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Funcion Paterna


Enviado por   •  10 de Abril de 2013  •  4.424 Palabras (18 Páginas)  •  566 Visitas

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AREA 3. CUADERNOS DE TEMAS GRUPALES E INSTITUCIONALES

Nº 10 – Verano 2005

La función paterna: cambios en el modelo de masculinidad y necesidades psicológicas en la infancia-adolescencia

Maite San Miguel

Introducción:

El título de esta conferencia lo encabeza la expresión “función paterna” y no el vocablo “padre” o “paternidad”. El motivo es que estas últimas palabras se encuentran más asociadas a padre biológico. Función-paterna, sin embargo, nos permite librarnos, en alguna medida, de ese lazo biológico, des-naturalizar lo que consideramos una función simbólica, ligada a la cultura y, por tanto, no necesariamente encadenada a un sexo o a una capacidad biológica (la reproductiva). Por otra parte, función paterna nos convoca más las necesidades del infante, así como las capacidades o atributos que necesita una persona para cumplir con dicha función y, por tanto, que pueden -o no- estar presentes.

Ahora bien, el hecho de considerar la función paterna como una función no-biológica (aun cuando en muchas ocasiones se nos aparece ligada a la paternidad biológica) nos plantea otra cuestión y es la de si hay algo esencial en dicha función, una propiedad inalterable de ella; o si la función paterna hemos de situarla en un contexto histórico. Esto ha preocupado a la sociología y a la antropología que han estudiado modelos de paternidad o características específicas en distintas culturas. También contamos con los trabajos críticos de teoría feminista sobre el patriarcado, en los cuales queda ligada la primacía social de lo masculino a un poder ejercido en muchos ámbitos y que en la familia tomaría los caracteres del denominado pater familias.

Otros trabajos críticos con nuestra herencia cultural y con esa consideración de que la paternidad tiene algo de intemporal van a llamar nuestra atención acerca de que todo aquello que en la historia aparece como eterno es el producto de un trabajo de eternización que incumbe a una serie de instituciones interconectadas como son la familia, la iglesia, el estado y la escuela. La cita es de Pierre Bourdieu, un pensador francés recientemente fallecido (2002) que ha hecho incursiones en la etnografía, la sociología, la historia y el psicoanálisis para estudiar las diversas formas en que se recrean y se trasmiten las relaciones (desiguales) entre los géneros.

A este respecto resulta básico aludir a los denominados “estudios sobre el género” que desde distintas disciplinas han cuestionado los modelos vigentes de masculinidad y feminidad y esto en varios sentidos. En primer lugar para mostrar la falacia que encierra la suposición de que tales contenidos (aquello que consideramos propio de los hombres y de las mujeres) son derivados de características corporales o consecuencia de pertenecer a uno u otro sexo. Esta operación tiene una larga tradición, que incluso ha afectado a las ciencias. La medicina, por ejemplo, ha sostenido que las características anatómicas o funcionales del sexo femenino explicaban un cierto destino maternal e incluso características psicológicas de las mujeres (Laqueur, 1994).

Los trabajos sobre el género también han llamado nuestra atención sobre el hecho de que lo que se adjudica a uno u otro sexo sigue una lógica “binaria”. Esto es, se supone una división entre los géneros de características y funciones complementarias y, por lo mismo, excluyentes. Este “binarismo” de género trae aparejado una profunda división de funciones sociales, psicológicas e incluso de rasgos de la personalidad que puede llevar a los sujetos a tener conflictos en la representación de sí-mismo. Estudiosos de diversas disciplinas colocan esta oposición (masculino/femenino) en el conjunto de oposiciones (arriba/abajo; alto/bajo; ) con los que nuestro pensamiento y lenguaje ordenan el universo. Pero este juego de oposiciones no es neutral, pues todas ellas están atravesadas por otra oposición: superior/inferior. Pareciera que cuanto más oposición encierren dos categorías, más entran en este círculo de más o menos, superior o inferior.

He querido con estas líneas mostrar que la categoría “padre” o “paternidad” no es algo simple y dado por la naturaleza. Es importante también subrayar que, en el tema que hoy nos ocupa, no es lo mismo reflexionar sobre “el padre” como si de un arquetipo, mito o carácter atemporal se tratara; que considerar, más bien, que aquello que entendemos y hemos experimentado como hijos-as ( como madres y padres también) remite a una serie de modelos cuya profunda inscripción en nuestro pensamiento y en nuestra experiencia emocional no los convierte en eternos, atemporales ni inmodificables; pero sí nos empuja a sentirlos como si así fueran.

Ahora bien, cambios que se han producido en la realidad social de las últimas décadas nos permiten percibir que algo se mueve en los roles tradicionales de la paternidad. También nos vemos confrontados con una especial ruptura entre la paternidad biológica y la que podríamos denominar simbólica (psico social). Las técnicas de reproducción asistidas, la extensión en nuestra mundo occidental de las adopción de niños muy alejados de nuestras latitudes, de nuestras características físicas; el aumento de las familias llamadas monoparentales,…Todos estos fenómenos llaman nuestra atención sobre varios temas: sobre una suerte de dislocación entre la maternidad-paternidad de orden biológico y la función-madre/padre; también sobre la des-naturalización de muchas tareas de la crianza infantil, tradicionalmente consideradas de naturaleza masculinas o femeninas y que empiezan a ser ejercidas por madres y padres indistintamente. Para terminar, proyectos muy debatidos en nuestros días sobre la adopción de niños-as por parte de parejas gays o lesbianas cuestionan -o al menos obligan a plantearse preguntas- a las teorías psicológicas, así como a nuestros modelos y creencias más hondamente arraigadas.

Obviamente no traigo repuestas para todos los interrogantes que tenemos planteados como profesionales, también como padres o madres, pero sí elementos para una reflexión que aspira a ser compartida al final de esta presentación.

I. La función paterna en la teoría psicoanalítica

Antes de adentrarme en el campo específico de mi actividad profesional (psicóloga, de orientación psicoanalítica), quizás sea importante explicitar un poco más algunos conceptos generales a los que he aludido, ya que en el campo teórico de cualquier disciplina es imprescindible distinguir (Bleichmar, 1999) entre lo que son “paradigmas abarcativos“ (esquemas de pensamiento desde los cuales se captan los conocimientos de un dominio particular) y el conjunto formado por el corpus teórico y, en el caso del

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