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Las emociones de miedo


Enviado por   •  22 de Octubre de 2012  •  Documentos de Investigación  •  3.019 Palabras (13 Páginas)  •  381 Visitas

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El miedo

Las emociones de miedo son la manera de anticipar un suceso peligroso para la persona. Tal anticipación es una pequeña o larga historieta en futuro. Supongamos que ante mí hay una persona con un cuchillo en la mano. Si me imagino que no se trata de un afilador, sino de un criminal cuyas intenciones poco halagüenas se van a poner de manifiesto de aquí a unos segundos, acercándose y llegando hasta mí para apuñalarme, sentiré el miedo de poder-ser quizás herido de una forma análoga a la que he imaginado, aunque no haya ocurrido todavía cuando lo estoy pensando, espacio de tiempo que constituye una magnífica posibilidad para salir corriendo...

Respecto a una acción que queremos hacer somos nosotros mismos como agentes quienes elegimos hacerla deliberadamente. También podemos tener el rol de paciente respecto de otro agente que actúa: en el ejemplo anterior el criminal tiene un rol de agente (quiere matar y puede hacerlo), y el sujeto que está atemorizado juega un rol de paciente (es la víctima del criminal).

En la medida en la que los peligros que dibuja el miedo son precisamente acciones de un agente respecto al cual nosotros somos posibles víctimas, la imaginación es de tipo cinematográfico, esto es, representa escenas de personajes (características, intenciones, hechos) en un continuo temporal que va desde la intuición o declaración de intenciones a los hechos consumados.

Los peligros creados por instancias naturales en vez de ser acciones imputables a personas, tienen una estructura representativa de eventos, en los que hay fases y desarrollo temporal, pero no intenciones expresas de los actores en juego.

La historieta del miedo puede ser instantánea, durar un segundo. Por ejemplo, al calcular mal un paso cuando estamos bajando las escaleras y por momentos creemos que podríamos caer rodando. Esto es una historia sencilla, aunque se le podrían añadir matices trágicos: bajaba las escaleras y se desnucó, podrían contar los espectadores. El sujeto se la cuenta a sí mismo a toda velocidad antes de que se haga realidad. La situación mortal que prevé le sirve para dar una respuesta urgente, cogiéndose a la barandilla y corrigiendo el equilibrio con un movimiento contrario que contrapese el momento cinético.

Después de pasado el incidente, en teoría la persona tendría que estar contenta, sintiendo el alivio de haber superado el peligro, pero en ocasiones el susto es considerable y la persona se pone a temblar. Se presentan ciertas dificultades para apagar el incendio que la aguda reacción de alarma ha provocado. La activación corporal se ha instalado y no desaparece a la velocidad que desearíamos. Depende de lo que hagamos, la curva de la ansiedad bajará o bien se mantendrá por más tiempo del razonable, o incluso aumentará si el sujeto se pone a hacer ciertas consideraciones: lo que podría haberle sucedido es que se hubiera roto la columna vertebral y que le tocara vivir el resto de sus días en una silla de ruedas, la cara de terror que pondrían los suyos cuando se enteraran de que la habían ingresado en un hospital, etc. La persona se cuenta distintas versiones de una historia horrible que hubiese podido suceder, aunque no haya sucedido. Si está asustada todavía, más allá del tiempo normal de restitución, es porque habiendo visto próxima su muerte, insiste en verla cercana a través de sus aparentemente justificadas especulaciones.

Esta actividad elucubrativa se puede convertir en una costumbre si se repite con frecuencia. Si la persona del ejemplo no para de hacerse teatrillos espantosos en su cabeza y no sólo después del infortunado incidente, sino horas después, al próximo día, todos los días que le siguen, cada vez que tiene que bajar unos escalones, extenderá un suceso de pánico a muchas situaciones similares a la primera vez que ocurrió, de manera que se volverá miedosa en exceso.

En ocasiones una persona se asusta incluso por una posible muerte estando en su casa y sin que haya motivo razonable: al pensar, supongamos, que podría ser atropellado al cruzar la calle debido a que un repentino pavor le atenazara, paralizándole en mitad de la calzada. O un ser querido tarda en regresar a casa e imaginamos todo tipo de hipótesis espantosas que podrían explicar su retraso.

El miedo viene unido consubstancialmente a pensarse en peligro uno mismo, u otra persona que nos importa. Pero el peligro, bien mirado, es imaginado, aunque sea razonable. Por ejemplo, si estamos enfermos tememos que sin cuidados podríamos llegar a morir, pero esa posible muerte está por ahora en imagen, ya que una vez realmente muertos, ya no tendríamos vida para darnos cuenta.

Si tenemos ganas de beber un vaso de agua y nos lo bebemos, con el fin del acto se acaba aquella sed de beber ese vaso de agua. Los temores se acaban también: una vez que sucede lo que anunciaban.

Ya hemos puesto el ejemplo de la muerte, que es extremo. Pero lo mismo sucede con otros temores: el miedo a quedarse sin amigos se termina cuando efectivamente la persona se queda sola: ahora más que miedo sentirá punzante tristeza.

El miedo implica que pasamos directamente a contemplar la ruina del deseo, momentos antes de que muera del todo. Vivimos su agonía. La principal agonía es la de la muerte física, pero las otras muertes tienen su especial agonía, como la muerte del amor, de la amistad, de los proyectos, de los grupos e instituciones (tal como la muerte de una empresa, de una moda, de la escuela o de unas estructuras sociales).

Todo ocurre como si, primero viéramos un peligro de lejos, pero a medida que empeoran las cosas, pasamos a padecer en directo las consecuencias negativas del peligro, hasta que finalmente sucede el desastre. Sólo es posible el miedo mientras dicho final no lo damos por hecho. Después de la desgracia viene la renuncia al deseo, el duelo, el dolor de reconocer la imposibilidad del deseo, que vimos cuando hablábamos del desánimo.

Es decir, el miedo es un proceso temporal que se da en diversos momentos en los que se desenvuelve la acción de un agente(1). Pensemos en el criminal que (1) quiere matar (2) pasa al acto (3) lo consigue, (o grupo de agentes o acontecimiento no humano, como una infección). En esquema:

Miedo por:

.- el posible acto o acontecimiento peligroso.

.- el peligro que ya está sucediendo.

.- el peligro que se consuma.

Mientras el miedo va dibujando, calculando por anticipado el desarrollo del peligro, trata de:

.- neutralizar el posible acto o acontecimiento peligroso.

.- detener el peligro que ya está sucediendo.

.- anular el último momento de la consumación (habiendo fracasado en las etapas anteriores).

El modo como nos representamos un miedo pone énfasis en alguna de estas

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