LECTURA 2. El desarrollo de la autoconfianza

LECTURA 2. El desarrollo de la autoconfianza

Esta lectura se enfoca en dotar a los maestros de herramientas que puedan apoyarle para saber como actuar ante alumnos con bajo rendimiento escolar; el principal objetivo desde mi punto de vista es que le da al docente la visión de que un alumno con un bajo o mal desempeño no siempre lo es porque sea “malo”, “flojo”, o que simplemente no sirva para la escuela, sino que pueden existir factores que afectan severamente su autoconfianza y   de ahí su comportamiento y rendimiento escolar.

De acuerdo con los doctores Patricia y Barry Bricklin, autores del libro “Causas psicológicas de bajo rendimiento escolar”, el principal factor que influye de forma directa en el niño son los padres. El libro está dividido en dos partes: la primera es el análisis científico y la segunda posee recomendaciones que pueden llevarse a la práctica.

Los puntos que considero importantes de subrayar dentro del texto son los siguientes:

• Deben existir tres condiciones para el niño sea capaz de desarrollar una autoconfianza adecuada. Estas son:

1. Tener una autoimagen relativamente consistente: esto significa hasta cierto punto congruencia en su actuar, pero esto parte de los padres ya que al ser niños ellos actúan conforme al estándar que los adultos plantean y si estos hacen peticiones donde mandan el mensaje al niño de ser dos o más personas diferentes (en su comportamiento) estarán en el camino incorrecto, tal como lo citan los autores “si existe una gran brecha entre lo que espera de sí mismo y lo que puede hacer, su autoconfianza sufrirá”.

Como ejemplo de lo anterior es el cómo los padres dictan la autoridad a sus hijos, es aquí donde la lectura hace una recomendación importante enfocada a los padres: meditar y determinar lo que espera de su hijo; y así ser congruente con su actuar y evitar que el niño tenga que vivir dos reacciones distintas al mismo tiempo. Un ejemplo importante en la lectura es el siguiente: “ordenar” al niño que en clase y frente al grupo se muestre inteligente y creativo mientras que en casa se molestan con él porque llena la casa de sus juegos o creaciones y materiales diversos”, de acuerdo con los autores estas son algunas de las inconsistencias que se presentan en hogares de alumnos con bajo rendimiento.

1. Evitar el sarcasmo como arma de disciplina. Desde la perspectiva y estudio de Patricia y Barry Bricklin, el sarcasmo es una de las formas brutales de parte de un padre para castigar a su hijo. Se considera que es la frustración del padre la que se descarga ante el hijo la exigencia de la idea de perfección errónea que el adulto tiene y lamentablemente con su actuar no está permitiendo a su hijo vivir su propia vida.

1. No ligar todo su sentido del propio valor con su capacidad de rendimiento. El principal error que como padre e incluso como maestro se puede presentar es asignar un valor al niño a partir de su rendimiento académico. Siguiendo el enfoque familiar que los autores marcan; comparto la importancia de hacer saber al niño que el amor que se le tiene no se determina a partir de si es un estudiante perfecto, ello tampoco significa que se le quite el valor a la importancia de un buen rendimiento sino a guiar al hijo a encontrar un interés por aprender y disfrutar de lo que haga.

Si los tres aspectos anteriores son tomadas en cuenta se puede encaminar al niño a lograr autodeterminación y así una independencia en la cual el niño será capaz de aceptar las responsabilidades de sus acciones, esto no es fácil para un niño con bajo rendimiento pues ya tiene que lidiar con el hecho de “ser un mal estudiante”, “un bueno para nada”, entre otras expresiones. Para ello el psicólogo Carl Rogers recomienda que, si el niño llora, grita, protesta, contradice, provoque, rete o se niegue a trabajar, los padres deben responder a las palabras y sentimientos del niño de forma emocionalmente neutral.  De esta forma el niño de forma gradual aceptará la responsabilidad de pensar y evaluar lo que hace por sí solo.

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