Inlfuencia Del Leer I Escribir En Los Ninos De Preescolar
Enviado por daniela1121 • 8 de Septiembre de 2013 • 1.677 Palabras (7 Páginas) • 328 Visitas
El espacio de la lectura y la escritura
en la educación preescolar*
Emilia Ferreiro
Los debates acerca del momento en que debe comenzar la enseñanza de la lectura y la escritura
parecen eternos. La pregunta “¿se debe o no enseñar a leer y escribir en jardín de niños?”
es una pregunta reiterada e insistente. Yo he sostenido, y sigo sosteniendo, que es una pregunta
malinterpretada, que no puede responderse por la afirmativa ni por la negativa, antes de
discutir las presuposiciones en que se basa.
Esta pregunta, así planteada, tiene una suposición de base: son los adultos quienes deciden
cuándo y cómo se va a iniciar ese aprendizaje.
Cuando se responde a esa pregunta por la negativa, y se decide que sólo en la primaria se
debe enseñar a leer y escribir, vemos a los salones de preescolar sufrir un meticuloso proceso
de limpieza, hasta hacer desaparecer toda traza de lengua escrita. La identificación de los
lugares destinados a cada niño se hace mediante dibujos, para no dejar ver al niño la forma de
su nombre escrito. Los lápices se usan sólo para dibujar, pero nunca para escribir. Puede ser
que –por descuido– quede un calendario suspendido en la pared y que –también por descuido–
la maestra escriba sus reportes delante de los niños en lugar de hacerlo durante el recreo,
casi a escondidas.
A veces la maestra cuenta cuentos, pero nunca lee en voz alta. Prohibido leer. Prohibido
escribir. La escritura, que tiene su lugar en el mundo urbano circundante, deja de tenerlo en el
salón de clase. Los adultos alfabetizados (incluidas las maestras o profesoras) se abstienen
cuidadosamente de mostrar a los niños que saben leer y escribir. Situación por demás extraña:
los niños imaginan que su profesora sabe leer y escribir, pero no la han visto hacer eso en el
salón.
Por el contrario, cuando se responde afirmativamente a esa pregunta, y se decide iniciar el
aprendizaje de la lectura y la escritura antes de la primaria, vemos al salón de jardín de niños
asemejarse notablemente al de primer año, y a la práctica docente modelarse sobre las más
* En Alfabetización, teoría y práctica, 4a ed., México, Siglo XXI, 2001, pp. 118-122.
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tradicionales prácticas de la primaria: ejercicios de control motriz y discriminación perceptiva,
reconocimiento y copia de letras, sílabas o palabras, repeticiones a coro... y ningún uso funcional
de la lengua escrita.
La pregunta “¿se debe o no se debe enseñar a leer y escribir en el jardín de niños?” está
mal planteada, porque tanto la respuesta negativa como la positiva se apoyan en una presuposición
que nadie discute: se supone que el acceso a la lengua escrita comienza el día y hora
que los adultos deciden. Esta ilusión pedagógica puede mantenerse porque los niños aprenden
tanto a hacer como si nada supieran (aunque sepan), como a mostrar diligentemente que
aprenden a través del método elegido. Pero, además, hay otra suposición detrás de esa pregunta:
los niños sólo aprenden cuando se les enseña (según la manera más escolar de “enseñar”).
Ambas presuposiciones son falsas.
Los niños inician su aprendizaje del sistema de escritura en los más variados contextos,
porque la escritura forma parte del paisaje urbano, y la vida urbana solicita continuamente el uso
de la lectura. Los niños urbanos de cinco años generalmente ya saben distinguir entre escribir y
dibujar; dentro del complejo conjunto de representaciones gráficas presentes en su medio, son
capaces de diferenciar entre lo que es dibujo y lo que es “otra cosa”. Que a ese conjunto de
formas que tienen en común el no ser dibujo, lo llamen “letras” o “números” no es lo crucial a esa
edad. Más importante es saber que esas marcas son para una actividad específica que es
leer, y que resultan de otra actividad también específica que es escribir.
La indagación sobre la naturaleza y función de esas marcas empieza en contextos reales,
en los que se recibe la más variada información (pertinente y poco pertinente; fácil de comprender
o imposible de asimilar). Los niños trabajan cognitivamente (es decir, tratan de comprender)
desde muy temprana edad informaciones de distinta procedencia:
a) La información que reciben de los textos mismos, en sus contextos de aparición (libros
y periódicos, pero también carteles callejeros, envases de juguetes o alimentos,
prendas de vestir, TV, etcétera).
b) Información específica destinada a ellos, como cuando alguien les lee un cuento, les
dice que tal o cual forma es una letra o un número, les escribe su nombre o responde
a sus preguntas.
c) Información obtenida a través de su participación en actos sociales donde está
involucrado el leer o escribir. Este último tipo de información es el más pertinente para
comprender las funciones sociales de la escritura. Veamos algunos ejemplos:
• Alguien consulta el periódico para saber la hora y el lugar de algún espectáculo;
indirectamente y sin pretender hacerlo, está informando al niño acerca de una de
las funciones primordiales de la escritura en el mundo contemporáneo: la escritura
sirve para transmitir información.
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• Alguien consulta una agenda para llamar por teléfono a otra persona; indirectamente
se informa de otra de las funciones esenciales de la escritura: la escritura
sirve para expandir la memoria, y leyendo se puede recuperar una información
olvidada.
• Se recibe una carta de un familiar, se lee y se comenta; indirectamente, y sin pretenderlo,
se informa al niño que la
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