LA PALABRA: PENSAMIENTO EN ACCIÓN
Enviado por A Christian González Neri • 27 de Noviembre de 2017 • Síntesis • 1.477 Palabras (6 Páginas) • 497 Visitas
LA PALABRA: PENSAMIENTO EN ACCIÓN
Eliminar de nuestro acervo expresiones ofensivas a otros, nosotros.
La palabra es el verbo que nos permite a los seres humanos entablar el entendimiento y la convivencia; sin embargo, con éste, la expresión seriamos capaces de derribar un imperio o construir el paraíso. De ahí que el cuidar nuestra forma de hablar y dirigirnos a los otros, nos hará vivir en armonía y felicidad.
Pensar que la palabra es solo, sonido y símbolo es un error, la palabra es el vinculo que nos humaniza, por lo que cuando expresamos, connotamos todo cuanto somos, ósea, los valores que nos hacen persona. Visto así, la palabra es la inteligencia en acción que nos permite desde lo interior, mantener una relación cordial y de afecto con los otros.
El éxito de nuestras relaciones personales radica en el arte de expresar, porque en esencia, uno es lo que piensa. Es simple, llenar nuestra mente de ideas, conceptos negativos, destructivos, catastróficos, pesimistas, muchas veces erróneos sobre la realidad e intentar no esclarecerlos, encerrarse con ellos en un mundo o caja de cristal, donde lo único cierto o creíble es lo que nosotros aceptamos como verdadero; nulifica otros puntos de vista, también válidos. Así, sí un hombre o mujer vive con resentimiento por agresión física o verbal, acontecidos en su infancia, y no ha podido superarlo, su experiencia actual para con los otros puede volcarse destructiva y, de hecho en tipo presente cuando tenga la mínima oportunidad; con seguridad vomitará a los otros palabras destructivas llenas de encono y rabia.
Lo anterior nos permite entonces comprender, que al decir un cúmulo o sarta de palabras ofensivas, insultantes, mal intencionadas, destructivas, lacerantes, tan solo porque el insulto nos así nos lo dicta y parezca correcto en ese instante, necesidad y desquite de nuestra ira; dañará nuestras relaciones interpersonales y a nosotros mismos. Por sencillo que nos parezca y se crea que con ello, el ofensor libera su ira y rencor contra los otros a fondo se perciba y hace más feliz. Deducimos entonces como: él o ella viven un infierno de tormentos amargos, que en algún momento desde lo más profundo de su conciencia les gritará en reproche que han obrado mal, postrando su angustia y desesperanza en mera infelicidad, porque están proyectando un enorme vacío del cómo ve el presente y como viven su mundo. Para ejemplificar: cuando caminamos por la calle y encontramos a alguien, un desconocido y por mero prejuicio personal de cómo se viste o peina, lo llamamos “naco”, “le hacemos el fuchi”, “le barremos visualmente” en señal de nuestra desaprobación por su forma de ser, cierto resulta entonces que, nos estamos auto ofendiendo, porque ello, determinamos nuestros complejos no resueltos. Proyecciones de actitud que connotan más de una debilidad evasiva que oculta nuestras impotencias, fobias-miedos de lo que en esencia somos.
Ser impecables con nuestras palabras y/o acciones al momento de dirigirlas a los otros es una forma perfecta de mantener un orden del cosmos; nuestra realidad. Al ser ofensivo sólo porque nos place como acto de fastidiar a la humanidad, bajo la idea simple del “chingar” u/o joder por resentimiento, coraje visceral, cuál dardo envenenado dirigido a humillar al otro, simple o llanamente por ganar una discusión, no es menos que el reflejo de nuestro ego proyectivo como complejo de superioridad e inferioridad.
Recordemos no vivimos en islas y el resultante de nuestras acciones traerá repercusiones que nos serán fatales, porque nos conducirá a vivir en el aislamiento, siempre relegados, al no ser aceptados, odiados y sobre todo considerados, entes “malvados,” por el orden social.
El cultivo de nuestras acciones será el aislamiento, verbigracia nuestra cárcel, lugar donde pagamos la condena, tras haber sembrado odios y resentimientos, en un mundo de marginación social. Personalmente no creo que alguien pueda y desee vivir marginado, el mismo Robinson Cruzo, enseñó al joven caníbal Viernes el lenguaje y las normas elementales de la convivencia social, para romper los monólogos terribles de soledad.
Es cierto entonces que en una sociedad de analfabetas funcionales, nuestro entorno se rodea de comentarios frívolos, ello es, ante una incompetencia del pensar, pensar, pensamos pensamientos, infundiendo, rumores mejor conocidos como chismes sobre X o Y persona, su finalidad, tan insana es la de preestablecer nuestro juicio como verdadero, en afán de desprestigiar al otro. Mentiras, comentarios y rumores esparcidos que al pasar de persona a persona destruyen al difamado, acción nada más ruin que cruel.
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