente, la violencia
de los años 60 nos aparece a la vez una última llamarada y un simulacro.
Hemos asistido -y el movimiento no deja de confirmarse, incluso a través de
lo que podrían parecer contraejemplos- a una reducción de los conflictos,
en todo caso de conflictos manifiestos con los otros, sea cual sea su escala
y sus formas, así como a una reducción de los conflictos visibles consigo
mismo.
La convergencia de ambos aspectos estructura el aspecto de la
época. Si en mi opinión existe un rasgo manifiesto de la sociedad y de la
cultura en el periodo reciente, es aquí donde se encuentra. Basta enumerar
sus expresiones. Ustedes me permitirán mencionar rápidamente asuntos
que son bien conocidos pero a los cuales es imposible no referirnos. Por
supuesto, surge en primer lugar la desaparición del proyecto revolucionario.
Pero los hechos más significativos, desde el punto de vista que nos interesa,
residen más allá: en el borramiento del estilo revolucionario y del tipo de
hombre que encarnaba el revolucionario, con sus productos derivados: el
estilo de la ruptura vanguardista y la postura intelectual de la radicalidad
crítica, formas sublimadas de la conflictividad. Para tomar otro ejemplo
menos trivial y sobre el cual no se ha reflexionado lo suficiente, hemos
asistido, en el curso del mismo periodo, a la muy destacable desaparición de
lo que fue uno de los más grandes resortes culturales de nuestras sociedades
desde hace un siglo: la revuelta adolescente.
Mientras que, retrospectivamente, el periodo 870- 9 4 parece
haberse caracterizado por una generalización de la conflictividad y de los
antagonismos -los desencadenamientos de la guerra y de los totalitarismos
en nuestro siglo representan su paroxismo-, a la vez tenemos la impresión
de que hoy en día se acaba este siglo de conflictos. ¿Impresión engañosa
o impresión fundada? Es esto lo que se trata de establecer. Pero se trata,
en todo caso, del principal referente sobre el cual podemos guiarnos.
Intentemos, entonces, proceder a un primer inventario de proposiciones
que se presentan para dar cuenta del fenómeno. Enumeraré rápidamente
cuatro.
En primer lugar, no podemos dejar de subrayar la paradoja de este
proceso de apaciguamiento que avanza a través de una depresión económica
de gran amplitud de la cual nunca hemos salido verdaderamente en Europa
desde hace 20 años. La paradoja se evidencia todavía con mayor fuerza si
se la compara con el gran precedente que constituye la crisis de 929.
La crisis de 929 había provocado un redoblamiento paroxístico de las
tensiones y movilizaciones cuyo símbolo lo proveyó la llegada al poder de
los nazis en 933. En lugar de lo cual, en el periodo actual, aun cuando
existen movimientos de extrema derecha, la crisis actúa, desde 974, como
amplificadora de la pacificación y la reducción de las tensiones.
En segundo lugar, no se puede, por supuesto, dejar de hacer
intervenir a las condiciones materiales, en el trasfondo, bajo el aspecto
del excepcional crecimiento que han conocido las sociedades capitalistas2
occidentales desde 945, los famosos “Treinta Gloriosos2”, que
modificaron el nivel de riqueza global y que han llevado la prosperidad
a un grado sin precedentes. La crisis, la cesantía, las desigualdades, la
“exclusión”, no han bastado para mermarla. El crecimiento ha continuado
a un ritmo menor. Pero este periodo ha conllevado también, con el
desarrollo del Estado-providencia, un nivel de protección sin precedentes,
del cual el individualismo contemporáneo es ampliamente su producto.
Los individuos no han tenido necesidad de un esfuerzo prometeico para
quebrantar solidaridades y obligaciones familiares o de vecindad que otras
instituciones protectoras han vuelto simplemente inútiles. El fenómeno
al cual nos confrontamos posee, por
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