Erickson Teorias De La Personalidad
Enviado por laurayaz • 17 de Noviembre de 2014 • 2.351 Palabras (10 Páginas) • 272 Visitas
Teorias de la personalidad
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Erik Erikson 1902-1994
Dr. C. George Boeree
En la tribu americana de los Oglala Lakota, existía una tradición que se aplicaba a los
adolescentes para determinar su sino en la vida. Se les animaba a introducirse en el bosque
sin armas y sin otra vestimenta que un taparrabos y un par de mocasines en búsqueda de un
sueño. Hambriento, sediento y cansado, el chico esperaría a tener un sueño al cuarto día de su
viaje que le revelaría su destino vital. Al volver al hogar, relataría a los ancianos de la tribu el
contenido de su sueño, el cual sería interpretado de acuerdo con una práctica legendaria. Y su
sueño le diría al chico si estaba destinado a ser un buen cazador, o un gran guerrero o un
experto en la caza de caballos salvajes, o quizás convertirse en un especialista en la
fabricación de armas, o un líder espiritual, sacerdote o curandero.
En algunos casos, el sueño le llevaría a resolver las desviaciones y problemas de la tribu
Oglala. Un sueño con un "thunderbird" (un pajaro de trueno) llevaría al chico a pasar un período
de tiempo como “heyoka”, es decir, a actuar como un payaso o un loco. O por ejemplo, una
visión de la luna o de un búfalo blanco, le llevaría a ser un “berdache”, un hombre que se viste
y actúa como si fuese una mujer.
En cualquier caso, el número de roles que se representaban en la vida era extraordinariamente
limitado para los hombres; ni qué decir de las mujeres. La mayoría de las personas
desempeñaban papeles generalistas; muy pocos podían ser especialistas. Y estos roles solo
se aprendían por estar simplemente rodeado de las demás personas en la familia y en la
comunidad. Se aprendía en virtud de la vida.
En la época en que los Oglala Lakota fueron visitados por Erik Erikson, las cosas habían
cambiado un poco. Habían sido reducidos a amplias aunque cerradas reservas como resultado
de innumerables guerras y amenazas. El búfalo, la fuente principal de comida, vestimenta,
cobijo y de casi todo el resto necesario para vivir, había sido cazado hasta prácticamente su
extinción. Para empeorar más las cosas, se les había arrebatado sus costumbres, no por
soldados blancos, sino por los esfuerzos de los burócratas gubernamentales dirigidos a
convertir a los Lakota en americanos.
Los niños eran obligados a asistir a escuelas estatales casi todo el año, bajo la creencia
sincera de que la civilización y la prosperidad surgen de la educación. Aquí, aprendían muchas
cosas que iban en contra de lo que habían aprendido en casa. Se le enseñaron reglas de los
blancos sobre la belleza y la higiene, algunas de las cuales contradecían sus estándares de
modestia. Se les enseñó a competir, lo que iba en contra de las tradiciones de los Lakota sobre
la igualdad. Se les dijo que hablaran alto y fuerte, cuando precisamente sus familiares le decían
que se mantuviesen tranquilos y quietos. En otras palabras, sus profesores blancos se
encontraron con un grupo muy difícil de manejar y sus padres se hallaban en una situación de
dolor ante lo que consideraban una corrupción propia de una cultura extranjera.
Con el paso del tiempo, su cultura originaria desapareció, pero la nueva cultura fue incapaz de
proveer los sustitutos necesarios. No hubo más búsqueda de sueños, pero entonces ¿cuáles
sueños podrían perseguir los adolescentes si no existían?.
Erikson se sintió conmovido por las dificultades de los niños de Lakota con los que hablaba y
observaba. Pero crecer y encontrar el propio lugar en el mundo no es tarea fácil para muchos
otros americanos tampoco. Los afroamericanos están luchando por lograr una identidad
alejada de sus raíces africanas olvidadas; esa cultura pobre y falta de poder dentro de una
cultura circundante de una gran mayoría blanca. Los asiático-americanos también pasan por
una situación similar, atrapados entre las tradiciones americanas y asiáticas. Los americanos
rurales consideran que sus hijos no encajan en una sociedad mayor. Y la gran mayoría de
europeo-americanos poseen, de hecho, poco de sus propias identidades culturales, a no ser
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por vestirse de verde el día de San Patricio o por una receta de salsa marinara de la abuela. La
cultura americana está en cualquiera; es, en cierto sentido, de nadie.
Como la mayoría de los nativos americanos, también otros han perdido mucho de los rituales
que una vez nos guiaron hacia la adultez. ¿Hasta qué punto es usted un adulto?; ¿cuándo
entramos en la pubertad?; ¿ya ha sido bautizado o ha pasado por su “bar mizvah”?; ¿su
primera experiencia sexual?; ¿fiesta de 15 años?; ¿su licencia de conducir? ¿su graduación
colegial?; ¿votando en sus primeras elecciones?; ¿su primer trabajo?; ¿edad legal para
beber?; ¿graduación de la universidad?; ¿Cuándo exactamente los demás nos tratan como
adultos?.
Consideremos algunas de las contradicciones. Puedes ser lo suficientemente mayor para
meterte en un todoterreno veloz de dos toneladas, pero no se te permite votar. Puedes ser lo
suficientemente mayor para morir en la guerra por tu país, pero no lo suficiente para beberte
una cerveza. Como estudiante universitario se te pueden confiar cientos de dólares para
créditos educativos, pero no se te permite escoger tus materias.
En las sociedades más tradicionales (como en la nuestra hace 50 o 100 años), un jóven o una
chica se fijaban en sus padres, en sus relaciones, vecinos y profesores. Eran personas
decentes y trabajadoras (en su mayoría) y deseábamos ser como ellos.
Desafortunadamente, la mayoría de los niños actuales buscan la identificación en la “media”,
especialmente en la televisión. Es fácil entender por qué. Las personas de la tele son más
bellas, más listas, más ingeniosas, más sanas y más felices que cualquiera de nuestro
vecindario. Por desgracia, éstas no son reales. Siempre me sorprendo de la cantidad de
estudiantes que se frustran al descubrir el gran esfuerzo que supone la carrera que han
elegido. Esto no ocurre en la tele. Más tarde, descubren que los trabajos que realizan no son
tan creativos y satisfactorios como esperaban. Una vez más, no es como en la tele. No debería
entonces sorprendernos el que muchos chicos se vayan por
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