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Moral Sexual Cultural


Enviado por   •  2 de Junio de 2013  •  4.240 Palabras (17 Páginas)  •  501 Visitas

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trata de destacar los puntos más importantes, que considero, son necesarios para la comprensión de este texto. En el cual Freud responde con una severa critica a la moral sexual de su época, destacando puntos como la doble moral, las perversiones… Refleja también como es que la represión tiene como resultado el malestar en el sujeto, llevándolo a situaciones llamadas perversiones como lo es la homosexualidad… Vemos reflejada la desesperación de una cultura fundamentada en ideas poco subjetivas, que es tratada con una doble moral, oprimiendo la satisfacción personal, por “bienes” establecidos por una sociedad con ideas sobre el alma, el ser y, nada experimentada en cuestiones de la psique. Es así como es retratada la moral sexual de esta época, como algo poco experimentado, lleno de dogmas, y valores preestablecidos sin sentido alguno de individualización, coartando al sujeto llevándolo a una nerviosidad . 3

4. 1. La moral sexual Freud menciona la distinción echa por Von Ehrenfels (1907) sobre lo moral sexual “natural” y la moral sexual “cultural”.- • Por moral sexual natural entiende aquella bajo cuyo régimen puede una raza conservarse duraderamente en plena salud y capacidad vital. • Moral sexual cultural sería, en cambio, aquella cuyos dictados impulsan al hombre a una obra de cultura más productiva e intensa. El imperio de una moral sexual cultural pueden quedar expuestas a ciertos daños la salud y la energía vital individuales, y que este daño, inflingido a los individuos por los sacrificios que les son impuestos, alcanza, por último, tan alto grado que llega a constituir también un peligro para el fin social Las características de la moral sexual cultural bajo cuyo régimen vivimos serían –según nuestro autor– la transferencia de las reglas de la vida sexual femenina a la masculina y la prohibición de todo comercio sexual fuera de la monogamia conyugal Una sociedad que tolera esta doble moral no puede superar cierta medida, harto limitada, de “amor a la verdad, honradez y humanidad”, y ha de impulsar a sus miembros a ocultar la verdad, a pintar las cosas con falsos colores, a engañarse a sí mismos y a engañar a los demás. Otro daño aún más grave, imputable a la moral sexual cultural, sería el de paralizar –con la exaltación de la 4

5. monogamia– la selección viril, único influjo susceptible de procurar una mejora de la constitución, ya que los pueblos civilizados han reducido al mínimo, por humanidad y por higiene, la selección vital. W. Erb: «La cuestión planteada es la de si las causas de la nerviosidad antes expuestas se hallan realmente dadas en la vida moderna en tan elevada medida que expliquen el extraordinario incremento de tal enfermedad, y a esta interrogación hemos de contestar en el acto afirmativamente, pues nos basta para ello echar una rápida ojeada sobre nuestra vida moderna y su particular estructura. Al mismo tiempo, las necesidades individuales y el ansia de goces han crecido en todos los sectores; un lujo inaudito se ha extendido hasta penetrar en capas sociales a las que jamás había llegado antes La participación en la vida política se ha hecho general. Las luchas sociales, políticas y religiosas; la actividad de los partidos, la agitación electoral y la vida corporativa, intensificada hasta lo infinito, acaloran los cerebros e imponen a los espíritus un nuevo esfuerzo cada día, robando el tiempo al descanso, al sueño y a la recuperación de energías. «Este cuadro general, que nos señala ya en nuestra cultura moderna toda una serie de peligros, puede ser aún completado con la adición de algunos detalles.» Binswanger: «Se indica especialmente la neurastenia como una enfermedad por completo moderna, y Beard, a quien debemos su primera descripción detallada, creía haber descubierto una nueva enfermedad nerviosa nacida en suelo americano. Esta hipótesis era, naturalmente, errónea; pero el hecho de haber sido un médico americano quien primeramente pudiese aprehender y retener, como secuela de una amplia experiencia clínica, los singulares rasos de esta 5

6. enfermedad, demuestra la íntima conexión de la misma con la vida moderna, con la fiebre de dinero y con los enormes progresos técnicos que han echado por tierra todos los obstáculos de tiempo y espacio opuestos antes a la vida de relación.» Von Kraff-Ebing: «En nuestras modernas sociedades civilizadas es infinito el número de hombres cuya vida integra una plenitud de factores antihigiénicos más que suficiente para explicar el incremento de la nerviosidad, pues tales factores actúan primero y principalmente sobre el cerebro. Las circunstancias sociales y política, y más aún las mercantiles, industriales y agrarias de las naciones civilizadas, han sufrido, en el curso del último decenio, modificaciones que han transformado por completo la propiedad y las actividades profesionales y ciudadanas, todo ello a costa del sistema nervioso, que se ve obligado a responder al incremento de las exigencias sociales y económicas con un gasto mayor de energía, para cuya reposición no se le concede, además, descanso suficiente.» De estas teorías, así como de otras muchas de análogo contenido, no podemos decir que sean totalmente inexactas, pero sí que resultan insuficientes para explicar las peculiaridades de las perturbaciones nerviosas y, sobre todo, que desatienden precisamente el factor etiológico más importante. Prescindiendo, en efecto, de los estados indeterminados de «nerviosidad» y ateniéndonos tan sólo a las formas neuropatológicas propiamente dichas, vemos reducirse la influencia perjudicial de la cultura a una coerción nociva de la vida sexual de los pueblos civilizados (o de los estratos sociales cultos) por la moral sexual cultural en ellos imperante. Estas neurosis –sintetizadas generalmente bajo el concepto de neurastenia– pueden ser originadas, sin que sea indispensable la colaboración de una tara hereditaria, por ciertas anormalidades nocivas de la vida sexual, correspondiendo precisamente la forma de la 6

7. enfermedad a la naturaleza especial de dichas anormalidades, y ello de tal manera que del cuadro clínico puede deducirse directamente muchas veces la especial etiología sexual. Habremos, pues, de considerar el factor sexual como el más esencial en la causación de las neurosis propiamente dichas.. El instinto sexual del hombre no tiene originariamente como fin la reproducción, sino determinadas formas de la consecución del placer. Así se manifiesta efectivamente en la niñez individual, en la que alcanza tal consecución del placer no sólo en los órganos genitales, sino también en otros lugares del cuerpo (zonas erógenas), y puede, por tanto, prescindir de todo otro objeto erótico menos cómodo. Damos a esta fase el nombre de estadio de autoerotismo, y adscribimos a la educación la labor de limitarlo, pues

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