GRESIA LA TRAJEDIA
Enviado por JUANMIGUELMAYO • 26 de Septiembre de 2013 • 15.409 Palabras (62 Páginas) • 482 Visitas
GRECIA, LA DOCTRINA DE LA DEMOSTRACIÓN Y LA TRAGEDIA
Zuleta Estanislao.
En Arte y filosofía –
Editorial Percepción, Medellín 1986
Voy a comenzar por exponer brevemente la manera como se desarrolló en Grecia la teoría
del conocimiento a partir de Sócrates y Platón, que para lo que ahora nos interesa
consideraremos en conjunto, nos introduciremos al problema enfrentándonos al hecho de que en
Grecia se dan al mismo tiempo, la ciencia, la tragedia y la filosofía. Propiamente hablando, la ciencia es griega. Esto no quiere decir, que no existan, antes de Grecia conocimientos diversos; desde luego que sí, por ejemplo en Egipto conocimientos de geometría, y en Caldea de astronomía y muchos otros, pero lo que llamamos ciencia en la modernidad viene de Grecia, en el sentido de que los conocimientos griegos tienen una formalización científica. Es decir, la geometría puede estar en Egipto como
práctica para las construcciones, para cobrar
impuestos, para medir tierra reduciendo
terrenos de diferentes formas a una misma
unidad de medida (que es de donde
proviene su nombre por lo demás), pero la
geometría en el sentido que le damos
nosotros ahora, la geometría en un sentido
científico, expuesta como un sistema de
deducciones a partir de axiomas,
deducciones con demostraciones, eso es lo
que Grecia aporta: la doctrina de la
demostración.
Por otra parte, en las condiciones históricas
de Grecia no tenemos un arte secreto; en
Grecia se levanta la filosofía desde muy al
comienzo como un intento de explicación del mundo por sí mismo, es decir no por el mito, no
por la religión, sino por los elementos naturales como en Tales, en Heráclito, etc. Esa
filosofía evoluciona hasta el siglo V cuando llega a convertirse en una teoría del conocimiento:
En Lógica y en Crítica. Ahora bien, lo que pasa en Grecia es un fenómeno realmente
extraordinario, los griegos disponen de una libertad de pensamiento de que carecen la mayor
parte de los pueblos de la antigüedad. En Grecia no nos encontramos con un texto sagrado,
una Biblia, un Corán un Rig-Veda o algo así, con relación a lo cual uno pueda ser hereje.
Desde luego que su religión está expuesta por escrito, pero por los poetas: por Homero, por
Esíodo y por otros; cada cual tiene su versión y nadie puede ser hereje con relación a un
poeta. Ese es el primer punto que debemos considerar y lo que constituye lo más inquietante de
la cultura griega.
Debemos considerar también otros hechos: el hecho de que la religión griega es muy poco
represora, tanto con relación al conocimiento, como con relación a la sexualidad. Por ejemplo los
dioses griegos están muy lejos de dar buen ejemplo en cuanto a ese respecto: el señor Zeus2
anda disfrazado de cisne, de toro o hasta de lluvia de oro, en todas sus correrías al escondido
de su esposa Hera, siendo el más alto del Olimpo, los otros siguen desde luego su ejemplo; y
mientras unos pelean por eso y se enfurecen, suena la risa de los dioses en la colina del
Olimpo, porque los otros se ríen entre tanto. Dioses que ríen, dioses que gozan, es un
fenómeno que para la mentalidad judaico- cristiana no deja de ser extraño. Pero sobre todo
dioses que no reprimen, al contrario en lugar de ser culpabilizadores, los dioses griegos sirven
para disculparse.
En la Odisea, por ejemplo, Telémaco sale en busca de su padre y uno de los primeros sitios
donde llega es a la isla en que se encuentra Helena (la que formó aquel lío de la guerra de
Troya cuando se fue con París); pues esta Helena le dice tranquilamente a Telémaco: “Pero
yo no tuve la culpa, un dios (Eros) me lo inspiró”. Es decir, la religión griega lejos de ser
culpabilizadora, sirve más bien de disculpa; ese es un rasgo supremamente interesante.
Encontramos igualmente el hecho de que puedan convivir al mismo tiempo las doctrinas más
opuestas y que cada cual busque sus adeptos libremente: Heráclito, Parménides, por otra parte
Empédocles y por otra Anaxágoras, y nadie puede declarar al otro hereje con relación a algo.
Esto es un fenómeno muy inquietante porque es lo que obliga progresivamente a probar, a
demostrar, a hallar el por qué. Cuando no se puede salir del paso con una cita de un texto
sagrado o de un gran profeta, cuando no se cuenta con los perniciosos auxilios del Espíritu Santo
que declaró la verdad de una vez y para siempre, entonces hay que demostrar. Ese es el
ambiente griego y por eso la filosofía surge en Grecia porque allí está la exigencia de la
demostración.
Pero también, son condiciones que tienen su costo: la angustia griega. Esto es algo muy
particular, porque Grecia también tiene una forma de existencia que permite elaborar la
tragedia, precisamente porque es una existencia trágica. No es una casualidad que ellos hayan
hecho la tragedia, hayan producido a Sófocles, Esquilo y Eurípides, es que su existencia
misma es trágica: la tragedia es el costo de la libertad. La tragedia es un resultado de
condiciones donde no existe una referencia absoluta. Vamos a hacer una comparación para
que quede más claro.
Comparemos el fenómeno trágico griego con un fenómeno de una existencia no trágica como
por ejemplo, el del pueblo judío. Primero quiero definir trágico: lo estoy tomando en el sentido
que le da Hegel en el segundo tomo de LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA, un capítulo que se
llama “LAS VICISITUDES DE SÓCRATES”, donde Hegel explica qué entiende por trágico.
Resumo brevemente lo que dice Hegel: “un hecho trágico, un acontecimiento trágico, una
forma trágica de existir, sólo ocurre cuando se encuentran dos potencias igualmente
válidas y no logran una síntesis”. En este sentido no debemos confundir trágico con triste,
ni con espantoso. La muerte de un niño que es muy amado por todo el mundo es un
fenómeno extraordinariamente triste y espantoso; la injusticia que se comete contra un santo o
contra un justo cuando se lo tortura y se lo masacra es extraordinariamente triste; pero no hay
nada trágico allí, es decir, no existe el drama de dos potencias válidas encontradas. Hay una
potencia válida: el justo; y otra que no es válida: la arbitrariedad de los torturadores. Existe
un poder arbitrario absoluto y entonces la consecuencia es algo muy triste.
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