La motivación de la conducta y las aspiraciones de los niños
Enviado por maruri34 • 9 de Octubre de 2011 • Trabajo • 1.779 Palabras (8 Páginas) • 684 Visitas
¿Conocemos la motivaciones, conductas y aspiraciones de nuestros hijos?
Cuántas veces hemos oído expresiones como “no me apetece hacer eso”, “me cansa tal cosa” y, sobre todo, “no me gusta estudiar, paso de estudiar”. No sabemos qué hacer para cambiar las cosas, pero somos conscientes de que estos comportamientos pasivos y caprichosos se tienen que eliminar. Es fundamental que nuestro hijo aprenda a esforzarse para conseguir objetivos. De esta manera, entenderá que quien quiere algo debe trabajar para obtenerlo.
Las conductas egoístas, perezosas, pasivas y poco colaboradoras de algunos de nuestros hijos pueden ser la consecuencia de tener todo lo necesario sin hacer nada para conseguirlo. Al llegar a la adolescencia, este tipo de conductas puede degenerar en comportamientos antisociales, agresivos e incluso delictivos.
Algunos menores de dieciséis años, en número creciente, tienen motocicleta sin ninguna necesidad. No obstante, muchos de ellos tienen actitudes pasivas o francamente negativas en lo que respecta a sus estudios básicos.
Bastantes disponen de equipo de música, bicicleta de montaña, PlayStation… incluso teléfono móvil.
No descubro ningún secreto al afirmar que una buena parte de nuestros hijos tienen casi de todo. Pero lo que sí quiero resaltar es que muchas, o quizá todas esas cosas de que disfrutan, son fruto de una actitud solícita de los padres que acceden a sus peticiones, o se anticipan a ellas, sin ninguna contraprestación por su parte.
Hemos conseguido unas personas cuya conducta se rige por valores tales como me gusta-no me gusta, me apetece-no me apetece, me lo paso bien-no me lo paso bien.
Algunos niños y adolescentes rigen su conducta por lo que les gusta o les apetece
Afortunadamente no todos los adolescentes son así ni, en caso de que así sean, es una situación irremediable. Es posible conseguir que nuestros hijos no crezcan como personas egocéntricas y caprichosas. Naturalmente, como en tantas facetas de la vida, será más fácil prevenir que curar. Dicho con otras palabras, nuestros hijos deben ser personas capaces de esforzarse para conseguir sus objetivos, y cuanto antes nos pongamos a la tarea más eficaz y fácil será.
Es normal que nuestros hijos pequeños se comporten como seres egocéntricos y caprichosos. Egocéntricos porque, a edades tempranas, perciben la realidad como si todo lo que les rodea estuviera a su servicio, cosa que en buena medida es así porque al principio necesita del cuidado y atención de todos. Caprichosos (personas que guían su conducta sobre la base de deseos vivos, instintivos, con motivos poco razonables y egoístas) porque su modo de actuar se rige según necesidades básicas e instintos poco racionalizados, dado que su visión egocéntrica no le permite razones o motivaciones más complejas.
No es conveniente que nuestros hijos de más de dos años sigan comportándose como personas egocéntricas y caprichosas
Pero esta situación, en principio, no es el objetivo final de la educación de nuestros hijos. La educación recibida habrá tenido éxito si nuestros hijos llegan a comprender que:
• No estamos en el mundo para que los demás nos sirvan, sino para servir de ayuda a los demás.
• Y que la felicidad no está en la satisfacción de nuestros caprichos, sino en el esfuerzo por conseguir nuestras aspiraciones.
Curiosamente, aunque parezca increíble a muchos lectores, la felicidad, que es nuestra aspiración más profunda, está en el esfuerzo y la dedicación a los demás.
Otro aspecto de la cuestión, que puede ser engañoso a simple vista, es que hacer lo que nos apetece no nos hace más libres, antes bien esa atracción que ejerce sobre nosotros lo apetecido, nos esclaviza. Cuando un imán atrae al hierro, éste corre hacia él aunque no quiera. Por el contrario, si hacemos lo que queremos, lo que surge de un acto de voluntad y de nuestro esfuerzo, nuestros actos nos hacen libres.
Aceptados estos objetivos educativos, pasemos a la acción. En primer lugar me gustaría dirigir la atención hacia determinadas conductas de nuestros hijos que pueden ser sintomáticas de su tendencia a ser personas caprichosas y perezosas. Veamos algunas de las más evidentes:
No es descabellado pensar que una de las grandes dificultades para abandonar (o no iniciarse) en el mundo de la droga se fundamente en la poca fortaleza de las personas para resistirse a su consumo de la droga se fundamenta en la poca fortaleza de las personas para resistirse a su consumo (como dice el anuncio de TV, para “decir NO a las drogas”)
Aceptados estos objetivos educativos, pasemos a la acción. En primer lugar me gustaría dirigir la atención hacia determinadas conductas de nuestros hijos que pueden ser sintomáticas de su tendencia a ser personas caprichosas y perezosas. Veamos algunas de las más evidentes:
• Siempre intenta salirse con la suya y se queja con frecuencia intenta salirse con la suya y se queja con frecuencia. Usa expresiones como: es una injusticia, no hay derecho, no es culpa mía…
• Sólo come algunas cosas que le gustan, y en ocasiones abusa de ellas. (Dejan “lo verde o lo rojo” no dejan el plato limpio…)
• No tiene en cuenta las normas de convivencia y de educación.
• No obedece si no es en última instancia, y con frecuencia por temor a males mayores.
• No hace sus tareas escolares
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