La Formación Del Estudiante En La Toma De Decisiones

El hilo vertebrador de todo el proceso de enseñanza – aprendizaje es el desarrollo de la capacidad del ser humano para tomar decisiones oportunas y pertinentes.

Carece de todo sentido orgánico un proceso educativo que no tiene como horizonte la formación del estudiante en la tónica que social y profesionalmente adoptará en cualquier actividad productiva o profesional que ejerza.

En este sentido, el juego recreativo, por ejemplo, no tiene absolutamente ningún valor formativo sino se inscribe en la dinámica de “formar” estructuras de pensamiento analítico, crítico, creativo.

En efecto, en el proceso diario de nuestras vidas, en todo instante, estamos tomando decisiones que, por lo habitual, pasan inadvertidos o no le asignamos el rol que ocupa en nuestra cotidianeidad.

Desde que despertamos estamos, implícitamente, tomando decisiones. La vida diaria es, por decirlo así, un conjunto de situaciones problemicas a enfrentar y que exigen respuesta.

De una u otra manera hemos aprendido a dar respuestas rutinarias basadas en la experiencia antes que en métodos prácticos y eficientes.

En el mejor de los casos, de la experiencia diaria habremos desarrollado nuestro propio “método” para enfrentar las exigencias a las que estamos sometidos constantemente.

Desde la infancia enfrentamos situaciones y estamos respondiendo con acciones que reflejan la voluntad humana de decidir el rumbo de una acción. Sin embargo, presentarse ante situaciones con mayor grado de complejidad, cuyas respuestas salen de lo rutinario, exige algo más que reflejos y sentido común.

Educar al estudiante en la destreza de tomar decisiones en tanto “saber elegir la mejor alternativa” para resolver problemas exige entrenamiento a través de todas las materias del currículo en el empleo de métodos sistémicos, racionales y participativos, propiciando que el mismo alumno construya los conceptos, participe en lo elaboración de los conocimientos, con la guía del profesor. Vale recordar el siguiente pensamiento:

Éste método, como cualquier otro, es sólo una propuesta que para que funcione, la institución educativa en su conjunto debe asumir, desarrollar y perfeccionar con la práctica. No resulta eficiente manejarse como un acto voluntarioso de uno u otro profesor en forma aislada.

En el devenir del tiempo, cada estudiante va a tener un método particular que caracterizará un modo muy personal de elegir las mejores alternativas para tomar decisiones.

La toma de alguna decisión siempre culmina en una consecuencia con afectaciones positivas o negativas, no sólo en quien la toma, sino sobre terceras personas como en una población, una familia, una empresa, una sección o departamento comercial, una industria, una, un país, una región continental, etc.

El nivel de responsabilidad técnica y social que implica tomar una decisión es realmente alto. Por ello se afirma que “la capacidad para tomar decisiones correctas en el sitio y el tiempo precisos, es la clave del liderazgo”.

Asumamos una breve definición de toma de decisión:

ES UN PROCESO SISTEMÁTICO DE ELEGIR UN CURSO DE ACCIÓN PLANEADO PARA RESOLVER UN PROBLEMA.

El proceso de toma de decisiones que proponemos es el mismo que plantea el método científico y lo vamos a resumir en cinco niveles:

 Definición del Problema

 Análisis del Problema

 Diseño de Soluciones Alternativas

 Selección de una Solución

 Puesta en práctica y evaluación

1. Definición del Problema

Vale decir que el primer paso es saber exactamente cuál es el problema, por tanto hay que:

 Focalizarlo para caracterizar sus componentes y circunstancias.

 Identificarlo en todos sus niveles de implicaciones e interrelaciones con otros elementos y más aún con otros problemas.

 Comprenderlo en sus cuestiones implícitas basadas en hechos y no suposiciones, evitando conjeturas, enfoques parciales o reducciones a cuestiones no equivalentes.

 Delimitarlo en su correcta relación causa - efecto, sin confundir el problema con los síntomas, extrayéndolo de la generalización para particularizarlo, determinando su magnitud y frecuencia y ubicarlo en el contexto específico donde se genera.

2. Análisis del Problema.

Definir bien el problema no lo resuelve, pero es un buen principio y una extraordinaria herramienta para el siguiente nivel, en tanto que el mismo grado de certeza con que se define, proporciona datos, cifras, documentos, pistas y toda cuanta información relevante se disponga, proporcionará las condiciones apropiadas para ir analizando y evaluando.

Especial cuidado hay que tener para:

 Ser objetivo;

 Flexible;

 No permitir que prejuicios o predisposiciones bloqueen la valorización de los datos.

En la descomposición del todo en sus partes, es decir, en el análisis del problema hay que tomar en cuenta las normas y parámetros ya existentes; siendo de mucho valor la experiencia, capacitación y educación, pero si alguna no es muy consistente, conviene manejar informaciones adicionales y abrir discusiones sobre el problema con diferentes niveles jerárquicos y de coordinación.

3. Diseño de Soluciones Alternativas

En ningún caso conviene anticipar la supresión de alguna opción alternativa, ya sea por muy obvia o porque no estamos en condiciones de manejarla. Entre una buena gama de soluciones

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