HOMO VIDENS… LA SOCIEDAD TELEDIRIGIDA

ENSAYO DEL LIBRO: HOMO VIDENS… LA SOCIEDAD TELEDIRIGIDA

AUTOR: GIOVANNI SANTORI

MATERIA: PSICOLOGÍA DEL CONSUMIDOR

YARENI GARCÍA BARRIOS

INTRODUCCIÓN.

¿El hombre rey de sus inventos? O ¿los inventos del hombre reyes del mismo?, ¿en que se ha convertido el hombre a través de la creación de la tecnología?

Todo invento da lugar a previsiones sobre sus efectos, sobre las consecuencias que producirá. El progreso tecnológico nos ha sumergido en la edad cibernética, estamos pasando a una edad multimedia, en la cual los medios de comunicación son numerosos y la televisión ha dejado de ser el centro de esta multimedialidad. El nuevo soberano es ahora el ordenador, el cual además de mostrarnos sonidos e imágenes, nos muestra realidades simuladas, es decir, realidades virtuales. Aún así con esta nueva tecnología es la televisión la que por su capacidad de alcance a las grandes masas, continua siendo la reyna en la mayoría de las sociedades de este nuestro mundo.

Es la televisión la que manipula a la opinión pública, pues cambia la naturaleza misma de los acontecimientos porque reemplaza el contexto de la palabra y lo lleva a la imagen, la que es igual para todos, ahoga al individuo con la velocidad de las imágenes y no le da cabida a procesarlas, identificarlas y reflexionarlas, sólo las da y así éste se conforma con ellas. No se logra comprender con plenitud el mensaje que se nos quiere enviar. Lo que más se envía son mensajes subliminales, en forma de imágenes previamente manipuladas.

DESARROLLO

El hombre ha perdido la facultad de conocimiento, el Homo Sapiens era el hombre de la cultura del leer, era mucho más pensante e inteligente que ahora. Es importante entender que el acto de telever está cambiando a naturaleza del hombre.

Si el niño crece junto al televisor, su concepción del mundo se vuelve una caricatura; conoce la realidad por medio de sus imágenes y la reduce a éstas. Su capacidad de asimilar los acontecimientos que lo rodean está condicionada a lo visible: su capacidad de abstracción es sumamente pobre, no sólo en cuanto a palabras, sino sobre todo en cuanto a la riqueza de significado.

La imagen no tiene contenido cognoscitivo, El acto de ver anula, en este caso, el de pensar. El concepto queda sumergido entre colores, formas, secuencias y ruidos de fondo. La asimilación de una palabra requiere del conocimiento de un lenguaje y de una lengua, la imagen, por su parte, se procesa automáticamente, se ve, y con eso es suficiente.

Las imágenes son lo que son y allí están, mil palabras valen menos que la imagen pues ella nos da la verdad, pero un millón de imágenes tampoco dan el concepto exacto. Si bien es cierto la imagen muestra la realidad, la cual está influenciada por los miembros de poder del país y también por los medios de comunicación de masas, ellos deciden que es lo que se publica o sale al aire según su propio criterio entonces, el televidente ve lo que le quisieron imponer con la imagen.

La televisión lleva a las pantallas sólo a quién ataca y no al atacado, al agresor y no al agredido, dejándolos como protagonistas. Es la televisión la que crea las protestas, los altercados pues ellos agrandan las noticias y las tergiversan. La televisión “condiciona” al televidente, empobrece nuestra capacidad de raciocinio y hace que nuestra capacidad de abstracción se pierda y quede vagando por el ciberespacio.

La televisión se caracteriza por una cosa: entretiene, relaja y divierte, pero sobre todo invade toda nuestra vida. Después de haber “formado” a los niños, continúa formando o influenciando a los adultos por medio de la “información”. El término de video-política, hace referencia solo a uno de los múltiples aspectos del poder del vídeo. En este sentido la democracia ha sido definida con frecuencia como un gobierno de opinión y esta definición se adapta perfectamente a la aparición de la vídeo-política

La televisión es la que influye en las elecciones, pues muestran la imagen del candidato por sobre el discurso. La palabra produce menos impacto que la imagen eso está claro, y la cultura de la imagen ha desequilibrado la pasión con la racionalidad. Es por esto que la televisión condiciona fuertemente el proceso electoral.

El problema de la opinión

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