INTELIGENCIA EMOCIONAL. Tal y como Aristóteles lo enuncia en su obra titulada Ética a Nicómaco

Inteligencia emocional

Las emociones tienen una función crucial en la vida de los seres humanos, pues es bien sabido que son innatas, pero ¿Qué tanto nos dejamos llevar por nuestros instintos emocionales? ¿Cuántas veces hacemos uso de la razón para controlar aquellos impulsos inconscientes?

Tal y como Aristóteles lo enuncia en su obra titulada Ética a Nicómaco:

“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso; ciertamente no resulta tan sencillo”.

Existe una reacción natural frente a las diferentes situaciones que se presentan día a día. Todas las emociones se manifiestan en el momento oportuno; sin embargo, no siempre hay un control sobre ellas.

El termino  emoción hace referencia a un estado afectivo que experimentan todos los seres humanos; es una reacción adaptativa e innata, acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos). (www.PsicoActiva.com)

El termino fue atribuido por Wayne Payne en su tesis “Un estudio de las emociones: el desarrollo de la inteligencia emocional” (1985), en donde se hace hincapié en la relevancia de las emociones en el mundo social y laboral. Años más tarde Daniel Goleman, un psicólogo estadounidense, publicaría su obra: “La inteligencia emocional” (1995) en la cual se popularizó este tipo de inteligencia a nivel global. La relevancia de tan complejo tema se resume en lo siguiente:

“Para comprender el gran poder de las emociones sobre la mente pensante (y la causa del frecuente conflicto existente entre los sentimientos y la razón) debemos considerar la forma en que ha evolucionado el cerebro del ser humano.” (Emotional Intelligence-insead, www.sitesinsead.edu)

Todo cambio orgánico que se lleva a cabo en el organismo es el resultado de un proceso cerebral complejo que se encuentra interconectado con aquello que nos permite percibir lo que nos rodea: los receptores sensoriales.

Lo anteriormente dicho es una de las muchas funciones que el sistema nervioso puede realizar gracias al órgano más representativo e importante del mismo, el cerebro. A través de los años se ha estudiado esta masa voluminosa que se encuentra alojada en el cráneo de todos los seres vivos y sigue sorprendiendo al mundo de la ciencia la cantidad de misterios que aún oculta esta estructura tan compleja. Por medio de este sistema, los estímulos provenientes del medio ambiente son procesados para generar una respuesta (física u hormonal). La respuesta del organismo ante las diferentes situaciones puede ser positiva o negativa, pues todas las emociones cumplen una función especial al momento de manifestarse.

Las estructuras que sin lugar a duda son el centro de las emociones son la amígdala y el hipocampo ya que trabajan en conjunto para procesar el estímulo emocional creado y generan una reacción.

Charles Darwin logró observar como los animales (especialmente los primates) tenían una gran variedad de emociones que al momento de expresarlas tenían una función comunicativa, pues al transmitir lo que sentían buscaban generar una respuesta deseada al resto de la manada. La capacidad de adaptación era mayor pues, la comunicación siempre estaba presente. (www.biography.com)

Hay diferentes tipos de emociones en las cuales cada una cumple con una función determinada.

El miedo, según la Real Academia Española, es la angustia o incertidumbre por un riesgo o daño real o imaginario presente en todos los animales, incluido el ser humano.

Una reacción natural en los seres humanos cuando enfrentan este tipo de emociones es la huida con la finalidad de buscar protección frente a las situaciones que amenazan o ponen en peligro (real o imaginario) la integridad del individuo. Una reacción en cadena se produce en el organismo de aquel que escapa para eliminar la sensación, por otro lado; es sorprendente analizar todo el procedimiento que se genera por el miedo, pues hay cambios fisiológicos y endocrinos en cuestión de segundos.

La adrenalina, una hormona que acelera al organismo, es segregada en la sangre para permitir una mayor resistencia al momento de enfrentar los riesgos de cualquier circunstancia que pueda surgir en cualquier momento determinado. Como todas las reacciones generalmente son inconscientes es casi imposible mantener control de todo lo que sucede en el cuerpo. Aunado a esto, no hace falta decir que el enojo (otra emoción muy común) también se relaciona con la adrenalina de una manera diferente a lo que ocurre cuando el miedo se manifiesta.

El enojo generalmente no puede controlarse, pues las respuestas ante esta emoción suelen ser violentas y precipitadas.

La mayoría de las veces, las consecuencias de actuar de una manera indeseada genera “una cruda moral” en la cual se manifiestan sentimientos de culpa en el individuo dependiendo del nivel de tensión emocional descargado por el organismo.

Por otro lado, la represión de emociones genera daños al organismo que culmina en enfermedades, debido a la disminución de defensas del sistema inmunológico.

Es bien sabido que el tipo de alteración a la salud puede ser desde un pequeño estrés hasta aspectos más graves que involucran problemas cardíacos y/o metabólicos.

 Como resultado, irse a los extremos al momento de expresar o simplemente ignorar una emoción puede tener una connotación negativa que afecta intrínseca y extrínsecamente al individuo y a los que lo rodean.

A raíz del instinto animal que el hombre aún conserva en sus genes, ha sido posible interpretar mejor por qué algunas veces actuamos de manera irracional y en otras ocasiones si hay control de lo que se busca expresar. Es un hecho que la ciencia aún no ha descubierto muchos misterios que yacen en los genes humanos y hasta en la actualidad parte de lo que nos hace actuar de manera racional ha sido consecuencia de las reglas que regulan el comportamiento en sociedad.

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