La Deliciosa Perfección De Cada Género.
Enviado por GabyChalbaud • 22 de Septiembre de 2014 • 1.242 Palabras (5 Páginas) • 119 Visitas
En la practicidad discursiva de nuestra historia, hacer ontología del ser humano y de nuestros sexos, nos remite ineludiblemente a la discusión maniquea entre la superioridad del hombre o la mujer, el respectivo valor filosófico y literario que a cada uno se le ha dado, y derivadamente, el trato histórico recibido y desempeñado por el hombre y la mujer respectivamente.
Desde los clásicos griegos hasta la actualidad, la visión que se ha tenido de la mujer siempre ha sido la de “compañera del hombre”, “mujer idónea”, “la costilla de…” reduciendo su naturaleza, esencia y práctica cotidiana a los quehaceres domésticos, al mutismo complaciente de una esposa siempre al servicio del hombre; justificado porque al parecer esas son las labores naturales y antropológicamente correspondientes a su sexo.
Por otro lado, las virtudes y funciones del varón siempre han sido las del amo, las del “pater familia”, las del señor de señores sobre el resto de las criaturas de la tierra , por ende ha sido el varón quien ha sido el portavoz del discurso histórico humano y el epicentro de partida en los significados, significantes y las conquistas del entendimiento y conocimiento de nuestra especie.
Ya sea desde una lectura de “abolición sexista” platónica, en la que reivindica el rol de la mujer en un igualitarismo a conveniencia para la construcción de su utopía sociopolítica en La República, o desde una postura misógina en La Política de Aristóteles donde la mujer es una especie de súbdito equiparable a los esclavos y los niños siendo el esposo el amo; es común en la antigüedad y sus sociedades la concepción de inferioridad física y valorativa de la mujer.
Ni hablar de la edad media cristiana, que si bien propone discursivamente la igualdad del hombre/mujer como hijos de Dios, en la práctica potencio el deber doméstico, servil e sumiso de la mujer bajo la excusa del pecado original “eviano”. Y aunque la luz del renacimiento y la modernidad empezó a alumbrar el camino de la igualdad de los sexos en cuanto su valor y ser, aun esta tesis se resiste a cuajar en algunas latitudes de nuestra contemporánea “sociedad siglo XXI”.
Ahora bien, desde la perspectiva neurobiológica la realidad es otra, ciertamente el hombre y la mujer son distintos, muy distintos en verdad, sus cuerpos están estructurados para responder con más eficiencia a estímulos diversos, pareciera que el “creador” decidió darle a cada quien la posibilidad de desarrollar habilidades antagónicas pero que a la vez pudiesen complementarse perfectamente en esa hermosa concepción romántica que nos hace ver como “medias naranjas”.
Comencemos hablando del momento de la fecundación, en esta primera etapa la genética nos da una gran sorpresa; según la Dra. Louann Brizendine todos comenzamos siendo “femeninos”, en una entrevista esta Neurobióloga de la Universidad de California afirma que desde la concepción y hasta la octava semana de vida fetal todos tenemos circuitos cerebrales de tipo femeninos, luego de ese tiempo los diminutos testículos del feto masculino empiezan a liberar enormes cantidades de testosterona con las que impregnan los circuitos cerebrales y los transforman del tipo femenino al tipo masculino Irónicamente esta revelación se contrapone a la tradicional tesis judeocristiana en la que “Dios toma una costilla de Adán para a partir de esta crear a Eva, su mujer”.
Hablemos ahora de nuestras diferencias biológicas básicas, si bien visualmente la conformación de nuestros cuerpos es similar, detallando un poco nos daremos cuenta casi de inmediato que estamos hechos para desarrollar distintas tareas, no quiere decir esto que no podamos a través de nuestra formación académica y experiencia desarrollar aptitudes y actitudes que nos permitan competir en igualdad de condiciones en la ejecución de actividades físicas
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