La delicuencia como conducta multicausal
Enviado por CriEl01 • 23 de Septiembre de 2021 • Documentos de Investigación • 4.401 Palabras (18 Páginas) • 212 Visitas
LA DELICUENCIA COMO CONDUCTA MULTICAUSAL
Jorge Pérez Sánchez
Departamento de Psicología Médica y Psiquiatría
Universidad Autónoma de Barcelona
Toda respuesta conductual está en función del organismo y del medio ambiente. La delincuencia, al ser un tipo concreto de conducta, está sometida a las influencias de los dos factores de la anterior ecuación. La importancia concedida a la intervención del propio organismo o del entorno natural sobre la delincuencia ha marcado la clase de teorías explicativas sobre la misma.
Encontramos un gran grupo de explicaciones teóricas que conceden una importancia decisiva al organismo (Teorías organicistas). Algunos autores se han inclinado por considerar que los aspectos hereditarios son más relevantes que los ambientales para explicar la delincuencia. Existiría una personalidad criminal y, por tanto, el organismo sería el responsable de la conducta desadaptada.
Al margen de la postura radical de Lombroso (1876), otros estudios realizados con gemelos, adoptados y en personas con anomalías cromosómicas, que el lector encontrará de forma extensa en el capítulo 4, presentan datos que dan cierto soporte a la relación entre herencia y delito.
Además de las numerosas críticas metodológicas que pudieran hacerse a este tipo de estudios, fundamentalmente debidas al carácter minoritario de sus muestras, la simple observación de la realidad nos impediría aceptar al organismo como determinante fundamental en la delincuencia. Si Lombroso examinara actualmente nuestras prisiones, posiblemente se preguntaría por qué su estigma genético sólo actúa en determinados grupos sociales. La visita a un locutorio de cualquier centro de reclusión penitenciaria nos mostraría que la mayoría de las personas pertenecen a los estamentos más bajos de la sociedad. Los Braithwaite (1981), en una excelente revisión sobre estudios dirigidos a encontrar relación entre clase social y delincuencia, presentaban que, en el 91 % de los casos con jóvenes y en el 100% de ellos con adultos, la clase social baja estaba vinculada con la conducta delictiva.
El hecho de que mayoritariamente los sujetos relacionados con la delincuencia presenten gran similitud en sus situaciones sociales ha permitido que otros autores expliquen la conducta antisocial como consecuencia exclusiva del medio ambiente (Teorías ambientalistas), Las variables sociales y de aprendizaje serían las responsables del hecho antisocial. Sería el medio, esto es, la sociedad quien generaría el delincuente.
La Influencia de factores sociales sobre la conducta antinormativa es clarísima y son numerosos los estudios que han confirmado la relación entre diversas características económicas, educacionales y demográficas con respuestas antisociales (Elliot y Huizinga, 1983; Garrido, 1984). En general, los obstáculos sociales (paro, muchos hijos, mala vivienda, etc.) favorecen la aparición del delito. Y son, por tanto, las clases sociales bajas las que presentan mayor incidencia delictiva.
Pero mantener que la delincuencia se explica exclusivamente por factores sociales es estar de espaldas a toda evidencia. En primer lugar, las situaciones sociales negativas son comunes a amplias capas de la población y, por el contrario, es una minoría, a pesar de ser cuantitativamente importante, la que delinque. Y en segundo lugar, en capas de la sociedad con situación social positiva también se da la delincuencia. No sólo la «blanca», por lo general no perseguida, sino la delincuencia «negra».
Existe un tercer tipo de teorías que explican la conducta antisocial como resultado de la interacción del organismo con el medio ambiente (Teorías interaccionistas). Estas teorías, que compartimos plenamente, entienden que la delincuencia se debe tanto a variables ambientales como a factores individuales de los sujetos. Ciertos individuos tendrían más predisposición que otros para transgredir las normas sociales de conducta, pero según fuera la intervención del medio aparecería o no la vulneración instrumental de las citadas normas.
Aprendizaje y conducta antisocial
En la conducta delictiva los procesos de aprendizaje juegan un papel de primer orden (Feldamn, 1978; 1982). Los humanos, por una parte, podemos aprender a no transgredir normas sociales de conducta, y, por otra, podemos aprender conductas antinormativas. En el primer, la estimulación aversiva sería determinante, mientras que la estimulación positiva adquiriría el protagonismo en el segundo.
- Aprendizaje para no delinquir
En el aprendizaje de no emisión de conducta delictiva puede intervenir el proceso de condicionamiento instrumental con reforzamiento positivo. La conducta prosocial, antagonista a la delictiva, puede mantenerse si es reforzada de forma positiva.
Si bien lo anterior es cierto, en el aprendizaje de normas sociales de conducta es decisivo el fenómeno de la instauración de la conciencia moral, y es aquí donde la estimulación aversiva interviene de forma capital. Normalmente, una respuesta antisocial temprana en un niño va seguido de algún tipo de estimulación aversiva (vulgarmente «castigo»). Los estímulos aversivos provocarán el niño dolor y respuestas de miedo. Sí lo anterior se repite varias veces, por condicionamiento clásico, los estímulos asociados a la respuesta antisocial provocarán miedo condicionado («ansiedad»). Así, la simple posibilidad de ejecución de una respuesta transgresora, provocará en el organismo una gran reacción de miedo condicionado ante la posibilidad de castigo. La decisión de no realizar dicha conducta antinormativa acabaría con la ansiedad. Por condicionamiento instrumental, la no respuesta antisocial quedaría reforzada negativamente por la eliminación de la estimulación aversiva asociada al miedo condicionado.
La conciencia moral, por tanto, sería la principal responsable de la no emisión de respuestas antinormativas. El castigo real físico (cachete, paliza, prisión, etc.) que seguiría a la conducta, no sería determinante clave de la no emisión de respuesta antisocial, ya que podría ser muy demorado e incluso pudieran no presentarse nunca. Así pues, la gran estimulación a ver si va que lleva consigo la posibilidad de transgredir una norma social sería fundamental para frenar la delincuencia.
Resumiendo, en el aprendizaje para evitar conductas antisociales interviene tanto el proceso de reforzamiento negativo, no emisión de respuestas antinormativas, como el proceso de reforzamiento positivo, instauración y mantenimiento de respuestas prosociales antagonistas a los antisociales.
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