Fases De La Adolescencia
Enviado por nanciulrich • 2 de Octubre de 2014 • 43.103 Palabras (173 Páginas) • 446 Visitas
FASES DE LA ADOLESCENCIA
El pasaje a través del periodo adolescente es un tanto desordenado y nunca en una línea recta. En verdad, la obtención de las metas en la vida mental que caracterizan las diferentes fases del periodo de la adolescencia son a menudo contradictorias en su dirección y además cualitativamente heterogéneas; es decir, esta progresión, digresión y regresión se alternan en evidencia, ya que en forma transitoria comprenden metas antagónicas. Se encuentran mecanismos adaptativos y defensivos entretejidos, y la duración de cada una de las fases no puede fijarse por un tiempo determinado o por una referencia a la edad cronológica. Esta extraordinaria elasticidad del movimiento psicológico, que subraya la diversidad tan espectacular del periodo adolescente no puede dejar de enfatizarse; sin embargo, permanece el hecho de que existe una secuencia ordenada en el desarrollo psicológico y que puede describirse en términos de fases más o menos distintas.
El adolescente puede atravesar con gran rapidez las diferentes fases o puede elaborar una de ellas en variaciones interminables; pero de ninguna manera puede desviarse de las transformaciones psíquicas esenciales de las diferentes fases. Su elaboración por el proceso de diferenciación del desarrollo a lo largo de un determinado periodo de tiempo, resulta en una estructura compleja de la personalidad; un pasaje un tanto tormentoso a través de la adolescencia habitualmente produce una huella en el adulto que se describe como primitivización. Ninguno de estos dos desarrollo debe de confundirse con niveles de maduración; más bien son evidencias de grados de complejidad y diferenciación. Tanto el empuje innato hacia adelante como el potencial de crecimiento de la personalidad adolescente, buscan integrarse al nivel de maduración de la pubertad y a las antiguas modalidades para mantener el equilibrio. Por medio de este proceso de integración se preserva la continuidad en la experiencia del yo que facilita la emergencia de una sensación de estabilidad en el ser -o sentido de identidad.
1. El periodo de latencia, introducción.
Con anterioridad hemos mencionado la importancia del periodo de latencia para tener éxito en la iniciación y durante el desarrollo de la adolescencia. El periodo de latencia proporciona al niño los instrumentos, en términos de desarrollo del yo, que le preparan para enfrentarse al incremento de los impulsos en la pubertad. El niño, en otras palabras, está listo para la prueba de distribuir el influjo de energía en todos los niveles de funcionamiento de la personalidad, los cuales se elaboraron durante el periodo de latencia. De allí que sea capaz de desviar la energía instintiva a las estructuras físicas diferenciadas y a diferentes actividades psicológicas, en lugar de experimentar esto solamente como un aumento de la tensión sexual y agresiva. Freud (1905, b) se refiere a la latencia abortiva como "precocidad sexual espontánea" que se debe al hecho de que el periodo de latencia no se pudo establecer con éxito; por lo tanto pensó que "las inhibiciones sexuales" que constituyen el componente esencial del periodo de latencia, no fueron adquiridas adecuadamente, "ocasionando manifestaciones sexuales, que, debido a que las inhibiciones sexuales fueron incompletas y que por otro lado el sistema genital no está desarrollado, pueden orientarse hacia las perversiones".
La interpretación literal del término periodo de latencia que significa que estos años están desprovistos de impulsos sexuales - es decir, que la sexualidad es latente- ha sido corregido por la evidencia clínica de los sentimientos sexuales expresados en la masturbación, en actividades voyeuristas, en el exhibicionismo y en actividades sadomasoquismo que no dejan de existir durante el periodo de latencia (Alberto, 1941, Bornstein, 1951). Sin embargo, en esta etapa no aparecen nuevas metas instintivas. Lo que en verdad cambia durante el periodo de latencia es el incremento del control del yo y del superyó sobre la vida instintiva. Fenichel (1945, b) se refiere a esto: "Durante el periodo de latencia las demandas instintivas no han cambiado mucho; pero el yo sí". La actividad sexual durante el periodo de latencia está relegada al papel de un regulador transitorio de tensión; esta función está superada por la emergencia de una variedad de actividades del yo, sublimatorias, adaptativas y defensivas por naturaleza. Este cambio está promovido sustancialmente por el hecho de que "las relaciones de objeto se abandonan y son sustituidas por identificaciones" (Freud, 1924, b). El cambio en la catexis de un objeto externo a uno interno puede muy bien ser considerado como un criterio esencial del periodo de latencia. Freud (1905, b) hizo referencia especial a este hecho, el cual sin embargo ha sido opacado por el concepto más general de "inhibición sexual" que es un marco claro e indicativo del periodo de latencia. Freud afirmó: "De vez en cuando (durante el periodo de latencia) puede aparecer una manifestación fragmentaria de la sexualidad que ha evadido la sublimación, o alguna actividad sexual puede persistir a los largo de todo el periodo de latencia hasta que el instinto sexual emerja c0n gran intensidad en la pubertad. Debido al desarrollo de la latencia, la expresión directa de las necesidades de dependencia y sexuales, disminuyen ya que éstas se amalgaman con otras metas más complejas y aloplásticas, o están mantenidas en suspenso por defensas entre las cuales son típicas de este periodo las obsesivo-compulsivas".
La dependencia en el apoyo paterno para los sentimientos de valía y significación son reemplazados progresivamente durante el periodo de latencia por un sentido de autovaloración derivado de los logros y del control que ganan la aprobación social y objetiva. Los recursos internos del niño se unen a los padres como reguladores de la estimación propia. Teniendo al superyó sobre él, el niño es más capaz de mantener el balance narcisista en forma más o menos independiente. La ampliación del horizonte de su efectividad social, intelectual y motora, lo capacitan para el empleo de sus recursos, permitiéndole mantener el equilibrio narcisista dentro de ciertos límites que le fueron posibles en la niñez temprana, y es evidente una mayor estabilidad en el afecto y en el estado de ánimo.
Concomitante a estos desarrollos, las funciones del yo adquieren una mayor resistencia a la regresión, actividades significativas del yo, como son la percepción, el aprendizaje, la memoria y el pensamiento, se consolidan más firmemente en la esfera libre de conflicto del yo. De allí pues que las variaciones en la tensión instintiva no amenacen la integridad de las funciones del yo como ocurría en los años anteriores a
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