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La importancia de éxito de la intervención por parte del analista


Enviado por   •  6 de Julio de 2014  •  Tutorial  •  2.914 Palabras (12 Páginas)  •  358 Visitas

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En el presente informe, intentaré dar cuenta de una posible articulación teórico-práctica, sobre un caso trabajado durante el cuatrimestre en la instancia de hospitales, en el centro psicoanalítico “La Tercera”. El caso que seleccioné fue el de “Un chico abandonado”.

Para hacer un recorrido de los temas trabajados en el transcurso de la cursada, ubicaré los que considero más relevantes, tomando como base los tiempos en los que se produjo el análisis del caso planteado.

Partiendo desde Freud, en su texto “Sobre la iniciación del tratamiento”, destacamos del mismo la importancia otorgada al ensayo previo. Siendo este un momento de prueba donde a partir de unas primeras entrevistas, tendrá el valor de motivación diagnóstica, a saber, “decidir si el paciente es apto para el psicoanálisis” .

De la misma manera Lacan plantea, que “no hay entrada posible en el análisis sin entrevistas preliminares” . Las mismas servirán para poder dar cuenta de la analizabilidad o no del sujeto, sin que estas impliquen un modo clasificatorio del padecer del paciente. Solo nos dará indicios de la posibilidad o no de comenzar un tratamiento psicoanalítico.

Por lo mencionado anteriormente, situamos en un primer momento, el motivo de consulta del paciente. El mismo refiere que consulta “por sus miedos y su vergüenza”. Despliega cuáles son los mismos, y entre ellos se destaca el de tener pesadillas, de las cuales despierta gimiendo “como un chico pequeño, como un animalito”, manifiesta que aparecen luego de no mantener relaciones sexuales por un tiempo. A su vez refiere querer cambiar de trabajo y comenzar a estudiar, pero dice no poder ponerse en movimiento, que estaba muy quieto.

Es en este momento en donde a partir de una intervención del analista “¿Quieto?”, el paciente relata una escena de la infancia.

“yo estaba parado en la cocina de la que supuestamente era mi casa y pensé qué iba a hacer cuando se muriera mi papá o cuando sea grande, qué iba a hacer cuando me quedara solo. Esto me causó mucho temor”.

Vemos cómo a partir de una intervención afortunada del analista, hay algo que allí se puso en juego, la misma da cuenta de la producción de nuevos efectos de significación, es decir, produjo un empuje a la asociación libre.

Teniendo en cuenta que detrás de todo dicho hay un decir, podríamos pensar a partir de este relato, algo respecto de este decir, ¿Cuál fue el verdadero temor puesto en juego? ¿El de quedarse solo? o ¿el del deseo que se muriera el padre para quedarse solo con la madre?

“El analista ofrece, entonces, a quien consulta la posibilidad de hablar de su sufrimiento. Su acto está en juego desde el momento en que da al sujeto la palabra y coloca el saber de su lado. Esta oferta podrá convertirse en entrevistas preliminares y en algunos casos las mismas conducirán a un trabajo analítico”

Hasta aquí el modo de presentación del paciente, si bien no es lo que va a poner en marcha el tratamiento, permitiría en un futuro el advenimiento de un sujeto, de un analizante.

Podemos situar en el transcurso de este primer tiempo el lugar de la demanda, “se trata de hacerlos entrar por la puerta, que el análisis sea un umbral, que haya para ellos una verdadera demanda” A partir de los dichos del paciente donde refiere que “necesitaba una guía, alguien que le diga qué hacer, cómo hacerlo y que ese guía era el analista”, encontramos en este punto, cómo el paciente ubica a la figura del analista en el lugar de sujeto supuesto saber, hay algo en su figura que lo lleva a suponer que él sabe respecto de su padecer.

Por lo cual es necesario hacer un recorte de la demanda del paciente, hacer algo con ella para que se pueda abrir paso al comienzo de un análisis. Cabe destacar que es aquí donde el analista no debe responder a la demanda, no la debe satisfacer, abriendo la posibilidad que ofrece el analista para que algo del deseo pueda advenir.

Teniendo en cuenta que “un psicoanálisis es el trabajo de la transferencia”, para poder dar comienzo al mismo es necesario ponerla a trabajar. “Solo el sujeto supuesto al saber, como pivote de la transferencia, permite situar aquello que hace del síntoma una demanda verdadera” .

El decir del analista son intervenciones o dichos que “dicen nada” hacen intrusión en el discurso del analizante y tiene efectos: satisfacen la significación o producen la perplejidad del sin sentido o la sorpresa de la alusión y en todo caso abren la posibilidad de que el analizante vaya constituyendo su respuesta singular.

Por lo anteriormente mencionado, situamos aquí una intervención que dio lugar al despliegue de un sueño rico en su contenido, que posibilita una vía regia al inconciente del sujeto. Frente a la queja del paciente “si al menos pudiera soñar”, el analista interviene señalándole que está “soñando soñar”. En este punto una vez más una intervención del analista produce “… una puntuación afortunada la que da sentido al discurso del sujeto”

El paciente a la sesión siguiente, trae el relato de un “sueño muy lindo”, punto donde cabe destacar la obediencia del paciente respecto de los dichos del analista.

Sueña que una mujer mayor lo viola, que no se deshacía de ella y que lo único que quería era verle la cara, grita, se despierta, vuelve a dormirse y a soñar. Ve la cara de la mujer, primero dice que era la de la tía o prima, luego la de su hermana y por último su madre. Se despierta gritando.

Este sueño no es sin consecuencias, en este momento podríamos ubicar la emergencia de la resistencias, ya que al terminar su relato, le hace saber al analista, que en la entrevista de admisión se fue mal porque quería ser atendido por una mujer mayor, ya que una mujer así, le podría decir las cosas que él quería saber. Situamos en este punto, que algo del orden de lo Freud denomina grano de arena estaría siendo tocado.

El analista una vez mas interviene “¿Qué saben las mujeres mayores?” a lo cual el sujeto responde “de cocina y de sexo”. El analista hace una apuesta, le pregunta si recuerda la escena relatada de sus cuatro años. El paciente se sorprende, ríe nerviosamente y responde ¿qué me querés decir, que yo me estaba preguntando qué haría con mi vieja cuando me quedara solo? Da por finalizada la entrevista, vemos como aquí “… el arte del analista debe ser el de suspender las certidumbres del sujeto, hasta que se consuman sus últimos espejismos. Y es en el discurso donde debe escandirse su resolución”

En la sesión siguiente, el paciente se encuentra conmovido, siente como si hubiera pasado de grado, sitúa que “ahora quería saber de qué se trataba eso”

A partir de aquí se produce un giro en el

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