Luz Al Corazon
Enviado por fernanda233 • 13 de Mayo de 2013 • 482 Palabras (2 Páginas) • 349 Visitas
o dijo con sinceridad. Midiendo cada término como si rebuscara las palabras en el fondo de un extraño y a la vez prodigioso baúl en donde cada una cobrara un significado especial al cruzar el umbral de sus labios. Como si se tratara de un escritor travieso y juguetón perdido en un jardín infinito de frases, sin puntos ni comas, que se pierde en el horizonte.
–Amo a mi esposa, y no quiero perderla. Si tan solo me diera una nueva oportunidad, la aprovecharía al máximo. No perdería ni un solo minuto sin estar a su lado.—dijo con esa extraña mezcla de tristeza y amargura que nace en lo más profundo del corazón de quienes han perdido toda luz de esperanza.
–La amo… La amo..—repitió con vehemencia–; pero ella no quiere saber nada de mi…–
Dos semanas atrás su esposa se había ido de casa. Un lunes, aprovechando que él se encontraba en la estación de gasolina donde trabajaba, “Me cansé de nuestra relación. Fueron casi treinta años de monotonía a tu lado y no soporto más, No tenemos hijos pequeños; ya se crecieron, son hechos y derechos, y definieron su vida. Ahora quiero vivir”, decía la carta que dejó sobre la mesita de noche, en la alcoba que fuera de los dos, ancha y fría. Él no sabía a ciencia cierta cuál era su paradero.
Es hora de examinar cómo anda nuestro matrimonio
Desde que estaba solo, no podía dormir, y si lograba conciliar el sueño, despertaba con desasosiego para comprobar que Raquel no estaba a su lado, como hasta ahora lo había estado, por mucho tiempo.
El aburrimiento en el hogar
Uno de los peores enemigos del matrimonio es la monotonía. Toma fuerza con el paso del tiempo. Primero como un brote que asoma perezoso—y que generalmente no percibimos a tiempo—para convertirse en un árbol frondoso que destruye todo a su paso.
¿Ha experimentado este fenómeno que golpea tantos hogares y ha destruido tantas parejas? Si es así, es hora de ponerse alerta. No permita que siga extendiendo sus tentáculos porque luego puede ser muy tarde. Hoy es una buena ocasión para comenzar a hacer algo. ¡No todo está perdido!
Hace varios años aconsejé a Claudia y James. Estaban a las puertas del divorcio y consideraban inútil todo esfuerzo. A mi recomendación de que le dieran el primer lugar en el matrimonio al Señor Jesucristo, abrieron sus ojos como si acabaran de escuchar un despropósito. “No servirá de nada”, dijeron los dos. Él se encogió de hombros tan solo para llevarle la contraria a ella; sin embargo comprobaron que Dios es real.
Si Jesucristo reina en el matrimonio…
Recuerdo una ceremonia de matrimonio que me pidieron oficiar para dos líderes muy amados de la congregación. La ocasión fue propicia para referirles sobre un pasaje, sobre
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