Los mitos que nos dieron traumas. “Segunda sesión: los traumas de la conquista / Tercera sesión: los traumas guadalupanos”
Enviado por Jess Ledesma • 22 de Enero de 2017 • Síntesis • 813 Palabras (4 Páginas) • 889 Visitas
Los mitos que nos dieron traumas – Juan Miguel Zunzunegui
“Segunda sesión: los traumas de la conquista / Tercera sesión: los traumas guadalupanos”
En éstas secciones noté que se hace mucho énfasis en como los mexicanos tratamos de echarle la culpa a todo y a todos de nuestros males y es por esto que se han ido presentando diversos problemas de identidad. Y tal cómo lo dice, muchos tendemos a avergonzarnos o a sentirnos ofendidos cuando nos dicen “indios, indígenas, etc” pero de igual manera nos sentimos de la misma manera si nos dicen “españoles” siendo que los mexicanos somos ya una mezcla de todo y principalmente venimos del mestizaje entre los españoles y los indígenas. Es como si no quisiéramos ser parte ni de uno o de otro “bando”. En cierta manera esto me causa un poco de risa, ya que, de alguna u otra manera, lo neguemos o no, siempre seremos parte de eso, pues nuestros genes de ahí vienen, así como nuestra cultura, nuestras tradiciones, partes de nuestro día a día. Así como la religión católica de venerar a un Dios que nos fue traído tiempo atrás de parte de los españoles, los seres horribles que muchos odian y repudian y no quieren ni ver, pero sin embargo siguen esas costumbres al pie de la letra y sin acordarse de el dios de la lluvia, del aire o de todo en lo que antes se creía y ahora apenas y sabemos el nombre de alguno.
Un punto muy importante, que me llamó demasiado la atención y que de ninguna manera me había pasado por la cabeza, es el hecho de que todos, como mexicanos ofendidos por españoles e indígenas, somos aquello también que vamos orgullosos a ver “nuestras ruinas” para admirarlas, fotografiarlas y sentirnos orgullosos porque nuestros antepasados las dejaron ahí. Así como también somos aquellos que invitamos a gente extranjera a conocerlas, para que lo admiren también, lo aprecien y de alguna manera creernos porque es algo que tenemos en nuestro territorio y ellos no, aun siendo ya maravillas de la humanidad.
Y lo sorprendente es, pero no menos cierto, el hecho de que vamos a presumir aquello que nos dejaron nuestros antepasados ya muertos, aquellos indígenas que de cierta manera dejaron todo esto y que no sabemos, porqué, para qué y cómo pasó; cuando por ahí, escondidos en el país, en los pueblos, en las selvas, en la naturaleza, encontramos a aquellos indígenas vivos, que están en situaciones diferentes, con tradiciones diferentes de los cuales nos queremos separar de cierta manera. Esas personas que no dejan acercarnos a ellos y muchas veces no sabemos la razón, aquellos que disfrutan de estar en sus tribus, grupos, etc., y de esa manera son felices y hasta conocen mejores cosas y mejores paisajes y disfrutan a todo su esplendor las riquezas de éste país. Aun así, son seres olvidados a los que no ayudamos a ver que quizá las maneras en las que viven no son las mejores, tal como explicaba en una parte del capítulo o “sesión” donde muchos presumían las sabanas de las adolescentes pequeñas que habían sido “desfloradas”.
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