Frágiles identidades e injusticias sociales: Política de la diferencia en democracias complejas
Enviado por roxytareitass • 8 de Septiembre de 2012 • 1.003 Palabras (5 Páginas) • 529 Visitas
Frágiles identidades e injusticias
sociales: Política de la diferencia
en democracias complejas
Dice Pierre Bourdieu que el inmigrante no tiene la condición ni de ciudadano
ni de extranjero; ni se sitúa completamente al lado del yo, ni del otro. Por el
contrario “el inmigrante es el “bastardo” que ocupa la frontera entre el ser y
el no ser social.”
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¿Cómo deberían abordarse y plantearse las estrategias de inclusión de inmigrantes
en democracias
liberales
occidentales donde existen
injusticias
estructurales
que colocan
al inmigrante
en esa
encrucijada?
¿Qué relación
ha
de
tener pues,
el reconocimiento
de la diferencia
con el principio de igualdad
que
vertebra
la fundamentación de estos
sistemas democráticos?
¿Cómo
debería
afectar la política de la diferencia
a cuestiones de integración
de
inmigrantes
que conciernen a la mujer
como grupo
social? Éstas son algunas
de
las preguntas
que guían el ensayo.
Para
la elaboración
del mismo se parte
de
una convicción;
que todas ellas son inseparables
de reflexiones
que giran
en
torno a principios
de justicia social.
En el ensayo
por tanto,
se da por
supuesta
que la cuestión de inclusión de inmigrantes
es un tema que debe
abordarse
desde la óptica de principios
de justicia social,
y así se tratará
de
argumentar
durante
el desarrollo
del mismo.
Diferencia es un término que en los últimos años ha parecido cobrar una rele-
vancia inusitada, hasta el punto de suprimir al de igualdad. Nancy Fraser es
una de las autoras contemporáneas que ha acuñado quizás, como ninguna
otra pensadora, el fenómeno de la “condición postsocialista” como aquel que
refiere a la paradoja de un desplazamiento en la gramática de las reivindicaciones
políticas actuales que va de la igualdad, a la diferencia, en menoscabo
del primer término. Según la pensadora, esa “condición postsocialista” sur-
gida tras la caída del muro de Berlín, se caracteriza por un descalabro de la
izquierda ortodoxa que provoca la sensación de algo así como de “un volar
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P. Bourdieu, Préface, en La double Absence, A. Sayad, Seuil, 1999, Paris, p. 12.
sin instrucciones”; del “agotamiento de (sus) energías utópicas” hasta el punto tal que la
conduce a buscar su ideal emancipatorio en la política de la diferencia, entendida como
identidad. De esta manera, dice Fraser, las reivindicaciones por la redistribución (centradas
en injusticias definidas como socioeconómicas) y por el reconocimiento (centradas en injusticias
definidas como culturales), junto con las luchas que sendas concepciones impulsan,
han
constituido dos paradigmas de justicia diseñados casi de manera excluyente. La clase
social
da lugar al grupo cultural, la igualdad deja de ser instrumento de emancipación, y en
su
lugar se demanda la diferencia; las concepciones de justicia más tradicionales basadas
en
la distribución equitativa, se desplazan a favor de otras concepciones de justicia que apelan,
en primera instancia, al reconocimiento de la diferencia.
Como consecuencia, dice
Fraser, la diferencia ha pasado a integrarse en el vocabulario político de forma casi indiscriminada,
de una manera totalizante y acrítica, hasta el punto que ha terminado por desplazar
el compromiso explícito con la política de la redistribución.
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¿Son acertadas estas afirmaciones de Fraser? Ciertamente, a partir de finales de los 70
y principios de los 80, comenzaron a emerger un conjunto de teorías y de movimientos
sociales que surgieron bajo la fórmula de multiculturalismo. El eje central de esta teoría se
articulaba en torno a la relación que el principio legal de igualdad (como igual tratamiento)
debía tener con el de la diferencia
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