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Les presento a Psicología Mucho gusto


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2014  •  Síntesis  •  12.089 Palabras (49 Páginas)  •  186 Visitas

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Les presento a Psicología Mucho gusto... El gusto es mío

MANUEL CALVIÑO

Voy a presentarles a Psicología. Es mi compañera de vida hace más de treinta años. Fue amor a primera vista lo que nos unió, pero hoy es amor total, pleno. Pero esto me ha costado (nos ha costado) treinta años. Conocer profundamente a una persona o a una disciplina cien-tífica es algo que requiere mucho tiempo y dedicación. Imagínense entonces, lo difícil de mi tarea: hacerles la presentación de una ciencia en unas pocas líneas. De modo que, para no quedar mal ni con "mi compañera" ni con ustedes, me propongo asumir las reglas: lograr dar una buena imagen (producir una buena primera impresión), ser lo más claro posible, no entrar en profundidades innecesarias, ser breve y dejar rutas de acceso para los que quieran conocer con mayor profundidad. Abran su pensamiento y sus sentimientos, no tengan el más mínimo reparo en cuestionarse las ideas, las afirmaciones que pondré en sus manos, no dejen de vincular mis próximas palabras con situaciones que conozcan "por experiencia propia", cuestiones que quizás le han sucedido. En mi época de estudiante, en la entonces "Escuela de Psicología" (por cierto que fue creada en 1962, y en esa época estaba integrada a la Facultad de Ciencias de la Universidad de La Habana), uno de mis accidentes cotidianos bastante común era encontrarme con alguna persona (sobre todo con alguna muchacha) y al decirle que yo era estudiante de Psicología o bien me decía: "contigo no se puede hablar porque tú sabes lo que uno está pensando" o más modestamente: "¿tú me puedes decir cómo yo soy?, no tienes por ahí un test para que me digas si soy inteligente". Honestamente debo decir que me entusiasmaba mucho la idea de algún día ser un tremendo psicólogo y adivinar lo que la gente pensaba 'solo con mirarlo (algo así conio un David Copperfield de la personalidad humana). Pensaba yo en aquella época que con la Psicología el ser humano sería para mí un "libro abierto". Podría en-tender todo: por qué la gente hace lo que hace (o por qué no lo hace), cómo cambiarle el pensamiento a la gente, etcétera. Por suerte, bien temprano leí un texto de un psicólogo francés de inspiración materialista y dialéctica, me refiero a G. Politzer y allí encontré que este profundo conocedor de la disciplina en la que yo comenzaba a dar mis primeros pasos, afirmaba que "[...] la psicología no contiene en modo alguno el secreto de todos los hechos del comportamiento humano, simplemente porque dicho secreto no es sólo del orden de lo psicológico") Me cortó un poco las alas, lo reconozco. Pero empecé a preguntar-me las cuestiones básicas, a "comenzar por el principio" y de paso aprendí (que por mucho que Manzanero quiera, la semana no tiene más de siete días) a no sobrevalorar nada aún cuando las condiciones o mis gustos, o incluso mis convicciones, me inviten a hacerlo. Esto también me lo dijo a su manera Alekcei Nikolaievich Leontiev, que fue para mi suerte y privilegio mi tutor de doctorado en los finales de los años setentas, en la Universidad Mijail Lomonosov, en la bella ciudad de Moscú. "Manuel [señalaba el eminente académico ruso], recuerde siempre la ilusión de Müller-Lyer [...]" Por si no la recuerdan se las muestro al menos de manera rudimentaria:

Por lo general, la línea B se percibe como mayor que la A. Pero en realidad son del mismo tamaño. El sencillo hecho de que una tiene las cotas hacia adentro y otra hacia fuera nos hace percibir una diferencia de tamaño que en la realidad no existe. Leontiev decía: "Manuel, ponga las cotas para adentro [...] es mejor quedarse un poco corto que exagerar" (claro Leontiev era ruso, no era cubano. Nosotros tenemos una cierta tendencia a poner las cotas para afuera). Es cierto, el camino de la ciencia es el camino de la verdad, de la adecuación a la realidad. Si queremos entender científicamente el sentido de una disciplina y de las prácticas profesionales de ella deriva-das, sus capacidades y limitaciones, sus debilidades y fortalezas (como se dice hoy en el lenguaje analítico empresarial) es necesario no sobredimensionar, liberarse de las representaciones ingenuas, no bus-car por el camino del efectismo, de lo espectacular. Llegar a entender la Psicología como ciencia y como práctica profesional supone comenzar por lo esencial, por lo más común. Muchas veces los que se inician me preguntan: "¿Y qué hay con la parapsicología? [...] ¿existe la trasmisión del pensamiento? [...] ¿se puede adivinar el futuro?". Claro que son temas interesantes, pero les aseguro que no va por ahí la profundización de la psicología como ciencia. Dejemos a un lado los tan difundidos fenómenos paranormales (una buena parte de los cuales, por cierto, se sustenta en la acción de mercaderes de las ilusiones). Olvidémonos de la parapsicología, y pongámonos "para-la-psicología" que ni es lo mismo ni da igual (invirtiendo la lógica de la hermosa canción de Silvio Rodríguez). Observemos, sin embargo, la propia ilusión de Müller-Lyer. ¿Cómo puede ser esto de que dos elementos iguales se perciben como distintos apenas variando un poco "sus anexos"? Esto es algo tan cotidiano o común que usualmente no le reconocernos su significa-do. Recuerdo una vez estaba presenciando un juego (más bien un duelo) de pelota entre un equipo oriental y otro occidental. Estaba en el Latino. El encuentro terminó a favor de los locales (como era de esperar... esto lo digo porque soy occidental). A la salida me encontré con un amigo santiaguero y no pude aguantarme y le dije: "Acabamos con ustedes. La verdad es que somos los mejores". Aquél

me miró sonriente y me repostó: "Oiga compay, usted no sabe nada de pelota. Ustedes no ganaron. Nosotros perdimos, compay, perdimos". Los dos vimos el mismo juego, sin embargo los dos vimos juegos distintos. Creo que logro hacerme entender (ojalá). Hay una realidad que existe, que es indiscutible, que no tiene nada que ver con el modo en que se mire, se piense, se sienta. Es la realidad. Es rectora y fundante. Es el origen y el fin. A ella llegamos por mediación de la praxis, para ser más exacto de las praxis humanas. Por eso decimos que el criterio más sólido de "la verdad" es la práctica. La realidad denuncia la deshonestidad, la mentira, las malas intenciones que puedan existir en las diferentes representaciones que se hacen de ella. No en balde Engels, creo que en su Dialéctica de la Naturaleza sentenciaba que los hechos siguen siendo hechos no importa cuan falsas sean las representaciones que se hacen de ellos. Pero hay otra "realidad" (en verdad es la misma, pero vista por otra cara), una realidad que depende del que la ve, del que la evalúa, del

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