La importancia del cierre del proceso psicodiagnóstico
Enviado por Mariana Rojas • 19 de Marzo de 2019 • Ensayo • 853 Palabras (4 Páginas) • 244 Visitas
La importancia del cierre del proceso psicodiagnóstico
No existe ninguna duda de que para lograr un objetivo el primer paso es el empezar. No basta solo con el desear algo o con el imaginarselo, sino que este deseo debe tomar forma en una acción en concreto. Esto se da en todos los ámbitos de nuestra vida. Si uno desea convertirse en un gran pianista, debe pasar inevitablemente por esa primera lección, - a no ser que uno sea algún tipo de prodigio - eso es esperado y con mucha razón, puesto que es lo lógico.
Si bien, la dinámica de un psicoterapeuta y la de su paciente es bastante diferente a la de un pianista y su aprendiz, esto no significa que cualquier relación psicoterapéutica tenga que pasar, - al igual que todo lo demás - por ese primer paso: el proceso psicodiagnóstico.
El mismo se encuentra de cierta forma separado del proceso terapéutico en sí, puesto que al primero, no necesariamente debe seguir el segundo. Sin embargo, se encuentran inevitablemente unidos al mismo tiempo, puesto que el segundo no puede darse sin el primero. He aquí la gran importancia del proceso psicodiagnóstico.
Dicho proceso no cuenta con un tiempo determinado y posee un carácter de entrevista debido a que el objetivo no es el realizar interpretaciones, intervenciones, diagnósticos inmediatos. El objetivo del proceso psicodiagnóstico es sin duda el de recaudar la mayor información posible - mayormente traída voluntariamente por el paciente - y recopilarlo con material de interpretación, el cual se utilizara para elaborar un diagnóstico al final del mismo.
He aquí donde la secuencia lógica de la cual se habla al comienzo se personaliza. Es verdad que todo proceso debe irremediablemente atravesar por un primer paso para que la existencia misma de dicho proceso se dé; y lo lógico sería esperar que este finalice con un cierre digno. Sin embargo, este no es el caso en todas las situaciones, y por supuesto es algo que puede suceder dentro de un proceso psicodiagnóstico.
Si bien, la interrupción se puede dar dentro de cualquier proceso, la interrupción del mismo tiene sus consecuencias o efectos propios. Es verdad que no se puede comparar la interrupción de un proceso psicodiagnóstico con otros de carácter más superfluo o de la vida cotidiana, y aunque este hecho no sea poco común, trae consigo importantes repercusiones.
Toda evaluación, de ser posible, debe de poseer un cierre digno. Sea o no la continuación de un proceso terapéutico parte del proyecto del paciente o del terapeuta, - puesto que cualquiera de los dos es libre de decidir si existirá o no una continuación o segundo paso - debido a que la elaboración de este produce un cierto sentimiento de “alivio” tanto en el paciente como en el terapeuta.
Este “sentimiento de alivio” no tiene que ver con “buenas” o “malas” noticias, tampoco tiene que ver con un diagnóstico esperado o no, sino que más bien tiene que ver con la antítesis que tomaría el lugar del “alivio” en el caso de que el cierre como tal no se dé, o si bien se quiere darle otro nombre, podría ser: frustración.
Esta frustración puede cobrar una forma de “fantasía” y se da tanto en el paciente como en el terapeuta, pero de maneras diferentes, lo cual es esperable debido a que la función de ambos es muy diferente la una de la otra dentro de la relación que ambos poseen.
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