Introduccion A La Sexualidad
Enviado por hellomarjorie • 23 de Junio de 2013 • 1.839 Palabras (8 Páginas) • 299 Visitas
La tarea del observador en el trabajo con grupos, consiste en el registro de datos que permitan el planteamiento de hipótesis acerca del desarrollo del proceso de interacción de un grupo, en relación con sus objetivos, con las modalidades de abordaje de la tarea, con los obstáculos que se presentan en ella, con la resolución o no de esas dificultades, etc.
La función de observación, implica tanto la recolección de información como el análisis e interpretación de esos datos; esa lectura, desde un marco conceptual, referencial y operativo, facilita el seguimiento del proceso y ayuda a seleccionar y jerarquizar algunos datos en desmedro de otros. Esta función no es exclusiva del observador, sino que es realizada, también, por el coordinador del grupo, permitiendo al equipo la formulación de hipótesis y la toma de decisiones para el mejor desenvolvimiento del grupo.
Es muy importante en el cumplimiento de esta función, el desarrollo de la autoconciencia, la adquisición o el aumento de la tolerancia a la frustración y de la tolerancia a la espera. Cuando se observa hay que aprender a controlar la ansiedad. Esta, muchas veces se presenta, como ganas de gritar o salir corriendo. Van a tener que aprender a tolerar ese tiempo de espera hasta salir del grupo y encontrarse con el coordinador para hablar de lo que sintieron. En esos momentos si pueden escribir lo que les pasa y de alguna manera descargar las ansiedades.
La tolerancia a la frustración va a jugar un papel importante durante este proceso porque, al principio, va a haber indicios que parecen poco importantes en relación a la expectativa frente al rol. Primero tendrán que aprender a mirar, saber cómo identificar a los integrantes, aprender los nombres, cada uno con su tiempo; cómo van a registrar, a abreviar. Esto es un aprendizaje imprescindible. Otro aprendizaje necesario es ir sabiendo que no se comprende o entiende al grupo desde la primera reunión. Esto puede ser tranquilizante pero también frustrante.
El Observador, al ocupar un rol desde el silencio, es decir, sin la exigencia de participación verbal, puede ir leyendo la dinámica grupal desde una distancia que le permitirá, a posteriori, realizar una devolución de los emergentes.
Para hilvanar hipótesis que ayuden a la comprensión del proceso grupal, van a tener que darse tiempo. Desde este punto de vista, su rol es específico y se transforma en un co-pensor del coordinador, lo que enriquecerá permanentemente la tarea.
El aprender a observar no es una tarea fácil; por el contrario, presenta algunas dificultades. El hecho de no participar de la interacción verbal, no lo margina del despliegue de los procesos transferenciales y contratransferenciales que se producen en el ámbito grupal y tampoco lo libera de vivenciar las identificaciones con los integrantes. Al mismo tiempo, esta función requiere un nivel de objetividad muy difícil de lograr al principio.
El instrumento de registro para esta función es la Crónica; ésta da cuenta de todo lo acontecido en el trabajo grupal, tanto de los elementos explícitos como de los implícitos, con los cuales el observador va pensando en ciertas hipótesis. Al mismo tiempo, en ella también se registran todas las vivencias, sentimientos, sensaciones, que el observador va experimentando a partir de la interacción grupal.
Es por eso que sugerimos dividir la hoja del registro en dos partes verticales para anotar las intervenciones de los integrantes, sobre la izquierda, y todo lo que le pasa y siente el observador, sobre la derecha.
Se pueden diferenciar cuatro etapas en la construcción del rol:
1) La construcción del lugar:
Esto implica ir pasando de integrante a observador. En un comienzo uno se ubica, desde el lugar conocido, o sea como un integrante más. Pero, el lugar de silencio que impone el encuadre, ayuda a la búsqueda de otra ubicación y a encontrar la distancia necesaria. En las primeras reuniones el observador se diferencia poco del integrante, en especial desde su mundo interno.
Cuando el grupo trabaja, él desde su lugar, discute la temática, toma partido en las discusiones y pierde de vista la totalidad. Las vivencias del grupo reactualizan sus propias experiencias, lo que se transforma en obstáculo para la observación propiamente dicha. Debe entrenarse en ver, oír y registrar, y esto parece sencillo pero lleva su tiempo. Por eso es habitual que las crónicas, en este inicio, sean ilegibles, inconexas, espacios en blanco (lagunas), o alteraciones, que van desde malos entendidos hasta frases no dichas.
2) El nivel descriptivo:
A medida que el observador se va instalando en su lugar, va disminuyendo su ansiedad y puede aprender a mirar el grupo, las conductas que se suceden, y entonces, registrar lo obvio, lo observable. En esta etapa hay como un deseo de interpretar lo que pasa y no describir lo que se ve; esto está ligado a otros temas: lo objetivo y lo subjetivo, y la posibilidad de descentramiento. Es necesario aprender a diferenciar lo que es mío de lo que es de los demás, realizar un relato descriptivo de lo sucedido. (la objetividad absoluta es imposible).
3) El nivel interpretativo:
A partir de lo observado se pueden formular hipótesis, es decir, darle un significado al acontecer grupal. Ello implica el aprendizaje de la lectura de lo latente. Es posible acceder a este nivel si el observador ha logrado aprender a describir el proceso; ha aprendido a diferenciar lo que le pasa al grupo y lo que le pasa a él; si tiene un conocimiento más profundo del proceso grupal y si se apoya en la lectura de bibliografía al respecto. Al principio, dichas hipótesis quedan a cargo del coordinador, quien muchas veces, las llevará al grupo a través de intervenciones, que podrán ser operativas o no. La continuidad del proceso lo dirá.
4) El nivel estratégico:
En las reuniones de equipo, cuando se comparte la lectura y análisis de las crónicas, se podrán ajustar estrategias en relación al
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